lunes, 22 de noviembre de 2010

Los tres modelos explicativos de la RSE

Investigación- RSE
Santiago Gómez Mejía


Los tres modelos explicativos de la RSE

La primera elaboración teórica mayoritariamente aceptada por la comunidad académica y el ámbito empresarial fue la planteada por Archie B. Carroll en 1979, cuando en su Three-dimensional conceptual model of Corporate Performance argumentó que la RSE se soporta en una pirámide estructurada por cuatro responsabilidades agregadas: “las económicas y las legales, que son exigidas socialmente, las éticas que son esperadas socialmente y las filantrópicas [o discrecionales] que son [abiertamente] deseadas por la sociedad” (Jamali, 2008, p.215).

Según Carroll, mediante las responsabilidades económicas las empresas ofrecen los bienes y servicios que son objetos de su modelo productivo y que requiere la sociedad para la satisfacción de sus necesidades. Esta dimensión se refiere a las expectativas de que las empresas sean rentables y obtengan utilidades. Mediante las responsabilidades legales, las empresas acogen y cumplen las normas básicas que el entorno establece para su operación. Esta dimensión hace referencia a aquellas expectativas sociales de que las empresas alcancen esos objetivos económicos sujetándose a las leyes existentes. A través de las responsabilidades éticas, se verifican “estándares de conducta y expectativas que reflejan un interés por lo que los consumidores, empleados, propietarios y la comunidad considera justo” (Araque y Montero, 2006, p.87) en áreas en las que aún no existe reglamentación vinculante. La dimensión ética está referida a las expectativas de la sociedad de que el comportamiento y las prácticas empresariales satisfagan ciertas normas éticas. Y por último, las filantrópicas, de carácter puramente voluntarias y relativas a las expectativas de la sociedad de que las empresas se impliquen en roles que satisfagan normas sociales (Jamali, 2007, p.246-247).

Las dos primeras remiten al desempeño eficiente de la función económica de la empresa. Las dos últimas implican la responsabilidad de ejercer dicha función acogiendo valores sociales preestablecidos sin desmejorar las condiciones del entorno que impacta la empresa.

Desde este modelo explicativo inicial, que se consolidó como la interpretación paradigmática durante toda la década de los ochenta, se pueden rastrear dos implicaciones fundamentales para entender el concepto de RSE en la actualidad: la primera de ellas, que la RSE es multidimensional, y la segunda, que ésta no sólo tiene implicaciones o motivaciones económicas, como manifestaba Friedman nueve años atrás, sino que a través de ella las metas corporativas económicas y sociales son compatibles.

Sin embargo, actualmente, uno de los modelos explicativos mayoritariamente aceptado para interpretar el fenómeno de la RSE es la teoría de los stakeholders (Freeman, 1984) que en definitiva se consolidó como una nueva teoría de gestión organizacional y ética empresarial que incorporó los valores y la moral a la empresa, ampliando las concepciones teóricas de la RSE acuñadas previamente, mientras facilitó su medición identificando claramente los diferentes actores que se vinculan a sus procesos.

Los stakeholders son todos los agentes del entorno, grupales o individuales, que pueden afectar o pueden verse afectados por “la actuación organizacional en términos de sus productos, políticas y procesos de trabajo” (Aragón, 1998, p.31).

Esta postura, significativamente diferente, claramente más amplia y detallada, y definitivamente menos abstracta que la de Carroll, expande el objeto de estudio de la RSE porque al asegurar que la empresa debe responsabilizarse por los efectos que su operación genere en un entorno tan complejo como el definido por Freeman, multiplica las variables que deben examinarse para describirla.

En definitiva, la teoría de los stakeholders pone de manifiesto, como nunca antes, que la empresa tiene que cumplir ciertas obligaciones hacia aquellos muy diversos agentes que se ven afectados por su operación, enfocándose en la responsabilidad ética que soporta la relación contemporánea entre ésta y la sociedad.

Y es sólo gracias a estos avances teóricos que es posible, a partir de la segunda mitad de los años ochenta, redefinir la RSE como “la práctica de incorporar los intereses de los accionistas y los stakeholders en el proceso de toma de decisiones empresarial para incrementar el beneficio de la empresa y el bienestar social” (Detomasi, 2008, p.807), o como “la institucionalización…de procesos que faciliten la reflexión axiológica y la elección estratégica, a partir de las consecuencias probables de tal acción sobre derechos morales e intereses de todos aquellos stakeholders identificados en una situación determinada, de manera que se logre una estructura…que permita a la empresa la toma de decisiones colectivas, informada por determinados criterios morales” (Araque y Montero, 2006, p.172).

Pero sólo hasta 1991, cuando Wood publicó su Corporate Social Performance Revisited se aportaron al concepto de RSE variables que generaron valor agregado a la definición previa de Carroll y a los desarrollos de Freeman, especialmente en el campo de las motivaciones que una empresa tiene para actuar responsablemente, los procesos mediante los cuales lo logra y los  resultados que dicha acción genera.

Para Wood, los principios que generan la RSE pueden ser institucionales, organizacionales o individuales, lo que implica que “la motivación para que una firma ejecute acciones de responsabilidad social pueden originarse de un principio de legitimidad [institucional]…de un sentido organizacional de responsabilidad pública [emanado desde la empresa]…[o] de las elecciones individuales de los directivos, de su responsabilidad y [su] compromiso personal” (Jamali, 2008, p.216).

Así mismo, otro de los aportes sustanciales de Wood a la teoría de la RSE, es la definición que hace de la responsividad como la conjunción de evaluaciones ambientales, el manejo adecuado de los agentes afectados por la operación de la empresa y un monitoreo efectivo de las respuestas empresariales a temas sociales (Jamali, 2008, p.216). Esta nueva definición apunta a resaltar la importancia de los procesos de reacción empresarial frente a las demandas del entorno social que se ve afectado por su operación, y supera la concepción previa de RSE como un proceso encaminado al cumplimiento de obligaciones por parte de la empresa. (Araque y Montero, 2006, p.97), así como también traslada el énfasis en la conceptualización de la RSE desde una concepción donde la cuestión clave era reaccionar ante los problemas sociales generados por la firma, a un escenario donde lo fundamental es anticiparse a ellos.

Dicho modelo, tal y como se ha afirmado, complejiza la conceptualización de la Responsabilidad Social Empresarial, pero a la vez aporta elementos de análisis novedosos y definitivos para los desarrollos teóricos futuros.

Referencias bibliográficas:

1.     Aragón Correa, J. A., (1998), Empresa y medio ambiente. Gestión estratégica de las oportunidades medioambientales, Comares.
2.     Araque Padilla, R.A. y Montero Simó, M. J., (2006), La RS de la empresa a debate, Barcelona, Icaria.
3.     Detomasi, D.A., (2008), “The political roots of Corporate Social Responsibility”, en. Journal of Business Ethics 82, p.807-819.
4.     Freeman, E., (1984), Strategic Management: a stakeholder approach, Pitman, Boston.
5.     Jamali, D., (2007), “CSR: Theory and Practice in a Development Country Context”, en Journal of Business Ethics 72, p. 243-262.
6.     -----------, (2008), “A stakeholder approach to CSR: A fresh Perspective into theory and practice”, en Journal of Business Ethics 82, p.213-231.
7.     Wood, D., (1991), “Corporate Social Performance revisited”, en Academy of Management Review, No. 16(4), p. 691-718.

No hay comentarios:

Publicar un comentario