jueves, 27 de septiembre de 2012

Elecciones en Venezuela: ¿cuál es el escenario más conveniente para Colombia?


Investigación- Política de exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo


Elecciones en Venezuela: ¿cuál es el escenario más conveniente para Colombia?

Algo se ha escrito sobre las repercusiones que tendrán las elecciones presidenciales a celebrase en Venezuela este próximo 7 de octubre. Algunos se han enfocado hacia la lucha ideológica y maniquea que existe entre los dos candidatos más importantes y las consecuencias que para el futuro de la misma Venezuela, de la región y hasta del mundo, tendrá el resultado. Desde esta columna deseamos enfocarnos, usando el sombrío prisma del interés nacional, en cuál es el resultado más conveniente, o quizás, cuál es el que representa menos riesgos e inestabilidad para la nación colombiana y el Estado que la representa.

Por supuesto, deben ponerse en contexto, como elemento principal, las negociaciones que se adelantan entre Bogotá y las Farc, las cuales entrarán en la fase decisiva al siguiente día de la realización de los comicios electorales en Venezuela. Lo anterior porque el gobierno actual de Caracas ha tenido un rol central en el desarrollo de las mismas.

Entre los críticos de ese embrión de acuerdo con las FARC para la terminación del Conflicto Armado Interno colombiano (mal llamado proceso de paz), resalta el hecho de que la posición del gobierno de Chávez ha sido claramente contraria a los intereses colombianos y altamente favorable a los de las Farc, al proveer refugio a sus tropas y a sus líderes, entregándoles una valiosa retaguardia estratégica militar y política. Los maldicientes de la nueva negociación arguyen que la situación en Venezuela debe cambiar dramáticamente hacia una en la que los líderes y militantes de esa organización criminal y/o guerrillera sean perseguidos con la estrecha colaboración de las autoridades colombianas.

Por supuesto, ese es el escenario ideal. Pero debemos recordar siempre que normalmente lo ideal se encuentra considerablemente alejado de lo real. Debemos acordar que sólo hasta 2002 el Estado colombiano se embarcó en un proceso serísimo de persecución de ese grupo armado ilegal. Antes del Cagüán, antes de Tlaxcala y Caracas y antes de los acuerdos de La Uribe, la debilidad y el desinterés (¿complacencia?) de la dirigencia colombiana era tal, que la situación actual podría llegar a ser descrita como una similar a la que hoy tenemos en Venezuela con respecto a las Farc.

Cuando en 2002 cambió esta actitud, en Venezuela ya estaba de primer mandatario Hugo Chávez. Aunque las relaciones entre Uribe y el teniente coronel fueron, durante la mayor parte del gobierno del primero, estables y cordiales, por lo menos de dientes para afuera, no hay evidencia de que en el país vecino existiera el interés por colaborar con la guerra contra las Farc que en Colombia comenzaba a escalarse a niveles nunca antes vistos. De hecho, con el paso del tiempo, y esta fue una de las razones que llevaría a la ruptura definitiva entre Uribe y Chávez, el inquilino de Miraflores decidió jugársela, de manera abierta, a favor de las Farc.

Por supuesto esto es horrible para los intereses colombianos. Más allá de la argumentación acerca de los principios y valores antidemocráticos que puede llegar a encarnar Chávez y su gobierno, su actitud era (es) anticolombiana. Hoy es cada vez más claro que Santos llegó a la presidencia dispuesto a jugársela duro por la paz. ¿Alguien tiene duda de que el tema primordial de todos sus encuentros, desde aquel primero, el 10 de agosto de 2010 en la Quinta de San Pedro Alejandrino, no era la apertura de un diálogo con las Farc? Por supuesto que nadie.

Santos no inicia esta apuesta desde la ingenuidad, sino desde la valoración del interés nacional colombiano, aplicando de una manera muy destacada el pragmatismo. Por ejemplo: ¿cuáles son algunas de las preguntas que existen, por lo menos en algunos círculos, acerca del proceso electoral venezolano próximo? ¿Se robará Chávez las elecciones? ¿Y si pierde y eso se comprueba, saldrá voluntariamente del poder? ¿Se mantendrá a la fuerza? Si estos interrogantes existen hoy, a una semana larga de los comicios, y después de enterarnos de serias dolencias físicas que ha venido padeciendo el teniente coronel, en 2010 se podía considerar como seria y segura la probabilidad de que Chávez se mantendría en el poder hasta el día del juicio final. Acordémonos que su mentor no es otro que Fidel Castro, quien lleva liderando los destinos cubanos desde 1959.

Santos entonces entiende, puede uno especular, que Chávez es clave, no solo por su ascendencia ideológica sobre las Farc, sino porque les ha dado, por lo menos, refugio, pero también porque planea estar en el poder por mucho tiempo.

A dónde nos llevan estas reflexiones. Desde el marco de las actuales conversaciones con las Farc, el resultado más conveniente para Colombia y para el gobierno de Juan Manuel Santos, es un triunfo de Chávez. Es probable que si Chávez se queda haciendo evidente trampa, o lo totalmente opuesto, gana de forma aplastante, esto puede conducir a unos escenarios no tan positivos para el interés nacional colombiano en general. Pero ese es el punto. El futuro es oscuro, no por lo negativo que pueda ser, sino porque sencillamente es casi imposible de pronosticar, sobre todo en ambientes como el existente en Venezuela, donde las reglas de juego no son claras.

El señor Capriles, el contendor de Chávez, puede llegar a ser una interesante apuesta para Venezuela, el continente, y más importante para Colombia. ¿Pero podría Capriles, una vez en el poder, controlar a sus Fuerzas Armadas? ¿Podría mantener con recia mano la estabilidad en Venezuela necesaria para apoyar el proceso con las Farc? No lo sabemos. Por eso Capriles es una apuesta arriesgada. Más arriesgada que la apuesta Chávez.

Hay otros aspectos que se podrían considerar para definir la conveniencia para Colombia del resultado en Venezuela, donde sobresale el de las relaciones comerciales de los dos países, con todo lo que se puede desprender de allí, pero desde acá consideramos que en este caso, desafortunadamente, imperfectamente, lo urgente mata a lo importante.

Imágines tomadas de: http://diariodecaracas.com/pol%C3%ADtica/capriles-ch%C3%A1vez-caradurismo-mentir-sobre-farc y http://www.eluniversal.com/2011/05/13/iiss-the-farc-financed-chavez-before-1999.shtml

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