Columna de opinión
Gnothi Seauton
Las santas Farc han llegado para salvar a
Colombia
Dice, sin el más mínimo rastro de rubor, el
nuevo copresidente de la Comisión de Paz de la Cámara de Representantes, el
liberal Joaquín Camelo, que debe reactivarse la figura del Alto Consejero de
Paz (no se puede desaprovechar la oportunidad de unos diálogos, otros más en la
historia del país, para crear burocracia), no solo para negociar con las Farc,
sino para que, oigan bien, esta figura sea también el vocero del gobierno “hacia
el conflicto social que vive el país”.
Para no quedarse atrás, la otra copresidente de
esta magna célula del legislativo, la representante del Partido Verde, la
impertinente y estrecha Ángela María Robledo, va más allá y contrapuntea: “Ya
es hora que de la mano de una agenda de la paz, que todos celebramos, podamos
también transformar las desigualdades sociales, redistribuir la tierra y la
riqueza, acabar con la corrupción y el clientelismo y con la explotación
irracional de nuestras riquezas”. Espectacular.
Así, después de todo, resultó que la solución
de todos nuestros problemas, en efecto se encontraban directamente relacionadas
con las Farc. Ahora que van a dejar de echar tiros, por qué nos vamos a detener
en debatir la agenda nacional con ellos y en darles puestos en el Congreso como
el brillante Fiscal General y otros han dicho. ¿Por qué no nombrar de una vez a
Timochenko, a Márquez y compañía, como reemplazo del presidente, las cortes y
el Congreso? ¿Por qué no sacar de la cárcel a Joaquín Pérez Becerra, director
de Anncol, y darle la dirección de alguno de los medios más prominentes e
influyentes del país? Y a alias Sonia, extraditada a los Estados Unidos por
narcotráfico, ¿por qué no facilitarle entonces la dirección de Ecopetrol y que así
aumente las ganancias del Estado?
En fin, ahora resulta entonces que efectivamente
las Farc tenían razón en su lucha. Olvídense de las bombas, los secuestros, los
asesinatos selectivos, los desplazamientos, el tráfico de drogas, la minería
ilegal, las pescas milagrosas, la extorsión y un largísimo etcétera de
arocidades y afrentas al Estado de Derecho. Todo era bienintencionado. Todos
esos comportamientos estaban plenamente justificados. Ellos, en su infinita
sabiduría y amplitud estaban tratando de enseñarnos, siempre desinteresadamente,
cómo es que hay que comportarse en sociedad. Cómo construir una sociedad
equitativa, impoluta, participativa. ¡Gloriosa!, simplemente gloriosa.
Para ir avanzando rápidamente en esta verdadera
solución final, comencemos por incluir en este proceso a los sindicados del
atentado contra el infame “héroe de Invercolsa”, Fernando Londoño. Sus acciones
se debieron a la inequidad y a la crisis social existente en nuestro país. No
perdamos tiempo y actuemos. Que la solución es fácil. No nos habíamos dado
cuenta antes.
Gracias Joaquín. Gracias Ángela María. No
menciono al otro copresidente, al señor representante Iván Cepeda. Su
prontuario y carácter es mayormente conocido.
Es increíble que José
Obdulio Gaviria esté más cerca del acierto que todos estos brillantes políticos.
Y que muchos formadores de opinión, jueces, fiscales, sacerdotes, empresarios y,
de nuevo, un largo y decepcionante etcétera.
Si las Farc se desmovilizan el panorama de
inequidad y violencia que hoy afrontamos no será modificado radicalmente debido,
esencialmente, al asunto de la prohibición de las drogas y a la debilidad extrema del Estado colombiano. Algunas mejoras
sustanciales ocurrirán, y esto es más que deseable, pero el resultado será uno
muy similar al que hemos visto con el fin de las Autodefensas Unidas de
Colombia, el M-19, el EPL, el Quintín Lame o las guerrillas liberales de la década de 1950, por solo mencionar los escenarios desde la segunda década del siglo pasado. Un estado lejano a la perfección que se debe a esa maldición de la
prohibición y al raquitismo estatal. El resto es pensar con el deseo de manera irresponsable, irreal y
hasta peligrosa.
Espero que el presidente Santos, y muy pronto,
deje claro que este tipo de comentarios, provenientes de estas personalidades, no
los comparte y que la guía de sus
negociaciones con las Farc no cuenta con ese talante ni con esas metas.
Si no es así, que sepa el señor presidente que nos va a tocar a muchos, sin
profuso agrado pero con gran determinación, ir buscando nuevo candidato, no
sólo para sacarlo de la presidencia en 2014, sino, principalmente, para detener
esta cobarde, indecente y mentirosa maniobra.
¡Arriba las Farc! Vamos a ver.
Imagen tomada de: http://www.hechoencali.com/las-farc-orates-armados/
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