jueves, 27 de septiembre de 2012

Elecciones en Venezuela: ¿cuál es el escenario más conveniente para Colombia?


Investigación- Política de exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo


Elecciones en Venezuela: ¿cuál es el escenario más conveniente para Colombia?

Algo se ha escrito sobre las repercusiones que tendrán las elecciones presidenciales a celebrase en Venezuela este próximo 7 de octubre. Algunos se han enfocado hacia la lucha ideológica y maniquea que existe entre los dos candidatos más importantes y las consecuencias que para el futuro de la misma Venezuela, de la región y hasta del mundo, tendrá el resultado. Desde esta columna deseamos enfocarnos, usando el sombrío prisma del interés nacional, en cuál es el resultado más conveniente, o quizás, cuál es el que representa menos riesgos e inestabilidad para la nación colombiana y el Estado que la representa.

Por supuesto, deben ponerse en contexto, como elemento principal, las negociaciones que se adelantan entre Bogotá y las Farc, las cuales entrarán en la fase decisiva al siguiente día de la realización de los comicios electorales en Venezuela. Lo anterior porque el gobierno actual de Caracas ha tenido un rol central en el desarrollo de las mismas.

Entre los críticos de ese embrión de acuerdo con las FARC para la terminación del Conflicto Armado Interno colombiano (mal llamado proceso de paz), resalta el hecho de que la posición del gobierno de Chávez ha sido claramente contraria a los intereses colombianos y altamente favorable a los de las Farc, al proveer refugio a sus tropas y a sus líderes, entregándoles una valiosa retaguardia estratégica militar y política. Los maldicientes de la nueva negociación arguyen que la situación en Venezuela debe cambiar dramáticamente hacia una en la que los líderes y militantes de esa organización criminal y/o guerrillera sean perseguidos con la estrecha colaboración de las autoridades colombianas.

Por supuesto, ese es el escenario ideal. Pero debemos recordar siempre que normalmente lo ideal se encuentra considerablemente alejado de lo real. Debemos acordar que sólo hasta 2002 el Estado colombiano se embarcó en un proceso serísimo de persecución de ese grupo armado ilegal. Antes del Cagüán, antes de Tlaxcala y Caracas y antes de los acuerdos de La Uribe, la debilidad y el desinterés (¿complacencia?) de la dirigencia colombiana era tal, que la situación actual podría llegar a ser descrita como una similar a la que hoy tenemos en Venezuela con respecto a las Farc.

Cuando en 2002 cambió esta actitud, en Venezuela ya estaba de primer mandatario Hugo Chávez. Aunque las relaciones entre Uribe y el teniente coronel fueron, durante la mayor parte del gobierno del primero, estables y cordiales, por lo menos de dientes para afuera, no hay evidencia de que en el país vecino existiera el interés por colaborar con la guerra contra las Farc que en Colombia comenzaba a escalarse a niveles nunca antes vistos. De hecho, con el paso del tiempo, y esta fue una de las razones que llevaría a la ruptura definitiva entre Uribe y Chávez, el inquilino de Miraflores decidió jugársela, de manera abierta, a favor de las Farc.

Por supuesto esto es horrible para los intereses colombianos. Más allá de la argumentación acerca de los principios y valores antidemocráticos que puede llegar a encarnar Chávez y su gobierno, su actitud era (es) anticolombiana. Hoy es cada vez más claro que Santos llegó a la presidencia dispuesto a jugársela duro por la paz. ¿Alguien tiene duda de que el tema primordial de todos sus encuentros, desde aquel primero, el 10 de agosto de 2010 en la Quinta de San Pedro Alejandrino, no era la apertura de un diálogo con las Farc? Por supuesto que nadie.

Santos no inicia esta apuesta desde la ingenuidad, sino desde la valoración del interés nacional colombiano, aplicando de una manera muy destacada el pragmatismo. Por ejemplo: ¿cuáles son algunas de las preguntas que existen, por lo menos en algunos círculos, acerca del proceso electoral venezolano próximo? ¿Se robará Chávez las elecciones? ¿Y si pierde y eso se comprueba, saldrá voluntariamente del poder? ¿Se mantendrá a la fuerza? Si estos interrogantes existen hoy, a una semana larga de los comicios, y después de enterarnos de serias dolencias físicas que ha venido padeciendo el teniente coronel, en 2010 se podía considerar como seria y segura la probabilidad de que Chávez se mantendría en el poder hasta el día del juicio final. Acordémonos que su mentor no es otro que Fidel Castro, quien lleva liderando los destinos cubanos desde 1959.

Santos entonces entiende, puede uno especular, que Chávez es clave, no solo por su ascendencia ideológica sobre las Farc, sino porque les ha dado, por lo menos, refugio, pero también porque planea estar en el poder por mucho tiempo.

A dónde nos llevan estas reflexiones. Desde el marco de las actuales conversaciones con las Farc, el resultado más conveniente para Colombia y para el gobierno de Juan Manuel Santos, es un triunfo de Chávez. Es probable que si Chávez se queda haciendo evidente trampa, o lo totalmente opuesto, gana de forma aplastante, esto puede conducir a unos escenarios no tan positivos para el interés nacional colombiano en general. Pero ese es el punto. El futuro es oscuro, no por lo negativo que pueda ser, sino porque sencillamente es casi imposible de pronosticar, sobre todo en ambientes como el existente en Venezuela, donde las reglas de juego no son claras.

El señor Capriles, el contendor de Chávez, puede llegar a ser una interesante apuesta para Venezuela, el continente, y más importante para Colombia. ¿Pero podría Capriles, una vez en el poder, controlar a sus Fuerzas Armadas? ¿Podría mantener con recia mano la estabilidad en Venezuela necesaria para apoyar el proceso con las Farc? No lo sabemos. Por eso Capriles es una apuesta arriesgada. Más arriesgada que la apuesta Chávez.

Hay otros aspectos que se podrían considerar para definir la conveniencia para Colombia del resultado en Venezuela, donde sobresale el de las relaciones comerciales de los dos países, con todo lo que se puede desprender de allí, pero desde acá consideramos que en este caso, desafortunadamente, imperfectamente, lo urgente mata a lo importante.

