jueves, 1 de noviembre de 2012

Después de las elecciones en Venezuela, ¿qué hay para Colombia?


Investigación- Política exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo

Después de las elecciones en Venezuela, ¿qué hay para Colombia?

Hace ya varias semanas habíamos dicho acá que el resultado más conveniente para Colombia en las elecciones presidenciales de Venezuela era que se diera un triunfo de Hugo Chávez sobre Henrique Capriles. Acá, las consideraciones que dábamos se desprendían especialmente del momento en el que se encontraban, y se encuentran todavía, las negociaciones entre el gobierno colombiano y las Farc para dar fin al Conflicto Armado Interno, CAI, que no la obtención de la difusa paz.

De ninguna manera se manifestaba apoyo por parte de este comentarista al ideario político e ideológico que defiende y azuza en toda la región, y quiere creer él, en todo el mundo, el teniente coronel Chávez, ocupante desde 1999 del Palacio de Miraflores. En concordancia con esto, debemos afirmar que nos inquieta saber qué está haciendo el gobierno colombiano frente al futuro de Venezuela, más allá de las elecciones presidenciales, ya consumadas.

Ya hace unos días, el analista internacional Moisés Naím, presentó un sesudo y concreto comentario sobre qué le deparará a Venezuela y a sus vecinos y dependientes durante el corto y mediano plazo. Naím hizo un balance para Caracas desfavorable en lo concerniente a la economía. Los indicadores macroeconómicos son desalentadores; las relaciones obrero-patronales pésimas; el aparato productivo y exportador no-petrolero ha sido castrado y el petrolero ha sido golpeado por las ineficiencias y el derroche con que desde el gobierno central han manejado a PDVSA, la empresa estatal de petróleos, creando una sustancial reducción en la producción de barriles de crudo, especialmente desde el 2000, pasando de 3,15 Millones de Barriles por Día, MBD, a 2,24 MBD en 2011, y permitiendo que la industria se atrase con respecto a las tecnologías usadas y desarrolladas por el sector. La explosión de la refinería de Amuay, la más grande de Venezuela, y una de las cinco más grandes de todo el planeta, no fue una casualidad ni mala suerte.

Tengan en cuenta que Chávez, quien llegó a sugerir que los Estados Unidos eran los directos responsables del terremoto que devastó a Haití, por medio del uso de una súper-arma ubicada en el espacio, ni siquiera se le ocurrió decir que la terrible explosión en Amuay fue un atentado terrorista mundano, provocado aunque sea por sencillos y desalmados comandos especiales provenientes “del imperio”. La crisis de la industria petrolera en Venezuela es profunda y a Chávez le conviene cualquier cosa, menos que los ojos de la opinión pública, porque esto es sabido abiertamente por los expertos en los temas energéticos, se posen sobre el estado de las cosas en PDVSA.

Todo este oscuro panorama, heredado por Chávez de Chávez, arguye Naím, va a llevar a que este gobierno se vea obligado a tomar medidas dolorosas para sus ciudadanos y conlleve posiblemente a una crisis e inestabilidad similar a la que durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989-1993) permitió el surgimiento de la figura del mismo teniente coronel, entonces actor principal de una intentona golpista.

A esto debe sumársele la salud del presidente, la cual seguramente no es solo secreto para los ciudadanos del común, sino también para muchos de sus más cercanos colaboradores. En los regímenes con características autoritarias, la información acerca de la “durabilidad” del líder del sistema es fundamental para mantener la supervivencia propia y del grupo de intereses que se representa. Si las horas están contadas para Chávez, como muchos de manera poco cristiana lo desean, es mejor que revalúen dicho deseo, puesto que quien llegue al poder, sea “amigo” de Colombia (¿quizás Maduro?, por lo menos por estos últimos días) o “enemigo” de Colombia (¿quizás el ministro de defensa, general Rangel?), deberá seguramente endurecer sus posiciones para afianzarse o hacerse con el poder, especialmente en temas que muevan el opinómetro nacional, y Colombia siempre está en el tope de esta lista para los venezolanos: postchavistas, chavistas y prechavistas.

Decía que el análisis de Naím era sesudo, pero en sus conclusiones le termina ganando el corazón al cerebro, surgiendo claramente su condición de ciudadano venezolano y opositor al actual mandatario de su país:

“¿Qué hacer? En vista del control de Chávez sobre la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo y los demás órganos del poder, si él decide cambiar la Constitución [para conservar su régimen más allá de su propia existencia] es difícil que la sociedad civil y las fuerzas políticas lo puedan impedir. La única esperanza es que los líderes democráticos del mundo alcen su voz en protesta y exijan a Chávez que abandone sus pretensiones dinásticas y permita que su sucesor sea elegido por el pueblo. Será la oportunidad, por ejemplo, para que Dilma Rousseff o Lula da Silva rompan con el silencio que Brasil ha mantenido con respecto a las conductas poco democráticas de Chávez. Ya es hora de dejar de felicitarlo y comenzar a exigirle que respete los principios básicos de la democracia”.       

La comunidad internacional no puede y más importante, no quiere, mover un dedo para sacar a sombrerazos a Chávez y su régimen. Declaraciones surgirán condenando los exabruptos del moderno dictador pero ni la fuerza (por ejemplo por parte de Colombia), ni el interés (por ejemplo por parte de EUA o incluso el Brasil) existen. Es un problema de los venezolanos (tal como afuera de Colombia muchos piensan y sienten que nuestro CAI es nuestro problema). Poniendo esto en términos dramáticos la cosa se resolverá como el año pasado en Libia, después de unos buenos años, o como ha terminado siendo hasta hoy en Cuba.

Por su parte, a Brasil le encanta (satisface su interés nacional y eso es lo que importa para las naciones y los Estados serios) que Chávez adopte su posición de héroe antiimperialista. Sin mucho esfuerzo, tiene un parlante que incomoda a uno de sus rivales geoestratégicos a nivel global como lo es Washington, y sepan ustedes también, a uno potencial a nivel regional, como lo es (debería ser) Bogotá.

Entonces, ¿qué hay para Colombia después de las elecciones del pasado 7 de octubre? Es deber de la nueva Agencia Nacional de Inteligencia, en vez de andar, supuestamente, chuzando a comentaristas y a otra gente por ahí, crear una seria estrategia para saber quién viene después de Chávez, y más importante, cómo influir de manera soterrada, pero efectivamente, ese proceso. Asimismo, cómo mantener, durante el mayor tiempo posible, la estabilidad en la relación entre los dos países. Lo que tenemos hoy, desde el 10 de agosto de 2010, fecha del encuentro entre Santos y Chávez en Santa Marta no es perfecto pero si es un escenario aceptable y, sin duda, favorece los fríos intereses colombianos. Quizás no los exigentes parámetros que los principios democráticos y humanitarios enaltecen, pero si consolidan en un mundo imperfecto la posición de Colombia, en su frágil interior (Farc) y en la región. ¿O por qué creen, por ejemplo, que el señor Rafael Correa, cliente de Chávez, no posee un tono altisonante como en otros días contra Colombia?

aramirez@fundaciónkios.org

Imágenes tomadas de:
http://visiondesdecuba.com/2012/04/13/venezuela-festeja-su-abril-de-victorias/
http://www.elestenoticias.com/fotos-explosion-de-la-refineria-amuay
http://undiadijo.wordpress.com/2010/05/17/moises-naim/ y
http://www.eluniversal.com.co/cartagena/nacional/el-nuevo-mando-de-las-farc-entre-ivan-marquez-y-timochenco-51920

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