sábado, 6 de octubre de 2012

Después del debate


Investigación- Política exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo






obama romney debateDespués del debate

¿Qué sucedió el miércoles?

Cuando todo parecía estar liquidado, y que la campaña presidencial de los Estados Unidos se había convertido simplemente en el ritual de coronación del actual presidente de ese país, Barack Obama, hacia su segundo mandato, el primer debate entre este y el candidato republicano Mitt Romney, en la ciudad de Denver, ha terminado revitalizando la contienda y marcando el reinicio del enfrentamiento desde prácticamente ceros.


Las encuestas realizadas la misma noche del evento, dieron como claro y absoluto ganador al exgobernador de Massachusetts. CNN publicó que el 67% de sus encuestados, los cuales eran votantes registrados que observaron el debate, declararon como triunfador a Romney, mientras que solo el 25% hacía lo propio con el actual residente de la Casa Blanca. Por su parte, CBS informaba que votantes indecisos afirmaban en proporción de 2 a 1 que el candidato republicano había ganado el primer debate.


En el mes de septiembre, el periodista James Fallows escribió una gran pieza,
Slugfest, que después de este resultado se valoriza aún más, en la que señalaba que el fuerte de Mitt Romney no eran las presentaciones improvisadas ni la entrega de grandes discursos, pero sí los debates. Como contrapartida, Fallows también resaltó en su escrito para Atlantic Magazine que Obama se ha caracterizado por integrarse con facilidad con las multitudes y, por supuesto, por realizar excepcionales discursos, como aquel que entregó durante la convención demócrata de 2004 en Boston, el mismo que lo lanzaría como figura de primera línea de su partido y eventualmente a la presidencia, pero los debates siempre se habían convertido en una de sus graves falencias.

En el libro de David Plouffe, quien manejó la campaña de Obama en 2008, titulado The Audacity to Win, el autor confiesa desde las primeras páginas esta falencia de Obama y la explica esencialmente debido a que el ahora presidente, al ser una persona analítica, le es difícil concebir que se puede dar un trato serio a los complejos temas que debe afrontar un presidente, en píldoras de 30 o 60 segundos. Sin duda, esta es una respuesta lógica, pero simplemente no viene al caso porque las reglas del juego político democrático en Estados Unidos, conciben a los debates como una de las piezas de dicho juego.


Lo anterior es sumamente llamativo. Considerando que la campaña de Obama en 2008 puede ser señalada, con gran seguridad, de ser la mejor llevada en toda la historia de los Estados Unidos, en 2012 debería haberse esperado que los demócratas y su candidato se hubieran preparado como nunca para estos debates. El hecho de que Romney era sobresaliente a la hora de participar en este tipo de eventos, era más que conocido, quizás no por la opinión pública en general, pero sí por aquellos que se mueven y viven de estas actividades electorales.


Cuando se escriben estos análisis al calor de los acontecimientos, se corre el gran riesgo de magnificar o minimizar desproporcionadamente los eventos que se estudian. Pero vale la pena arriesgarse y afirmar que la noche del miércoles fue un éxito sustancial para Romney y que se le dio el escenario que tanto estaba esperando para volver a retomar momentum durante la campaña. Por supuesto, aunque queda ya tan solo un mes y un par de días para el día de las elecciones, este periodo es extenso. Quedan dos debates más entre los candidatos presidenciales, uno en formato de una especie de junta local, Town meeting, y otro sobre política exterior, así como el debate entre los dos vicepresidentes, que como sus mismos roles, es muy posible que no sea definitivo para la decisión de los votantes, pero si pueden producir titulares y frases e ideas para martillar durante lo que resta de campaña.


Debido a lo ya ocurrido, ese segundo debate, el del formato de junta local, será definitivo. Primero, porque el de anoche rebarajó la campaña y le ha dado alas a Romney, y segundo, porque al ser uno en el cual el público estará más involucrado, haciendo preguntas y participando, Obama podrá lucir suelto y afable como lo hace casi siempre, y Romney tendrá que cuidarse de no verse sorprendido, que es cuando suele lanzar comentarios o respuestas fuera de tono, como aquel de “te apuesto 10 mil dólares…”.


Quizás lo más destacable del miércoles, en términos estratégicos, fue que Romney se pudo mover al centro que es de donde él proviene. El candidato republicano fue supremamente hábil separándose, precisamente, de ese partido republicano del que ha sido cautivo durante este último año y medio, el cual, al mismo tiempo, ha sido cautivo de ese movimiento conocido como el Tea Party, al recordar su trabajo cercano con los demócratas durante su paso por la gobernación de Massachusetts. Lo anterior lo logró presentar sin llegar alienar su base. Romney se mostró como alguien que es capaz de llegar a compromisos con los demócratas y que no busca derruir programas como el Medicare y el Medicaid.


