Columna de opinión
Gnothi Seauton
Alboroto
prohibicionista: ¿Insensatez necesaria?
Vaya
alboroto el que se ha venido generando con la decisión del gobernador de
Antioquia, Sergio Fajardo, por prohibir los reinados de belleza dentro de las
instituciones educativas públicas de su departamento. Algunos se han
manifestado a favor de la medida afirmando, entre otras cosas, que las
escuelas no están para promocionar actividades y valores que no aportan al desarrollo
interior,
intelectual y espiritual, de los jóvenes, y que los reinados son actividades
que denigran a la mujer. Otros acusan a Fajardo de comportarse como el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, lanzando insulsos
globos para distraer a la opinión pública de los problemas realmente urgentes.
Y por último, hay quienes afirman no ver elementos positivos en los reinados y
toda la parafernalia que se ha ido construyendo alrededor de ellos, pero que
ven como antipático, por decir lo menos, el mero acto de prohibirlos,
debido a que esto no elimina ni enfrenta las causas del fenómeno que pretende
alejar, configurándose en una fórmula facilista que evita realizar las
preguntas críticas que permitirían analizar seriamente el asunto, y con ello
acercarse a una real solución.
No es que
Gnothi Seauton le tenga miedo al enfrentamiento y a la polarización, pero ve
algo de cierto en cada una de esas posiciones. Pensaría que, efectivamente, los
centros educativos están para hacer explotar los talentos de los estudiantes, pero
desfiles y reinados sosos y repetitivos no califican allí, inicialmente.
También estaría de acuerdo en que ante tanto problema, ¿cómo es posible que
Fajardo se esté haciendo notar por esta medida? Lo puede hacer, pero ¿es esta
una disposición de tal magnitud que deja a un lado otros desafíos? Se quisiera pensar que el alboroto no es tanto una creación del
gobernador paisa, y sí una proveniente de los grandes medios de comunicación
que se detienen muchas veces en asuntos baladís. Pero eso es sólo una
conjetura. En definitiva, nuestro parecer se arrima más a la observación de la
prohibición, de ésta y muchísimas otras conductas, como desapacible, limitada y
anodina.
Prohibir es
el camino fácil. Permite entregar las responsabilidades a otros. Siendo
pragmáticos esto no tendría nada de malo. ¿Qué ventaja hay en ser el responsable?
Cuando algo malo sucede qué es por lo primero que se indaga: ¡¿Quién fue el
responsable de esto?! Entonces parecería ser la opción acertada. Sin embargo,
en el mundo al que asistimos, el real, el de toda la vida, la prohibición
ignora los orígenes de los fenómenos que busca someter y crea estímulos para
que esos comportamientos surjan de maneras, incluso, más degeneradas, y por lo
tanto los efectos resultan ser más nocivos e indeseables. En pocas palabras,
prohibir reinados, corridas, matrimonios, drogas, comercio, armas y un largo
etcétera, no es la solución inteligente y comprensiva que se merecen estas
dinámicas. Eso sí, facilitan evitarse complicadas preguntas y sus evasivas
respuestas.
Si hoy se
prohíben los reinados de un tajo, se puede dar pie a prohibir los deportes (en
buena hora los olímpicos), las fiestas de grado, los paseos, las emisoras
estudiantiles. Al principio puede no parecer que exista un vínculo entre estas
actividades y los reinados, pero eso no le importa al prohibicionismo. La
sensatez no es una de sus características sobresalientes. Los reinados en los
colegios, bien orientados pueden convertirse en espacios creativos y de
experiencias valiosas para aquellos que se involucren en el diseño o escogencia
de las prendas, o en la producción de la coreografía, o en el manejo de la
música y las luces y hasta en la generación y administración de los recursos
asignados. Hacer todas estas cosas medianamente coordinadas y bien puede ser un
logro sobresaliente, producto de un esfuerzo valioso. ¿Por qué se va a eliminar
un potencial espacio pedagógico como éste? Pues resulta que es más fácil
prohibir de raíz que “enredarse” en una aventura como esta.
Ahora bien,
a Gnothi Seauton le agrada el énfasis de Sergio Fajardo en el tema de la
educación. Es, de lejos, el líder con mayor visualidad en este tema en nuestro
país y por lo tanto es un activo gigantesco para el futuro. Por lo tanto,
siendo realistas y prácticos, la medida del gobernador puede ser vista como una
no muy acertada desde el punto de vista filosófico, pero sí quizás desde el
punto de vista político y pragmático. A veces para llegar a un fin, en el
camino deben tomarse decisiones que no van a rimar con la perfección o ni
siquiera con lo meramente aceptable. Pero es necesario escogerlas para llamar
la atención, para darse un respiro, para hacerse notar. Demos un breve margen
de espera. La prohibición de unos reinados no deberá ser la gran conquista de
la gobernación de Fajardo sino, lo que él ambiciosamente ha llamado, “Antioquia
educada”.
¡Qué
alboroto!
Imagen tomada de: http://noticias.terra.com.co/nacional/polemica-fajardo-prohibe-reinados-escolares-en-antioquia,ae1b4f098b019310VgnVCM5000009ccceb0aRCRD.html
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