Imágines tomadas de: http://diariodecaracas.com/pol%C3%ADtica/capriles-ch%C3%A1vez-caradurismo-mentir-sobre-farc y http://www.eluniversal.com/2011/05/13/iiss-the-farc-financed-chavez-before-1999.shtml

Obama o Romney: ¿cuál es más conveniente para Estados Unidos? (II)

Investigación- Política exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo



Obama o Romney: ¿cuál es más conveniente para Estados Unidos? (II)

En una columna en el diario pereirano de La Tarde, titulada Estados Unidos 2012, la Fundación Kíos trataba de señalar uno de los aspectos más significativos atenientes a la figura del presidente de los Estados Unidos, y es que a pesar de ser el cargo oficial más poderoso que ha existido sobre la faz de La Tierra, no deja de ser uno con alcances e influencias reales impresionantemente cortas, debido a la forma como fue diseñado el edificio institucional norteamericano y a que, como cualquier otro mortal o institución, son los eventos, especialmente los internacionales, los que moldean la realidad, y no al contrario, como muchos desean o creen. 

Esta consideración es vital para realizar un análisis frío y objetivo de las consecuencias al interior de los propios Estados Unidos de la elección de su presidente en este ciclo electoral de 2012. Obama o Romney: ¿cuál es más favorable para la nación estadounidense?

Existe un argumento constante entre aquellos que consideran a Romney, el candidato republicano, no como una opción simplemente menos buena que el presidente actual Obama, sino como la personificación del mal, y es que si el exgobernador de Massachusetts llega a la Casa Blanca dará paso a una horda de capitalistas desalmados, el ya famoso uno por ciento, que desmontará el estado de bienestar, palabra casi impronunciable en ese país incluso dentro de círculos demócratas, dejando en el aire a las personas menos favorecidas dentro del sistema actual de las cosas.

Por supuesto que, sin tener a la mano, desafortunadamente, una bola de cristal mágica que permita avizorar claramente el futuro, se puede hacer uso de la historia presidencial norteamericana y de los antecedentes del propio Romney, para vislumbrar que dicha tragedia o serie de eventos no se van a dar, por lo menos no en las alarmantes o exageradas (usted escoge el adjetivo, apreciado lector) dimensiones que los enemigos de Romney anuncian.

Tomemos el caso de Barack Obama. Hace cuatro años algunos analistas, entre los que se encontraba este mismo servidor, consideraban que el entonces senador junior de Illinois, se configuraba, mucha atención, en una seria amenaza para la estabilidad y éxito de la política exterior de Washington, debido a su inexistente récord en esa crítica materia y a sus manifestaciones durante la campaña. Su discurso en exceso internacionalista y transformador anunciaba lo que podríamos denominar un progresismo global, que resultaba irresponsable porque llevaría a que los Estados Unidos abandonaran precipitadamente sus compromisos en la arena internacional.

Es claro, y ya lo era también en esa época, que muchos de esos compromisos eran costosos, algunos reñían o violaban la legalidad, otros más eran a todas luces ilegítimos, pero lo más sustancial es que existían compromisos innecesarios y por lo tanto peligrosos para la seguridad de los Estados Unidos. No obstante esta realidad, resultaba claramente irresponsable que por satisfacer una audiencia sedienta de populismo y facilismo, se anunciasen dichos abandonos, que provocarían consecuencias incluso más peligrosas, quizás no para la paz mental de muchos liberales, pero sí, efectivamente, para la estabilidad nacional y mundial. ¿A qué eventos nos referimos? Podemos escoger muchos, pero sin duda los más destacados, dispendiosos e innecesarios, se encontraban estrechamente relacionados con la Guerra Global Contra el Terror -GGCT- y las intervenciones en Afganistán y especialmente en Irak.

¿Qué sucedió después del 20 de enero de 2009 cuando Obama se posesionó como el cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos? Pues que el nuevo presidente comenzó, más temprano que tarde a sorprender a propios y extraños. Primero mantuvo como secretario de defensa a Robert Gates, lo cual constituía no solo una señal sino una realidad incuestionable, de que por lo menos una buena parte de la política de defensa, por no decir de exteriores también, desarrollada por George W. Bush, iba a continuar. Con el paso de los meses encontramos que el presidente cumplió con la retirada de las tropas de Irak, compromiso fijado por GWB en 2008, escaló con 30 mil hombres más el conflicto en Afganistán y continuó e intensificó notablemente la GGCT, que en su presidencia dejó de ser nominada así. Y eso, el cambio de lenguaje, es lo que encontramos como verdadera transformación de la presidencia de Obama con respecto a la de los últimos tres años de W. Bush.

¿Por qué Obama no cumplió sus compromisos? ¿Nunca tuvo la intención de cumplirlos? ¿Al antes humilde organizador social de Chicago le corrompió el poder y se pasó al bando de “los malos”? ¿Se olvidó? ¿Se confundió? Con gran seguridad podemos responder que la respuesta es la opción secreta: ninguna de las anteriores. Como lo anunciábamos en la introducción, incluso el presidente estadounidense, el hombre con la oficina más poderosa sobre la tierra, está severamente limitado, y muchas veces, no tan pocas como el propio presidente lo quisiera, está cautivo, sin escapatoria, de los acontecimientos.

Esto no es exclusivo de Barack Obama. De hecho, entendiendo que será la historia, en por lo menos dos décadas, la que comenzará a esclarecer un juicio más o menos justo sobre su administración, hasta el día de hoy a este comentarista le ha resultado la política exterior de Obama como una muy avezada y acertada. Precisamente, porque se ha aproximado a reconocer ese carácter limitado de su poder. No solo por las realidades económicas de su época, sino también, y por ello en su política se encuentra más virtud, porque parece comprender que hay fuerzas incontrolables y hasta indescifrables, que dictan buena parte del curso de los acontecimientos.