¿Por qué se dio el resultado del miércoles?


Algo interesante sobre estas diferencias de cómo se manejan en los debates Romney y Obama, es en el detalle que cada uno dedica en abordar los problemas que deberán enfrentar en ellos. Volviendo al libro de Plouffe, encontramos que algo que podía irritar severamente a Obama en 2008 era no contar con una buena cantidad de tiempo para ser destinada a la construcción de documentos y propuestas de política pública. Por su parte, partiendo de comentarios recolectados en la pieza de Fallows, podemos ver cómo Romney en sus presentaciones difícilmente pasa de frases poderosas y efectivas. En las oportunidades en las que Romney falla, usualmente lo que ocurre es que no posee claridad profunda sobre los temas. No por ello se concluye automáticamente que Obama es superior a Romney y por lo tanto es la opción adecuada. A lo largo de la historia podemos encontrar presidentes estudiosos y expertos, así como otros que no eran tan aplicados, y de un lado como del otro hallamos ejemplos exitosos como otros no tan certeros y eficaces.


La clave para que Obama derrote a Romney en los siguientes debates, yace en encontrar la forma de llevarlo a la espontaneidad o a un campo de política pública que no haya preparado a profundidad.


En
The Fix, del The Washington Post, enumeran seis razones por las que ellos consideran se dio el triunfo de Romney. Varias de ellas nos traen a colación una de las razones que los expertos indican como explicación del porqué quienes ocupan la Oficina Oval pierden con mayor frecuencia los primeros debates, y es que estos no se preparan para estos eventos. No porque los desprecien per se, ni porque sufran de un repentino ataque de indisciplina. Por el contrario, esto sucede porque debatir no hace parte de las funciones del presidente. Fallows lo señala claramente.

Los presidentes deben encargarse de complejos problemas de política pública, atender crisis de inmediato y cuando atienden a la opinión pública, no es a través del debate, sino de los discursos y las conferencias de prensa, y estos de ninguna manera cuentan con límites de tiempo o reglas de juego.


¿Quiere Obama perder?

Volviendo de nuevo a Plouffe, encontramos que este describe a Obama como un político que busca, casi de manera desesperada, no usar los instrumentos y las estrategias típicas de la política tradicional. Existe en él, según Plouffe, un verdadero deseo por llevar a cabo una política que evite las simples frases de cajón y los golpes bajos y las desea cambiar por debates e ideas profundas y complejas, como los asuntos y la realidad que un mandatario debe enfrentar. The Fix señala acertadamente que el miércoles Obama no explotó lo que en inglés se denomina “talking points”, frases que se deben repetir hasta la saciedad y que llevan un mensaje sencillo y contundente para los votantes. Obama no explotó el salvataje a la industria automotriz que tanto lo ayuda en las encuestas en estados tan claves como Ohio, y el haber dado de baja a Osama Bin Laden, y más llamativo aún, no explotó los de Romney, que girarían alrededor de Bain Capital y sus observaciones sobre el “47%”.


Es como si Obama estuviera dispuesto a sacrificar sus chances de continuar en la presidencia por mantener estos ideales tan elevados. ¿Será esta una jugada práctica? ¿Verdaderamente valdrá la pena ese sacrificio?


Es como si Obama no quisiera ganar. Quizás dramatizamos acá, pero esta presentación debe preocupar seriamente al presidente, a su staff y a sus seguidores.


¿Qué esperar de los siguientes debates?
Romney intentará no ser capturado por su falta de espontaneidad, especialmente en el Town Meeting, y continuar con su buen desempeño al neutralizar posibles ataques a través de preparar y preparar estas presentaciones y evitando ser tomado por sorpresa. Por su parte el presidente deberá hacer de tripas corazón e ir a la guerra. Él puede considerar la política como un ejercicio sofisticado y refinado, pero al mismo tiempo también consiste en guerra pura. Y si una de las claves para derrotar a su contendor es arrinconarlo hasta llevarlo a sentirse fuera de su zona de confort, esto solo lo logrará a empujones (talking points) y no por medio de sutilezas y buenos modales. Obama debe mostrar lo que Romney mostró de sobra el miércoles, y es que desea, hasta el último suspiro de su existencia, triunfar en esta carrera presidencial.


¡Ah!, y no olvidemos que en la lógica de los debates, las expectativas son fundamentales para evaluar el desempeño de un candidato. Al haberlo hecho tan mal el actual presidente, quizás se haya hecho un favor. Una parte considerable del electorado esperará mucho de Romney y poco de Obama, por lo que el primero tendrá que actuar de manera casi perfecta y el segundo, con realizar una presentación un poco más que mediocre, podrá obtener considerables halagos.




Imagen tomada de: http://www.guardian.co.uk/world/2012/oct/04/obama-romney-debate-decoder

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