miércoles, 31 de octubre de 2012

La crisis de la docencia


Columna de opinión
Meden Agan

La crisis de la docencia

El domingo pasado en El Tiempo apareció una nota bastante descriptiva, aunque poco analítica, sobre los perfiles de los docentes bogotanos que desenmascara la verdadera crisis del sector educativo en Colombia.

Las futuras generaciones están en manos de docentes que no saben inglés y que no manejan nuevas tecnologías, competencias fundamentales para la competitividad en un mundo globalizado, pero que además no tienen el dinero para aprender idiomas o matricularse en posgrados o cursos verdaderamente relevantes para su formación y crecimiento profesional.

Además, uno de cada diez docentes bogotanos, por cierto los más preparados del país junto con los paisas, no tiene computador en su casa y casi uno de cada cuatro no tiene conexión a internet en su hogar, lo que impide sustancialmente las posibilidades de actualización permanente en tiempo real y una preparación de contenidos pedagógicos más pertinente. En ese mismo sentido, los posgrados que manifiestan haber realizado son pocos, malos y no son pertinentes para su desempeño diario en el aula.

Pero la situación es, sin duda, aún más preocupante de lo que se revela en los resultados del estudio. La pregunta que se refería al bilingüismo no exigía ninguna constatación de que la respuesta fuera real, es decir, permitía respuestas múltiples en las que el docente podía afirmar leer bien en inglés sin ningún tipo de comprobación empírica al respecto, y ya conocemos la tendencia de los docentes de creer saber más de lo que realmente saben. Por eso, me permito dudar seriamente de la metodología utilizada, y de la veracidad de las respuestas de esos 5.730 docentes que respondieron que leían y entendían bien cuando leían en inglés. Ningún docente va a contestar voluntariamente que no está cualificado para desempeñar adecuadamente su cargo, así como poca gente manifestaría en una encuesta que le premiaría por su comportamiento ambientalmente responsable, que no recicla en su casa. Porque eso sí, los docentes no son bobos.

Otro signo, a mi juicio preocupante, es el hecho, valorado positivamente por el estudio, de que casi el 44% de los docentes tiene una experiencia de más de 19 años. La lectura que hacen los investigadores, y que replica el lead de la noticia de El Tiempo, es que los docentes bogotanos son “experimentados” en el oficio.  Yo no sé a ustedes, pero a mí me parece que dar clase durante 20 años, sin hacer cursos relevantes y pertinentes de actualización, sin saber inglés, sin usar regularmente la Web como mecanismo de enseñanza relevante, es absolutamente anacrónico y desajustado frente a las realidades del mercado actual. La lectura que yo hago de dicho resultado es que los docentes bogotanos no son experimentados, sino que están peligrosamente desactualizados en los contenidos, las metodologías y las estrategias pedagógicas que utilizan. Lo que, a mi juicio, evidencia dicha cifra, es que el magisterio mejor preparado del país demuestra preocupantes señales de anquilosamiento.

Otra señal preocupante, que se constituye en un factor estructural de retraso y comprueba mis sospechas pesimistas, es que 1 de cada 5 docentes tiene que dar clases en más de 8 cursos y que casi la mitad manifiesta tener solo dos horas a la semana para preparar los materiales. Una educación pertinente, actualizada y potente, exige al menos una hora de preparación por una de trabajo en el aula. Así de mal estamos.

Si a eso se suma la precariedad laboral, evidenciada a través de nombramientos provisionales, bajos salarios y, encima de todo, la imposibilidad de una dedicación exclusiva por las bajas remuneraciones, no resulta raro que sigamos teniendo una de los peores sistemas educativos del hemisferio.

Pero todo lo anterior contrasta con nuestro folclórico y permanente optimismo: el 66% de las familias que reciben esta educación están satisfechas. Esto solo empeora el panorama. Recibimos una educación light, paleolítica, impertinente, formamos generaciones de manera insuficiente, y estamos contentos con ello. Pero salga la ministra a decir que hay que permitir el ingreso de recursos privados al sistema y se arma la de Troya, expresión que no entiende, por supuesto, una parte significativa de los contradictores.

De manera paralela, El Tiempo en su sección “Vida de Hoy” sacó una nota con Richard Gerver, experto inglés en educación, en la que manifiesta, de manera verdaderamente lúcida, aunque en un espacio que no se compadece ni con la importancia de su argumentación, ni con la de los lectores del periódico, que seguimos enseñando con la escuela de la Revolución Industrial. Gerver pide una educación más pertinente y ajustada a los retos del mercado que plantea el siglo XXI, una educación de doble vía, con un nuevo modelo pedagógico en el aula que no castigue el error y que permita y fomente la creatividad, el ensayo, la experimentación. Una pedagogía del hacer, no solo del escuchar.

Pero lastimosamente, nada de lo anterior es posible en el esquema que devela el estudio sobre los docentes bogotanos.

Por eso, la posición de Meden Agan es tajante al respecto: no habrá ni la mínima
posibilidad de desarrollo sostenible en este país si no reformamos el sistema educativo, pero no en el sentido en que los que abrazan antimotines piden. Más en el sentido en que los expertos nacionales e internacionales en educación intuyen que debe hacerse.

La calidad educativa cuesta. Hay que atraer capitales privados y utilizarlos de la siguiente manera: infraestructuras más aptas para promover y enseñar tecnologías pedagógicamente significativas, menos docentes pero mejor pagos y más preparados, que soporten una estrategia pedagógica que les permita a los estudiantes espacios de creación y descubrimiento individual, pero asistido. Docentes de dedicación exclusiva que estén remunerados de tal manera que tengan tranquilidad financiera. Colegios, en última instancia, mejor preparados para enfrentar los retos del futuro.

El poder de un profesor es increíble. Un mal profesor destruye y corrompe, al ritmo de ocupación actual y según el estudio citado, el futuro de casi 500 niños al año. Si las cifras descubiertas son representativas, quiere decir que en 2013, dos millones cuatrocientos mil niños recibirán clases con profesores que no pueden o no quieren ser buenos. Da lo mismo, cualquiera de las dos posibilidades impacta de igual manera el futuro del país.

El panorama es catastrófico, pero sin dinero seguiremos así, o peor. El día en que entendamos que la educación de calidad cuesta, dejaremos de ser un país que abraza antimotines, a ser un país que abraza con esperanza la posibilidad de un futuro mejor. De todos depende hacer el cambio. Debemos escoger con decisión abandonar nuestra zona de confort. Mejorar implica unas incomodidades que tenemos que asumir ya.

Imágenes tomadas de:
http://nacho-latrastienda.blogspot.com/2012/01/la-estafa-del-bilinguismo.html,
http://es.123rf.com/photo_5310778_nuevo-equipo-con-monitor-tft-en-modernas-aulas-en-la-escuela.html y
https://plus.google.com/113499333910897302992/posts


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