Pero decíamos que esta contrariedad, la del carácter limitado y cautivo de los presidentes, no es cosa exclusiva del actual mandatario norteamericano. El penúltimo ejemplo es el del propio GWB. Del 20 de enero del 2001 al 11 de septiembre de ese mismo año, desarrolló una política que podría ser descrita como “humilde”, como el mismo la llamaría durante su campaña. Unilateral, desconfiada de aliados como Francia y Alemania, pero sin interés de involucrarse excesivamente en el globo, allende los mares, como lo había hecho ese “intervencionista” de Clinton (Somalia, Haití, los Balcanes en general y Kosovo puntualmente). A partir del fatídico 11S, encontramos una política intervencionista e idealista en extremo (la democracia y libertad, valores occidentales, como ethos de su concepción internacional). La humildad quedó sepultada en las ruinas de la Zona Cero en el sur de Manhattan. Pero esta política no llegó hasta el 20 de enero de 2009 como muchos erróneamente consideran. Acá quizás no hay una fecha exacta, pero es necesario buscarla, y quizás la podemos encontrar en el lapso de tiempo que va desde agosto de 2005, durante la tragedia de Katrina en New Orleans y la salida de Donald Rumsfeld como Jefe del Pentágono, en diciembre del 2006, después de las desastrosas elecciones de mitaca para los republicanos. Durante esos 16 meses, y hasta su salida de la Casa Blanca, Bush se tornó al internacionalismo, a la colaboración, a la autorestricción en temas internacionales. Pero no lo hizo porque un día se levantó arrepentido o porque tuvo una epifanía, sino porque los eventos lo llevaron hacia esas posiciones, tal como los eventos del 11S, junto a otras muchas condiciones que no vienen al caso acá exponer, lo llevaron a tomar las decisiones que hoy conocemos.

Y así, ejemplos como el de Bush, y el de Obama, encontramos por montones y en todos los campos en los cuales los presidentes norteamericanos deben intervenir.

Señalado lo anterior, ¿cómo lo volcamos a nuestro presente?

Mitt Romney, mencionábamos arriba, fue gobernador de Massachusetts, lo cual no es poca cosa para un republicano, porque este estado es uno de los más liberales y progresistas de la Unión Americana. Esto hizo que Romney, mientras fue gobernador allí, tuvo que trabajar en estrecha colaboración con los demócratas, abrumadora mayoría en el senado y la cámara estatales. Y de hecho, y es hacia dónde va la conclusión de esta entrada, ese antecedente se convirtió en un duro karma a soportar por el ahora candidato del partido republicano, precisamente durante la competencia por dicha candidatura.

Hoy la gran pregunta no debe apuntar hacia la Oficina Oval. Debe dirigirse hacia el Congreso. Y esto porque ambos partidos, pero especialmente el republicano, se han convertido en unas instituciones incapaces de hacer lo que ha caracterizado por siempre al pueblo norteamericano, que es acordar compromisos, es decir, ser pragmáticos. Ser pragmático significa anteponer intereses e incluso algunos valores, para poder sacar adelante un acuerdo. Demócratas y republicanos, en la Casa Blanca y en el Congreso, siempre habían entendido esto, pero en los últimos años han tirado al trasto de la basura esta filosofía y se han casado con posiciones dogmáticas. Los inamovibles, especialmente del minoritario pero poderosísimo Tea Party, representado en sujetos como Grover Norquist, a quien me voy a permitir llamar el zar del “no a los impuestos”, o incluso, para gusto de los lectores de avanzada acá en Colombia, el José Obdulio Gaviria del partido republicano en Washington, han permitido que el proceso político de ese país sea una gigantesca, atrofiante e interminable parálisis.

Así las cosas, encontramos que Romney, quien por supuesto tiene notables diferencias con el actual presidente, termina siendo no tan distinto a este, por lo menos desde un punto de vista estratégico. Y de hecho tampoco lo es a Bush, hijo. Debe tenerse en cuenta que el primer salvataje a la banca, no lo hizo Obama, sino Bush y su ultra neoclásico secretario del Tesoro, Henry Paulson. ¿Por qué lo hicieron? Porque la realidad estaba allí, ya no pisando los talones, sino empujando sobre toda la humanidad de los Estados Unidos, y quizás del mundo, un descalabrado e inmenso edifico financiero.

Cerrando: el exsecretario de estado Henry Kissinger ha manifestado en más de una oportunidad que los políticos norteamericanos tienden a decir cualquier cosa cuando se encuentran seduciendo al electorado, pero si logran el objetivo de ser elegidos, se arropan con lo que podría ser descrito como un sentido de responsabilidad y sensatez, y esto le ocurre en mayor medida a los que obtienen el puesto de jefes del Ejecutivo. Así como Obama hace cuatro años “moderó” sus posiciones liberales en lo referente a los temas internacionales, un Romney en la presidencia, “moderaría” en la Casa Blanca su actual agenda conservadora, que más que suya, es la de su partido controlado en buena medida por el muy conservador Tea Party. ¿Quién le conviene más a EUA? Las diferencias entre los dos son imperceptibles (estratégicamente hablando). Puede haber cambios de tono y de discurso que pueden provocar cambios, pero estos siempre serán incrementales. Ni Obama va a europeizar a los Estados Unidos, ni va a imponer el socialismo, como algunos, no pocos, sinceramente lo creen, ni Romney va a acabar con la seguridad social y va a invadir cualquier nación que lo contradiga. Esas son caricaturas, burdas, alejadas a años luz, de las posiciones e iniciativas reales de estos dos, y me permito el juicio de valor, buenos/aceptables candidatos.

Hoy, parte del quid está en el Congreso y en el partido republicano que pareciera se está tornando, peligrosamente, en uno cada vez más blanco, más religioso, más avaricioso: más dogmático, tal como lo presentaban en su libro de 2004, John Micklethwait y Adrian Wooldridge, The Right Nation. ¿Entonces en definitiva son mejores los demócratas? No tan rápido. En el fondo el problema es uno de ausencia crítica de liderazgo, al mismo tiempo audaz y cerebral, en todo Washington y en muchas otras capitales y centros de poder del mundo, como bien lo señalaba el pasado domingo Thomas Friedman en el New York Times.

Y ese es el asunto neurálgico. Obama o Romney. Demócratas o republicanos: ¿qué debe suceder para que surjan nuevamente los liderazgos pragmáticos y pongan a funcionar nuevamente a Washington? Friedman apunta algo interesantísimo: o en esa ciudad se mueven, o ni el mercado ni la madre naturaleza van a soportar una década más de parálisis dogmática. ¿Dónde estará la bola mágica de cristal?

Imagen tomada de: http://www.allvoices.com/contributed-news/12955133-president-obama-had-a-filibusterproof-majority-for-72-days

martes, 25 de septiembre de 2012

Lo que falta

Columna La Tarde
Fundación Kíos

Lo que falta

Pereira es privilegiada y resume, en un solo lugar, las virtudes y defectos de una nación como Colombia que día a día lucha por ser cada vez mejor.

