viernes, 19 de octubre de 2012

Un necesario debate filosófico sobre las relaciones internacionales


Investigación- Política exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo

Un necesario debate filosófico sobre las relaciones internacionales

Escribió en El Tiempo la internacionalista Laura Gil, sobre la situación del litigio entre Colombia y Nicaragua por el archipiélago de San Andrés y Providencia. La narrativa que el gobierno colombiano ha presentado ante la opinión pública afirmaba que no existía la más mínima posibilidad de que las islas de San Andrés y Providencia fueran entregadas al gobierno en Managua. 

Gil, sin embargo, argumenta que esta posibilidad es real. Existe, dice, un antecedente reciente en un fallo de una corte distinta a la Corte Internacional de Justicia, entidad encargada de dirimir la discusión legal entre Bogotá y Managua, que es el Tribunal del Mar, favorable a Bangladesh, nación que con un razonamiento similar al de los centroamericanos, obtuvo 111 mil kilómetros cuadrados de mar en la bahía de Bengala, a coste de Birmania.
 

Debe resaltarse de la columna de la analista colombo-uruguaya la aparente falta de transparencia de los gobiernos colombianos frente a este asunto. Pero lo que más preocupa es el consejo de Gil:


¡Menuda conclusión! Sin duda, el ánimo de muchos internacionalistas, no tanto de profesión como de espíritu, consiste en que el derecho sea la guía exclusiva de las relaciones entre las naciones y los pueblos del mundo. Es un punto de vista respetable pero seriamente discutible.

Aunque Gil indica que esta posibilidad, que extraemos en forma de cita de su escrito, es muy reducida, pues lo describe como "lo impensable", tal como lo indicamos entre paréntesis, sí revela una peligrosa fe excesiva de estos analistas y su escuela de pensamiento, y por lo tanto de acción, en el derecho. 

Sin duda, la ley es vital para permitir el acrecentamiento de los distintos flujos e intercambios humanos. Desde los comerciales y diplomáticos, hasta los culturales. Pero por ser humano, es ambiguo y se encuentra en constante, sino permanente, estado de interpretación y por lo tanto de disputa. Los antiguos navíos ingleses llevaban algunos de sus obuses con una inscripción que rezaba así: "el último argumento del Rey". 

Como en muchas ocasiones lo hemos advertido, no estamos llamando a los dioses de la guerra. A lo largo de la historia se encuentran guerras estúpidamente concebidas y/o estúpidamente llevadas. Pero así como el derecho, las armas son un instrumento utilizado por las naciones responsables. De nuevo es necesario hacer claridad, porque desde esta trinchera de opinión, valga el símil aquí, no se hace un llamado a reaccionar violentamente ante un fallo adverso a los intereses colombianos. 

Lo que deseamos resaltar, antes que una forma de cómo comportarnos ante ese supuesto fallo, es una reflexión de carácter filosófico sobre cómo en Colombia se asumen los asuntos internacionales. Digo Colombia porque este es nuestro país, pero este tipo de comportamiento mental no es exclusivamente nuestro. 

Digo, entonces, que no es de naciones serias asumir posiciones tan pacifistas, corrijo, entreguistas, como las que anuncia como recomendables y originadores de orgullo la señora Laura Gil. Y no nos llevemos a engaños, este ha sido el pensamiento colombiano a lo largo de su historia republicana. Aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados terrestres se han rendido ante Venezuela, el Brasil, Perú y Panamá, siempre sin chistar en lo más mínimo. Siempre respetando y celebrando el derecho internacional, mientras quienes se han hecho con estos territorios, han usado “el último argumento del Rey”, por lo menos con mayor habilidad e inteligencia que Colombia. Con mayor realismo.
 
Eso es lo que explica en buena medida el actual armamentismo, no solo de Venezuela, sino también de Brasil y de Chile, por hablar de Suramérica. Brasil ha gritado a los cuatro vientos en el último mes el despliegue de tropas a lo largo de la frontera selvática con Bolivia y el Perú. De tropas militares, no de legiones de médicos y profesores como muchos internacionalistas aspiran. 

Y como lo hemos señalado en anteriores oportunidades, la utilización de la fuerza no excluye, ni más faltaba, la utilización de otras herramientas, entre ellas el mismo derecho y el incorrectamente denominado gasto social. Pero no es de hombres sabios limitar las propias opciones y considerar el derecho como la herramienta exclusiva y pensar en reducir el gasto militar para satisfacer unas conciencias radicalmente pacifistas. Un comportamiento así, termina siendo algo de necios y no de competentes.  

Imagen tomada de:
http://seamarazul.blogspot.com/2007/12/bucear-en-clombia-isla-de-san-andres.html y
http://governancefocus.blogspot.com/2011/05/brazil-amazon-rainforest-deforestation.html

2 comentarios:

  1. and what about it....:la soberanía de esos territorios marítimos quedó bajo control de Colombia por el Tratado Bárcenas-Esguerra firmado en 1928 y ratificado en 1930, un periodo en el que Nicaragua estaba bajo la ocupación militar de Estados Unidos
    Why didn't you do not speak about this??

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  2. I say, so what? That is exactly my point. Are you arguin about the lagality of the Treaty? "Ain't matter", when we are talking about Power. The important is the reallity. What nations can or cannot do. In fact, in that same treaty, Colombia lost the Mosquitia Coast. Again, a case of the tipical colombian lameness. Of course, it is an open and complex debate. But I'm pointing out here in this comment to a major philosophical issue, not exclusivley to this particular and current case.

    Thanks for your thoughts.

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