lunes, 8 de octubre de 2012

Entre burros y elefantes: la importancia de la imagen



Columna de opinión
César Augusto Niño González

Entre burros y elefantes: la importancia de la imagen

El mundo tiene los ojos puestos en las elecciones de Estados Unidos. Los diarios más importantes han dedicado gran parte de sus portadas y ediciones dominicales al cubrimiento de la recta final de la campaña. Se trata no solo de la elección o reelección de un presidente más de ese país, sino, nos guste o no, del destino de la política mundial.

Para abordar y analizar los temas políticos y para hacer una juiciosa reflexión de los temas internacionales siempre se deben tener en cuenta también las cosas más simples. En este sentido, el primer debate entre Obama y Romney no se trataba solo de mostrar sus propuestas políticas, económicas y de seguridad ante la audiencia mundial y los propios electores, se trataba también de seducirlos con un buen tono de voz, seguridad en las palabras, un buen registro ante las cámaras y un adecuado lenguaje corporal. Se trataba de cautivar.

En ese aspecto, analistas políticos y expertos en imagen coinciden en que Romney arrasó. Obama lucía oxidado en el debate del pasado miércoles, se encontraba a la defensiva y no logró acorralar a su rival contra las cuerdas, mientras Romney, para muchos parecía presidenciable por su elocuencia que le alcanzó incluso para hacer uno que otro chiste. El ejercicio de los debates se ha institucionalizado en el colectivo estadounidense, y más allá de aclarar y despejar dudas sobre temas neurálgicos de la política doméstica y externa, es un mecanismo que busca despertar simpatías y cercanías, no únicamente ideológicas, entre el electorado y su posible presidente.

1960 se recuerda como un año clave en la historia de los debates públicos en ese país y es paradigmático cuando se analiza el tema de la imagen de los candidatos. En ese entonces, el republicano Richard Nixon era el favorito de la opinión pública antes de sentarse cara a cara con John F. Kennedy. Durante el debate, Nixon cautivó por la radio y la población lo veía como el gran vencedor. Sin embargo, las personas que se sentaron frente a la pantalla de su televisor fueron seducidas por la presencia y actitud corporal de Kennedy.  Según los analistas, en aquel momento tanto el burro (Kennedy) como el elefante (Nixon) abordaron los temas coyunturales de La Guerra Fría con el mismo profesionalismo y visión estadista, pero lo que impactó a los votantes fueron sus respectivas imágenes. Eso resultó determinante en la posterior elección de JFK.

Romney sabe muy bien que los errores del rival son una oportunidad que debe capitalizar. Ha replicado con aparente éxito, según indican las encuestas,  la experiencia del debate presidencial del 28 de octubre de 1980 entre Reagan y Carter, cuando el republicano se dirigió a su contrincante con esta pregunta: “¿Está usted en una mejor posición que hace cuatro años?”. Romney ahora la parafraseó haciendo hincapié en los asuntos económicos.

Aún quedan cinco semanas y dos debates. La democracia es una caja de sorpresas exquisita, por eso muchas veces puede ganar quien no tenga las mejores ideas y las más refinadas habilidades políticas. La democracia se soporta parcialmente en un juego de seducción. 


Imagen tomada de: http://mommytongue.com/tag/elephant-joke/
 

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