En esta ciudad coexisten dinámicas económicas que hacen de la región un epicentro atractivo para las inversiones nacionales y extranjeras. Con un pasado agrícola, pero con dinámicas comerciales cada vez más importantes, combina la industria tradicional con un creciente mercado de servicios, especialmente turísticos. Ubicada geográficamente en un punto estratégico que conecta zonas de desarrollo fundamentales para el país, Pereira debe asumir, quizá aprovechando como excusa los preparativos del sesquicentenario, el verdadero rol que sus líderes han imaginado para ella.

Hay que invertir, en primer lugar, en infraestructura, y no solo para fortalecer las ventajas comparativas que ofrece hoy el sector turístico, sino también para repotenciar el cluster de los textiles, por ejemplo.

El centro de Pereira es pintoresco, y eso es un valor agregado para el paquete turístico que se ofrece fuera, pero es un centro desordenado, intransitable, copado de vendedores ambulantes, ruidoso y sucio. El turista disfruta de lo pintoresco solo una vez, pero recordará el desorden por siempre.

Hay que hacer inversiones significativas en seguridad, para crear un clima favorable y de estabilidad a las inversiones provenientes del resto del país y el exterior.

Hay también que destinar cada vez más recursos a ciencia y tecnología. Debe ser indispensable mejorar significativamente la oferta educativa de las instituciones privadas con cobertura en la región, y hay que generar, paralelamente, estímulos para que los jóvenes entiendan que educarse paga, que solo sociedades educadas y ciudadanos que utilizan adecuadamente las nuevas tecnologías, podrán enfrentar los retos que imponen las décadas venideras.

Igualmente, Pereira debe mejorar en cultura ciudadana. La bondad de su gente no solo se refleja en ser buenos anfitriones, ni en ser una ciudadanía alegre y cordial. El turista debe sentirse cómodo mientras está en Pereira. El tráfico vehicular en la ciudad es desordenado y en ocasiones caótico, no únicamente por el déficit en infraestructuras que permitan el tránsito fluido, sino también por la poca cultura de conductores y peatones. Vehículos parqueados en las calles en sitios no permitidos y peatones que no respetan las cebras son algunos de los factores que solo pueden ser mejorados a través de procesos de culturización.

La combinación de esfuerzos institucionales con la asignación y el uso responsable de recursos públicos significativos para hacer inversiones perdurables, el convencimiento por parte de los ciudadanos de que Pereira se puede convertir en un polo de desarrollo sostenible para el país y, sobre todo, el reconocimiento de la importancia de recuperar una cultura de paz, centrando las potencialidades ciudadanas hacia los esfuerzos educativos y culturales, harán de Pereira la perla que siempre han imaginado sus ciudadanos.


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martes, 18 de septiembre de 2012

Los costos de la paz

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Columna La Tarde
Fundación Kíos

Los costos de la paz

Edward Luttwak, historiador y estratega militar de Estados Unidos publicó hace algunos años un provocador artículo en el que expuso las ventajas y la utilidad de la guerra, no solo desde el punto de vista militar, sino desde la perspectiva política.

Luttwak expresó que la guerra es una decisión política que, más allá de toda consideración ética o moral, facilita acabar con los conflictos, al permitir que la parte más poderosa se imponga sobre la más débil. La guerra, en palabras de Luttwak, permite reacomodar fuerzas y posiciones de diferentes actores, al configurar nuevos equilibrios de poder. Históricamente, los períodos más belicosos de la historia han dado paso a etapas de relativa estabilidad y paz, que se caracterizan por un alto crecimiento económico. En pocas palabras, la guerra le pone punto final a los conflictos y permite que las partes en tensión encuentren nuevas pautas para negociar y acordar consensos duraderos sobre los puntos en disputa.

Las reflexiones de este polémico autor pueden servir como referencia para plantear algunos puntos sobre la nueva estrategia del gobierno nacional frente al conflicto armado. La guerra solo sirve si se utiliza para acabar las confrontaciones. En el caso colombiano, si bien es cierto que se ha presentado un fortalecimiento evidente de las Fuerzas Militares, el conflicto llegó a un punto de estancamiento en el que ninguna de las partes puede imponerse definitivamente sobre la otra. No obstante la política de seguridad democrática, las FARC siguen enquistadas en ciertas zonas del territorio nacional y muy difícilmente perderán el control histórico que tienen sobre áreas estratégicas como el norte del Cauca o los departamentos de la Amazonía colombiana. Los costos que ha traído este estancamiento son altísimos, no solo desde el punto de vista presupuestal, sino también desde la óptica de las oportunidades que pierde el país en materia de crecimiento y desarrollo. Por ello, la decisión del gobierno Santos de abrir el espacio para el diálogo podría permitir la exploración de nuevas salidas al conflicto, más allá de lo puramente militar.

Sin embargo, el fin del conflicto armado supone tener en cuenta diferentes aspectos relevantes. Uno de ellos es el costo económico que el país deberá asumir para garantizar la reintegración de los combatientes a la vida civil. Ello exige contar con el apoyo del tejido productivo y del sector empresarial nacional, así éste no esté dispuesto a colaborar económicamente en el proceso, tal como lo reveló una reciente encuesta publicada por la Revista Dinero. El otro aspecto fundamental es el de la justicia. La paz no puede suponer la impunidad y el olvido, ni mucho menos desconocer el derecho de las víctimas a la justa reparación. Dos aspectos que sin duda alguna deberíamos empezar a pensar para que este nuevo proceso no sea solo una expectativa fallida sino una oportunidad real.


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Publicado en La Tarde el 18 de septiembre de 2012 en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/66805-los-costos-de-la-paz.html

viernes, 14 de septiembre de 2012

Obama o Romney: ¿cuál es más conveniente para el mundo? (I)

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Investigación- Política exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo

Obama o Romney: ¿cuál es más conveniente para el mundo? (I)

Una encuesta del Washington Post/ABC News, realizada antes de los acontecimientos en Egipto, Libia y Yemen en contra de las sedes y cuerpos diplomáticos de los Estados Unidos en esos países, indica que el 51% de los americanos confía más en Obama a la hora de manejar los asuntos internacionales de su país, mientras que solo un 38% hace lo mismo con Romney. Este resultado es muy diciente porque en 2008, el discurso internacionalista, transformativo y de esperanza del entonces candidato demócrata, conducía a pensar que debido a una combinación de excesivo idealismo bien intencionado e ingenuidad, Obama llevaría a su país a un estado de grave debilidad internacional, que convertiría el tema de exteriores en su flanco más débil durante el debate electoral de 2012.

