martes, 23 de octubre de 2012

Una reflexión a propósito de la ciudad de Oslo


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Una reflexión a propósito de la ciudad de Oslo

Globalmente, podría intuirse que dados los significativos recortes en los costos de transporte y de comunicaciones, incluso en Colombia a pesar de su empinada geografía y los fenómenos de corrupción e ineficiencia persistentes, las ciudades se dirigen a perder su rol preeminente en las sociedades innovadoras y productivas, y fruto de todo esto, ganadoras.

Esa corriente de pensamiento es incorrecta, por lo menos así lo sugieren numerosos estudios, algunos de ellos referenciados en un artículo del semanarioThe Economist, Concrete Gains, (Ganancias concretas, octubre 13, 2012). De hecho, los resultados expuestos allí apuntan a que la importancia de las ciudades cada vez resulta más valiosa.

Una sociedad del conocimiento, ganadora en el siglo XXI, debe girar en torno a las ciudades. Las políticas públicas deben estimular el crecimiento inteligente y productivo de estas y no buscar la forma de detener su expansión.

La educación debe tener por objeto definitivo preparar a los ciudadanos para que obtengan habilidades demandadas por los sectores productivos ganadores de hoy. Si las ciudades no cuentan con la preparación necesitada por la economía del conocimiento y la información, entonces su mismo carácter de ciudades, termina siendo irrelevante.

Kíos ha insistido sobre esta constante del desarrollo, la educación, afirmando cosas como que en Colombia la debilidad del Estado, el anquilosamiento del aparato productivo y las hondas desigualdades al interior de su sociedad, se explican no por la existencia de grupos armados ilegales como las Farc, sino por la ausencia de esfuerzos denodados para habilitar reglas, recursos e infraestructuras dirigidas a la consolidación de un sistema educativo innovador, fundado en la tecnología y la creatividad.

Las ciudades modernas, y extensas, deba agregarse, consumen menos y producen más. Pereira debería apropiarse de estas realidades (ciudades extensas) y oportunidades (educación innovadora) e iniciar bajo su liderazgo, sin egoísmos nimios, el surgimiento de una megaregión cafetera.

Las comprimidas distancias físicas existentes entre las capitales del eje cafetero, que no mentales, quizás, deberían llevarnos a concebir la creación de una mega urbe cafetera. Demográficamente, se convertiría en la quinta ciudad más grande del país (sin incluir áreas metropolitanas). La coordinación de esfuerzos apuntaría a la instauración de una infraestructura avanzada y de un sistema educativo que gire en torno a bilingüismo,  turismo, ciencia y tecnología, medicina, ingenierías, tecnologías limpias y biotecnología. Nunca se deben olvidar las ventajas estratégicas para esta, ojalá no quimérica megaregión, derivadas de su cercanía a una zona riquísima en biodiversidad como el Pacífico colombiano en el Chocó.

Esta propuesta concreta no es un retorno al centralismo exacerbado de antaño. Una de las claves de las ciudades-región globales extensas y exitosas, es el reconocimiento de la diversidad, y por lo tanto, que las soluciones uniformes simplemente no funcionan. Un ejemplo vigoroso de esto es el área tri-estatal en los Estados Unidos que cubre New York, New Jersey y Connecticut.

Para solucionar los graves problemas que actualmente debemos afrontar, y que se han señalado frecuentemente desde acá, y para competir de manera exitosa en la aldea global, debemos aportar soluciones innovadoras y prácticas. Megacafé podría ser una de estas. 

Publicado en La Tarde de Pereira el 23 de octubre de 2012, en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/68888-una-reflexion-a-proposito-de-la-ciudad-de-oslo.html

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