martes, 14 de agosto de 2012

De medallas, dinero y cinismos

Columna La Tarde
Fundación Kíos

De medallas, dinero y cinismos

La mejor participación del deporte colombiano en toda su historia olímpica ha tenido lugar en Londres 2012.

Varios analistas, especialmente en la prensa escrita, indicaron que éste es un triunfo no solo explicado por el talento, tenacidad y disciplina de nuestros deportistas, sino también por la existencia de una política pública de largo aliento, formulada e implementada con habilidad gerencial por parte de los sectores público y privado, y que contó con notables recursos provenientes especialmente del erario público. Sin duda alguna, la existencia de esta política debe ser resaltada porque nos aleja del enfoque de porno-miseria que algunos medios, especialmente los audiovisuales, los de mayor audiencia, intentaron hacer con los triunfos de los deportistas colombianos, y porque se pueden extraer valiosas lecciones de diseño, y sobre todo, ejecución para otras esferas de la administración pública.

Dicho lo anterior, y permitiéndonos ser cínicos, en el sentido original de la palabra (“aquellos que buscan la virtud como soberano bien”), hablemos de lo verdaderamente importante acerca de los juegos olímpicos: el negocio. Las medallas y la gloria deportiva son para disfrute de la tribuna. Para los demás, llamémoslos poderosos, estas justas son esencialmente un ingenio para acumular autoridad y, por supuesto, dinero. Usamos la palabra “ingenio” porque los olímpicos hoy día constituyen una de las marcas más apreciadas, apetecidas y valoradas en el mercado global. Además de los atletas, numerosas empresas y sus productos se disputan hacer parte de la familia olímpica de una manera u otra. Un solo ejemplo: el Comité Olímpico Internacional, COI, tiene asegurados 3 mil 700 millones de dólares, y la cifra seguirá aumentando por cuenta de negociaciones por venir, en contratos de trasmisión por televisión de sus juegos en 2014 y 2016, sin considerar los ingresos provenientes de contratos por publicidad y mercadeo, cuantiosos por demás.

Hoy, esa marca, la de los olímpicos, no se asemeja a la idea noble y amateur impulsada por el barón de Coubertin, y por ello algunos románticos critican el actual ingenio por, ahora sí como se utiliza hoy día, cínico (sinvergüenza). Y razones no les faltan. Escándalos de corrupción, aceptación de productos supuestamente insanos, entre otros. Sin embargo, debe notarse que a pesar de estos lunares, los olímpicos, al final del día, son utilizados por las sedes organizadoras como muestra de su poderío y riqueza actual y, especialmente, futura. El COI lo sabe y cobra por ello.

Ahora, lo que es verdaderamente de resaltar, es que esa marca que el COI enarbola y usufructúa a manos llenas, es el típico producto de la economía del conocimiento, a la cual cada día nos adentramos más, y que, como lo hemos señalado desde este espacio con persistencia, está elevada sobre una “educación que prepara trabajadores con habilidades y talentos demandados por la economía del conocimiento y la información”. Entonces quizás sería preferible asemejarse más a los “poderosos” que a la tribuna.

Publicado en La Tarde el 14 de agosto de 2012, en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/65075-de-medallas-dinero-y-cinismos.html

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