El anterior no es el panorama de la encuesta señalada, debido a que la realidad, esa tiránica y asechadora musa que muchos aspiran someter pero que casi siempre termina subyugando a sus cazadores, fue aceptada por el presidente demócrata, llevándolo a dejar muchas de sus promesas a un lado, debido a que sencillamente eran eso: promesas de campaña que estaban fuera de foco con respecto a la realidad. El ejemplo más vistoso, mas no el único, sería el frustrado cierre del centro de detención en Guantánamo, Cuba.

En la misma línea se encuentra el enfrentamiento con los grupos radicales islámicos desde Pakistán hasta Libia, pasando por el Cuerno de África y la Península Arábiga, en donde las fuerzas militares y la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos, han forjado un conflicto, que hace palidecer, lo realizado por la administración de George W. Bush. La utilización de últimas tecnologías, especialmente los ya famosos drones, y la manipulación y hasta presunta violación de las leyes nacionales e internacionales, permitieron implementar una guerra sin cuartel contra las redes terroristas radicales islámicas y asestarles los más duros y contundentes golpes, entre los que sobresale la operación Gerónimo que dio de baja a Osama Bin Laden.

Adicionalmente, encontramos que el candidato de la esperanza, pronto se convertiría en el frío calculador de los asuntos internacionales, cuando por ejemplo, no se dejaría tentar a intervenir rápidamente, y sin toda la planificación necesaria, en lugares como la Libia de Gadafi o la Siria actual. Su reticencia a enfrentar a China, Rusia e Irán de una manera retadora, tal como lo exigen sobresalientes figuras del partido republicano, como John McCain y Mitt Romney, los dos últimos candidatos presidenciales de esa colectividad, lo han hecho asemejarse a una de las grandes figuras del partido del elefante, Dwight D. Eisenhower, quien tenía por principio rector en asuntos de política exterior, evitar todo tipo de involucramiento en conflictos innecesarios. Los casos Libia, Siria, China, Rusia e Irán, son testigos de la búsqueda del actual presidente por emular a su señalado predecesor por medio del pragmatismo. 

Debido a este curso pragmático, se concluiría que la continuidad del actual inquilino de la Casa Blanca, sería la opción más conveniente para el mundo. Su afán por hacer coincidir los verdaderos alcances del poder americano con las acciones realizadas por éste, lo llevaron a ser precavido y a no extralimitarse. 

Pero mientras escribía estas conclusiones, sucedieron los disturbios del pasado martes y han hecho aflorar serias dudas sobre el enfoque del mandatario norteamericano. No solo sobre la sabiduría existente en adoptar políticas que buscan reducir el intervencionismo y liderazgo norteamericanos en los eventos internacionales, es decir, en adoptar el pragmatismo por encima del excepcionalismo americano, que es el discurso republicano, sino también, dudas acerca de cuán realista fue verdaderamente Obama, específicamente en los acontecimientos que fueron denominados como la Primavera Árabe, durante la cual, concretamente, retiró el apoyo estadounidense al presidente egipcio, Hosni Mubarack, dando vía libre al ascenso al poder de movimientos islámicos con marcadas y reconocidas posiciones antinorteamericanas.     

Es posible que estos sucesos, los de esta semana, no cambien, desde el punto de vista estratégico, la conveniencia para el mundo de que continúe Obama en el poder, pero tal vez sí modifiquen las opiniones del electorado y por lo tanto, los acontecimientos recientes, hoy cuentan con la potencialidad de convertirse en el “Lehman Brothers” de las elección de 2012. Es decir, en el evento definitivo que marca una nueva dirección de los acontecimientos. Un gamechanger.

Imagen tomada de: http://articles.businessinsider.com/2012-02-12/politics/31051533_1_romney-talks-mitt-romney-trade-war

Obama o Romney: Una introducción

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Investigación- Política exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo
Obama o Romney: Una introducción

Ha llegado la recta final del extenso y complejo debate electoral en los Estados Unidos. Las convenciones nacionales de los dos grandes partidos han nominado oficialmente, sin deparar sorpresa alguna, a sus respectivos candidatos y ahora nos encontramos a la expectativa de lo que ocurrirá en los tres debates presidenciales, e incluso en el vicepresidencial.

En Colombia, dentro del limitado número de comentaristas que han dedicado sus espacios para hablar sobre las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, se encuentra una clara tendencia favorable a apoyar al actual presidente, Barack Obama, y a denigrar de Mitt Romney y su partido republicano en general. Las razones de este decidido apoyo yacen esencialmente en coincidencias ideológicas frente a algunas acciones del presidente (se destaca el manejo de las crisis financiera y de la industria automotriz y la reforma del sistema de salud), pero por sobre todo, coincidencias con su discurso, el cual es progresista (deber estatal de proteger a los menos favorecidos e invertir en el futuro y reformas favorables a la clase media en el sistema impositivo), diverso (cercano a las minorías étnicas, población LGBT y a las mujeres) y cosmopolita (creencia en la cooperación global y la ley internacional).

En contraposición, Romney y los republicanos son representados por nuestros comentaristas como la quintaesencia del sistema que llevó al borde del colapso a EUA. Ambiciosos e irresponsables banqueros, sin el más mínimo sentido de la caridad y la responsabilidad social al anteponer sus ganancias sobre cualquier otra cosa. Racistas, homofóbicos, machistas y vaqueros que protegen, a como dé lugar, la segunda enmienda, y que en la arena internacional desprecian la cooperación y prefieren las intervenciones armadas, con o sin la aprobación del derecho doméstico o global.

