Columna de opinión
César Augusto Niño González
Entre burros y elefantes: la
importancia de la imagen
El mundo tiene los ojos
puestos en las elecciones de Estados Unidos. Los diarios más importantes han
dedicado gran parte de sus portadas y ediciones dominicales al cubrimiento de
la recta final de la campaña. Se trata no solo de la elección o reelección de
un presidente más de ese país, sino, nos guste o no, del destino de la política
mundial.
Para abordar y analizar los
temas políticos y para hacer una juiciosa reflexión de los temas internacionales
siempre se deben tener en cuenta también las cosas más simples. En este
sentido, el primer debate entre Obama y Romney no se trataba solo de mostrar
sus propuestas políticas, económicas y de seguridad ante la audiencia mundial y
los propios electores, se trataba también de seducirlos con un buen tono de
voz, seguridad en las palabras, un buen registro ante las cámaras y un adecuado
lenguaje corporal. Se trataba de cautivar.
En ese aspecto, analistas
políticos y expertos en imagen coinciden en que Romney arrasó. Obama lucía
oxidado en el debate del pasado miércoles, se encontraba a la defensiva y no
logró acorralar a su rival contra las cuerdas, mientras Romney, para muchos
parecía presidenciable por su elocuencia que le alcanzó incluso para hacer uno
que otro chiste. El ejercicio de los debates se ha institucionalizado en el
colectivo estadounidense, y más allá de aclarar y despejar dudas sobre temas
neurálgicos de la política doméstica y externa, es un mecanismo que busca
despertar simpatías y cercanías, no únicamente ideológicas, entre el electorado
y su posible presidente.
1960 se recuerda como un año
clave en la historia de los debates públicos en ese país y es paradigmático
cuando se analiza el tema de la imagen de los candidatos. En ese entonces, el
republicano Richard Nixon era el favorito de la opinión pública antes de
sentarse cara a cara con John F. Kennedy. Durante el debate, Nixon cautivó por
la radio y la población lo veía como el gran vencedor. Sin embargo, las
personas que se sentaron frente a la pantalla de su televisor fueron seducidas
por la presencia y actitud corporal de Kennedy. Según los analistas, en
aquel momento tanto el burro (Kennedy) como el elefante (Nixon) abordaron los
temas coyunturales de La Guerra Fría con el mismo profesionalismo y visión
estadista, pero lo que impactó a los votantes fueron sus respectivas imágenes.
Eso resultó determinante en la posterior elección de JFK.
Romney sabe muy bien que los
errores del rival son una oportunidad que debe capitalizar. Ha replicado con
aparente éxito, según indican las encuestas, la experiencia del debate
presidencial del 28 de octubre de 1980 entre Reagan y Carter, cuando el
republicano se dirigió a su contrincante con esta pregunta: “¿Está usted en
una mejor posición que hace cuatro años?”. Romney ahora la parafraseó
haciendo hincapié en los asuntos económicos.
Aún quedan cinco semanas y dos
debates. La democracia es una caja de sorpresas exquisita, por eso muchas veces
puede ganar quien no tenga las mejores ideas y las más refinadas habilidades
políticas. La democracia se soporta parcialmente en un juego de
seducción.
Imagen
tomada de: http://mommytongue.com/tag/elephant-joke/
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