Al ser estos análisis esencialmente producto de las coincidencias con los candidatos en contienda, se pierde de vista el aspecto relevante para definir, que no es la favorabilidad en Colombia de estos candidatos, sino cuál puede ser más conveniente para nuestro país, y éste es el interés general. Esa es precisamente la pregunta que plantea el exembajador colombiano en Washington, Gabriel Silva Luján, en su columna del pasado lunes en El Tiempo, titulada Divide y reinarás, y busca responderla basándose en el elemento señalado al indicar que “los países no tienen candidatos o ideologías, pero sí intereses”, y que realizar un análisis como éste fundamentándose en los discursos y las doctrinas, llega a ser “un poco parroquial”.

Resulta refrescante la visión del exembajador y exministro dentro del contexto colombiano. El presidente Obama “es chévere”, como muy bien lo pone Silva Luján. Científicamente las encuestas en EUA y alrededor del mundo así lo muestran. Empero, ese factor es terciario, incluso, desde el punto de vista frío de los intereses, al interior de los propios Estados Unidos.

Desde acá intentaré dilucidar, más no resolver de manera definitiva, a través de tres capítulos, el cuestionamiento sobre quién es más conveniente entre Obama y Romney para el mundo en general, para los Estados Unidos, y para Colombia. Me centraré en un número reducido de temas pero que serán de gran utilidad para sostener las conclusiones finales. 

Imagen tomada de: http://firstread.nbcnews.com/_news/2012/07/10/12660842-first-thoughts-the-importance-of-colorado-and-iowa?lite

martes, 11 de septiembre de 2012

Innovación: auténtica paz

Columna La Tarde
Fundación Kíos

Innovación: auténtica paz

Hace muchos meses atrás, en este espacio, hablábamos de que en Colombia la palabra paz se había convertido en la muletilla perfecta, que permitía explicar por qué nos mantenemos en un estado de subdesarrollo, inequidad y violencia. Hoy retomamos el tema aprovechando la doble coyuntura descrita por de la iniciación de las negociaciones para terminar el Conflicto, así no más, sin sus apellidos completos, Armado e Interno (CAI), “que afecta a Colombia desde hace medio siglo”, y el nombramiento del doctor Carlos Fonseca Zárate como nuevo director del Departamento Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias.

 A nuestro parecer, nadie diferente a Claudia López, en su última columna en La Silla Vacía, ha podido explicar de manera tan clara los verdaderos alcances que tienen para el futuro del país las conversaciones que gobierno y Farc han entablado para terminar el CAI. Dice la comentarista: “La agenda del fin del conflicto armado con las Farc es con sus matones, la de la paz es con los ciudadanos. Y esas dos agendas pueden coincidir en el tiempo, pero no deben mezclarse ni en contenido ni en interlocutores, so pena de someter a los ciudadanos a la infame posición de hacer fila detrás de los matones de las Farc. Si las Farc quieren hacer parte de la agenda de la paz, que dejen primero las armas.”

Es allí, en esa agenda de paz con los ciudadanos, donde se vuelve central el rol que desempeñará el doctor Fonseca. En Estonia, nos indica Wired Magazine, el gobierno ha comenzado a ofrecer dentro de su currículo educativo, desde los primeros años de educación básica primaria, clases de codificación, debido a la necesidad urgente con que cuenta este país para contratar programadores informáticos y mantener su economía del conocimiento, que ha dado, entre otros, desarrollos tales como el popular dispositivo de comunicación Skype.

 El afán de la Fundación Kíos radica en que el Estado colombiano y la sociedad que éste ampara, no parecen contar con la suficiente conciencia de la realidad que se nos viene encima. En un mundo en donde Internet es omnipresente y los tratados comerciales están a la orden del día, consolidando un ambiente de apertura y competencia nunca antes visto, sostener nuestras esperanzas de un mejor futuro sobre los resultados de una negociación con un grupo armado ilegal, unos matones, no parece ser la apuesta más acertada. El entusiasmo viral que se ha vivido desde el anuncio de las conversaciones con las Farc, debería trasladarse al del nombramiento del señor Fonseca en Colciencias. Esta es una de las instituciones responsables de ponernos en la senda correcta, la cual consistiría en aprovechar productiva y eficientemente, por sólo citar un ejemplo, la enorme biodiversidad con que cuenta Colombia. Dicho aprovechamiento no se dará adoptando trasnochados y radicales discursos ambientalistas, sino aplicando ciencia y tecnología que permita innovar en campos como la genética, la medicina y las ingenierías. Para esto necesitamos trabajadores calificados, y Colciencias es vital para lograrlo. Y así, innovando, es como se construye verdaderamente paz. 

Publicado en La Tarde el 11 de septiembre de 2012 en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/66394-innovacion-autentica-paz.html

domingo, 9 de septiembre de 2012

De los buenos ¡líbranos Señor!


Columna de opinión
Gnothi Seauton

De los buenos ¡líbranos Señor!
Escribe en El Tiempo Ricardo Silva Romero sobre la segura reelección del procurador general de la nación, señor Alejandro Ordóñez. Silva lo tilda de peligroso para la democracia y la paz colombianas, entre otros elementos, porque Ordoñez, como procurador “respaldó aquel referendo reeleccionista que quiso desmontar nuestra democracia”, ha buscado “impedir la despenalización de la droga, el aborto terapéutico y el matrimonio homosexual” y porque numerosos columnistas “han documentado el maquiavelismo, el oportunismo, el clientelismo salvaje” que convierten a este funcionario en un político sectario y retrogrado. Evidentemente oscuro para el país.

A Gnothi Seauton siempre le ha llamado la atención cómo los formadores de opinión de izquierda en general, que son la abrumadora mayoría, aquí o en Cafarnaún, consideran que aquellos que poseen dogmas o ideologías de derecha, no son aptos para ocupar cargos públicos de cualquier tipo por ser precisamente eso: de derecha. Pocos de estos opinadores caen en cuenta que sus críticas no pueden ser exclusivamente hacia las ideas que encarnan los representantes de la denominada derecha, y de manera lúcida, agregan observaciones hacia su comportamiento legal, ético y moral, aquello del proceder maquiavélico, oportunista y clientelista. Bien por Silva, hasta ahí.

Ahora, lo verdaderamente atractivo es que estos mismos columnistas suelen ignorar esas falencias legales y éticas sobre aquellos oficiales públicos que sí cumplen con su lista correcta de ideas y objetivos. El mejor ejemplo reciente es el de la Corte Suprema de Justicia. Durante los días de su enfrentamiento con el entonces presidente Uribe Vélez, los magistrados de la corte eran un dechado de virtudes y valor cívico, y nunca, por ningún motivo, funcionarios con aspiraciones distintas a las de impartir justicia imparcial y en puro derecho. Posibilidades de que estos administradores de ecuanimidad fuesen maquiavélicos, oportunistas y clientelitas: ¡ninguna!  

Más temprano que tarde fue descubierta la evidente realidad. Durante la fallida reforma a la justicia, los magistrados, no solo de la Corte Suprema, sino del Consejo Superior de la Judicatura, el Consejo de Estado y hasta de la prestigiosa Corte Constitucional, que son casi una centena de personalidades, sin contar sus magistrados auxiliares, que como se ha sabido, han sido acreedores de “palomitas” para poder obtener jugosas pensiones financiadas con los recursos del erario, sacaron a la luz pública, de qué verdaderamente están hechos: maquiavelismo, oportunismo y clientelismo.

Las críticas que Silva hace a Ordóñez, que verdaderamente podrían ser utilizadas como descalificadoras para el intento de reelección del segundo, serían las últimas, pero como vemos, ese comportamiento no sería exclusivo de este funcionario. Los valores y principios de Silva se ven amenazados por los de otra persona, en este caso un funcionario como Ordóñez, pero esa no es razón suficiente para descalificarlo.

Utilizando la perspectiva correcta y realista, más bien el problema radica en, lo que otro columnista de izquierdas, Rodrigo Uprimny, mencionaba en febrero pasado al hablar también sobre la temida reelección del procurador, y es que un estudio detallado muestra que todas las atribuciones de la Procuraduría General de la Nación corresponden también a otras entidades, que podrían desarrollarlas en forma más especializada y eficiente”.

Este mismo principio de economía institucional, y por lo tanto también financiera, aplicaría al sistema de justicia colombiano, por solo continuar con el ejemplo arriba utilizado. ¿Necesitamos tres cortes de última instancia? ¿Necesitamos que los jueces funjan de gerentes administrativos y financieros del sector desde un monstruo burocrático e ineficiente como el Consejo Superior? ¿Necesitamos un Fiscal y una Fiscalía “independiente” del Ejecutivo? 

Gnothi Seauton está al tanto a la perfección de que los enfoques fuera de perspectiva hacia el análisis de los distintos problemas del país y el mundo también provienen de los comentaristas de derecha, pero el tono redentor e infalible (¿y fanático?) de la izquierda resulta más inquietante, debido a que al ser los supuestos abanderados de la libertad de ideas, resulta contradictorio que, como dice Silva, bien pueda y tengan sus ideas los de la derecha, pero en cargos públicos, ni se aparezcan (“Yo voto porque tenga voz, porque crea en el Dios que más le sirva, porque defienda sus dogmas hasta declararse perseguido por las minorías, pero en un lugar muy, muy lejano de la Procuraduría: donde sepamos quién es”). Cuando ocupar cargos públicos, incluidos aquellos en donde se hace justicia, es precisamente el objetivo de la dinámica política, sobre todo a la hora de impulsar e imponer las formas y los fondos que a cada quien le parecen más adecuadas.     

Como se puede inferir del escritor y columnista Juan Esteban Constaín, conservador según él mismo: de los buenos, ¡líbranos Señor!

Imagen tomada de:  http://www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-371351-esta-casi-cantada-reeleccion-de-alejandro-ordonez-procurador

El deber ser frente a la desabrida realidad


Columna de opinión
Gnothi Seauton

El deber ser frente a la desabrida realidad

Deplorable y dantesco el espectáculo de alias Timochenko hablando por televisión nacional con tal soberbia y desfachatez acerca de la justeza de sus actuaciones. Y más escalofriante es ver las similitudes entre los discursos de este notable criminal y violador de derechos humanos, con el de personalidades tales como Iván Cepeda, Piedad Córdoba, Gustavo Petro y Jorge Enrique Robledo. Anotamos esto porque fue por asentir con manifestaciones de este tipo, provenientes de personajes como Salvatore Mancuso y Carlos Castaño, que varios políticos nacionales y regionales fueron condenados por colaborar y/o hacer parte de la estructura de las Autodefensas Unidas de Colombia, otra de las muchas organizaciones criminales nefastas que han existido en nuestro país, pero aún así, en esta nación, eventualmente han terminado siendo merecedoras de ser puestas a la altura del Estado y la sociedad que éste representa.

En su discurso, alias Timochenko nos anuncia una nueva refundación de la patria. El término es el mismo que usaron las AUC y sus colaboradores políticos. No es una extraña casualidad, sino la vacía perorata constante por la que estas organizaciones se han caracterizado en definitiva. Sea el Pacto de Ralito o el último discurso del máximo líder de las Farc, ambos prometen ríos de leche y miel, por supuesto nunca posibles de cumplir, porque detrás de ellos existe exclusivamente una estrategia para cautivar incautos mientras acumulan mayor poder. En realidad este comportamiento no se aleja demasiado del de aquellos que podríamos considerar como políticos honorables. La diferencia preocupante en este caso, es que Timochenko y las Farc, así como en su momento lo tenían Castaño y Mancuso y las AUC, cuentan entre sus procedimientos cotidianos de acumulación de poder, además de los discursos, la violencia sistemática y la riqueza proveída por el control de uno de los negocios más rentables sobre la faz de la tierra: el tráfico ilegal de estupefacientes. Es decir, simple y llanamente son criminales. Infractores del Derecho Internacional Humanitario, violadores de los derechos humanos, rateros.

En un país ideal, y quizás en uno sencillamente serio, negociaciones, más allá del sometimiento de este tipo de personajes al imperio de la ley, no deberían tener lugar y mucho menos serían consentidas por una abrumadora mayoría de la opinión pública y del liderazgo que la encabeza.

Ese es el deber ser, pero aquí, como en cualquier otro lado del mundo, en definitiva se impone la realidad. Tristemente, la nuestra es una realidad desabrida y debemos convivir con ella, incluso, admitirla. ¿Por qué tan lúgubre escenario? Primero por la existencia de ese magno negocio que ya mencionamos, que es el narcotráfico. Y en segundo lugar por la debilidad crónica del Estado colombiano. Sin la menor de las dudas, durante el gobierno de Álvaro Uribe y presuntamente también durante lo que va corrido del de Juan Manuel Santos, el Estado colombiano se ha fortalecido. Ha ido ocupando el territorio de manera imperfecta e incompleta, pero la situación es sustancialmente mejor que la que se encontraba en el siglo pasado. No obstante, la sima de partida era tan profunda, que lo que se ha avanzado no alcanza para someter y aniquilar, de una forma u otra, a una organización tan insignificante como las Farc.

Gnothi Seauton ha afirmado que las Farc son una organización pobre y débil con respecto a lo que el imaginario colombiano considera. Y es allí donde reside la desgracia nacional. Tanto la derecha como la izquierda, así como el centro, creen que las Farc son la amenaza superior para el Estado y la sociedad colombiana. Las verdaderas amenazas se encuentran en la pobreza de las instituciones y la infraestructura, la debilidad y rigidez de los mercados y el estado de penuria en que se encuentran los sectores educativo, tecnológico y científico. ¿Se necesita de las Farc para tomar los caminos correctos que corrijan estos problemas?

India, Brasil e incluso Italia, son países que cuentan con graves amenazas a su seguridad nacional, y no obstante a lo largo de la historia han asumido con responsabilidad los sacrificios necesarios para mejorar estos asuntos. Y aunque la violencia molesta y es factor de inestabilidad interna, a nadie se le ocurriría en estos países negociar el modelo de propiedad, los sistemas productivo y educativo, o la configuración de las ramas del poder público, con la insurgencia maoísta, los carteles de droga de las favelas o la mafia.

Las negociaciones que se van a reiniciar a mediados de octubre entre el gobierno colombiano y las Farc no deberían adelantarse con la agenda anunciada en un mundo ideal o serio. Pero la realidad colombiana nos lleva a aceptarlas. Ahora, la pregunta yace en qué estamos dispuestos a aceptar. Gnothi Seauton considera que el quid del asunto radica en la elegibilidad o no de los miembros de las Farc que hayan cometido crímenes distintos a los que el ordenamiento legal colombiano denomina como políticos.

¿Está dispuesto el país a aceptar a que alias Timochenko y compañía participen en elecciones u ocupen cargos públicos sin haber pagado un solo día de cárcel?

Y por último. Si las Farc se desmovilizan, pagan penas alternativas, prometen no repetición, reparan víctimas, dicen la verdad y quedan sin el derecho de elegibilidad, el narcotráfico continuará y con el la violencia que este causa. Seguramente mejorará la situación de seguridad en general y en múltiples regiones del país, pero estaremos al frente de un escenario similar al que se vive hoy en el norte de México y en las ciudades del Brasil, por dar dos ejemplos. Todo consecuencia de la debilidad del Estado colombiano.  

Imagen tomada de: http://www.elheraldo.co/noticias/nacional/timochenko-promete-perseverar-sin-tregua-en-la-lucha-por-la-paz-80801

martes, 4 de septiembre de 2012

El nuevo gabinete de Santos

Columna La Tarde
Fundación Kíos

El nuevo gabinete de Santos 

Con la designación de cuatro nuevos ministros, arrancó en forma el “segundo tiempo” del gobierno Santos. 

Será un período que se caracterizará por la necesidad de presentar resultados concretos en varios frentes: infraestructura, lucha contra la pobreza y la desigualdad, equidad y desarrollo regional, competitividad y crecimiento económico y por supuesto, seguridad y convivencia. Todos estos ámbitos de trabajo requieren contar con el liderazgo de gerentes públicos, que no solo tengan una gran capacidad de gestión, al encontrar los mejores caminos y esquemas para la operación y financiación de los programas y proyectos, sino que también puedan conciliar posiciones políticas, tender puentes con los otros poderes públicos y ser interlocutores sectoriales frente al Congreso.

En la cartera del Interior, Santos nombró a Fernando Carrillo, quien deja la dirección de la naciente Agencia de Defensa Judicial de la Nación. Sin duda alguna, Carrillo es un técnico, que ha probado su idoneidad en diferentes cargos, tanto en el sector público como en instituciones financieras internacionales. No obstante, su gran reto consiste en mantener la coalición de gobierno ahora que se avecina un inminente diálogo con las FARC, lo cual puede generar múltiples divergencias y puntos de vista encontrados entre los sectores políticos que aún definen si continúan apoyando a Santos o mantienen su lealtad con el uribismo.  En Transporte, tras la turbulenta salida de Miguel Peñaloza, el Presidente se decidió por Cecilia Álvarez Correa, quien llega del Fondo Nacional de Adaptación. Más que una experta en ingeniería y construcción, Álvarez reúne múltiples habilidades gerenciales y administrativas, que han sido demostradas en su paso por diferentes empresas del sector financiero e industrial. La infraestructura es un asunto de administración que implica estructurar los proyectos e identificar las fuentes de financiación requeridas, así como impulsar esquemas que potencien y favorezcan la participación del sector privado. Álvarez será responsable de lanzar las concesiones de cuarta generación, mecanismo que permitirá emprender diferentes obras civiles vitales para garantizar la conectividad regional.

En la cartera de Salud, ingresó Alejandro Gaviria, hasta el momento decano de la facultad de economía de la Universidad de los Andes. Los retos del nuevo ministro no son de poca monta, teniendo en cuenta la crisis que afronta el sector. Así mismo, es clave avanzar en la reforma pensional y en la optimización del sistema de aseguramiento en salud, con especial énfasis en los sectores más vulnerables en donde se presentan altas tasas de informalidad y subempleo.

En Medio Ambiente, Santos se la jugó por Juan Gabriel Uribe, político y periodista de origen conservador, quien tuvo una importante figuración en el gobierno Pastrana. El Presidente no se la jugó por un reconocido ambientalista, sino por un hábil negociador, lo cual, en los círculos políticos, se ve como una jugada maestra para impulsar el tema de la paz.  Los demás cambios en el gabinete, refuerzan la tendencia de Santos por consolidar un círculo cercano, afín  a sus posiciones ideológicas. Así mismo, la llamada “crisis ministerial” es un factor que consolida su distancia con el uribismo, al allanar el camino para un segundo período presidencial y deslindarse por completo de las posiciones y los trinos del ex presidente. Sin lugar a dudas, un gabinete para hacerle seguimiento.

Publicado en La Tarde el 4 de septiembre de 2012, en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/66064-el-nuevo-gabinete-de-santos.html