Investigación- Política exterior y defensa nacional
Alejandro Ramírez Restrepo
Después de las elecciones en Venezuela, ¿qué hay para Colombia?
Hace ya varias semanas habíamos dicho acá que el
resultado más conveniente para Colombia en las elecciones presidenciales de
Venezuela era que se diera un triunfo de Hugo Chávez sobre Henrique Capriles.
Acá, las consideraciones que dábamos se desprendían especialmente del momento
en el que se encontraban, y se encuentran todavía, las negociaciones entre el
gobierno colombiano y las Farc para dar fin al Conflicto Armado Interno, CAI,
que no la obtención de la difusa paz.
De ninguna manera se manifestaba apoyo por parte de
este comentarista al ideario político e ideológico que defiende y azuza en toda
la región, y quiere creer él, en todo el mundo, el teniente coronel Chávez,
ocupante desde 1999 del Palacio de Miraflores. En concordancia con esto,
debemos afirmar que nos inquieta saber qué está haciendo el gobierno colombiano
frente al futuro de Venezuela, más allá de las elecciones presidenciales, ya
consumadas.
Ya hace unos días, el analista internacional Moisés
Naím, presentó un sesudo y concreto comentario sobre qué le deparará a
Venezuela y a sus vecinos y dependientes durante el corto y mediano plazo. Naím
hizo un balance para Caracas desfavorable en lo concerniente a la economía. Los
indicadores macroeconómicos son desalentadores; las relaciones obrero-patronales
pésimas; el aparato productivo y exportador no-petrolero ha sido castrado y el
petrolero ha sido golpeado por las ineficiencias y el derroche con que desde el
gobierno central han manejado a PDVSA, la empresa estatal de petróleos, creando
una sustancial reducción en la producción de barriles de crudo, especialmente
desde el 2000, pasando de 3,15 Millones de Barriles por Día, MBD, a 2,24 MBD en
2011, y permitiendo que la industria se atrase con respecto a las tecnologías
usadas y desarrolladas por el sector. La explosión de la refinería de Amuay, la
más grande de Venezuela, y una de las cinco más grandes de todo el planeta, no
fue una casualidad ni mala suerte.
Tengan en cuenta que Chávez, quien llegó a sugerir
que los Estados Unidos eran los directos responsables del terremoto que devastó
a Haití, por medio del uso de una súper-arma ubicada en el espacio, ni siquiera
se le ocurrió decir que la terrible explosión en Amuay fue un atentado
terrorista mundano, provocado aunque sea por sencillos y desalmados comandos
especiales provenientes “del imperio”. La crisis de la industria petrolera en
Venezuela es profunda y a Chávez le conviene cualquier cosa, menos que los ojos
de la opinión pública, porque esto es sabido abiertamente por los expertos en los
temas energéticos, se posen sobre el estado de las cosas en PDVSA.
Todo este oscuro panorama, heredado por Chávez de
Chávez, arguye Naím, va a llevar a que este gobierno se vea obligado a tomar
medidas dolorosas para sus ciudadanos y conlleve posiblemente a una crisis e
inestabilidad similar a la que durante el segundo gobierno de Carlos Andrés
Pérez (1989-1993) permitió el surgimiento de la figura del mismo teniente
coronel, entonces actor principal de una intentona golpista.
A esto debe sumársele la salud del presidente, la
cual seguramente no es solo secreto para los ciudadanos del común, sino también
para muchos de sus más cercanos colaboradores. En los regímenes con
características autoritarias, la información acerca de la “durabilidad” del líder
del sistema es fundamental para mantener la supervivencia propia y del grupo de
intereses que se representa. Si las horas están contadas para Chávez, como
muchos de manera poco cristiana lo desean, es mejor que revalúen dicho deseo,
puesto que quien llegue al poder, sea “amigo” de Colombia (¿quizás Maduro?, por
lo menos por estos últimos días) o “enemigo” de Colombia (¿quizás el ministro
de defensa, general Rangel?), deberá seguramente endurecer sus posiciones para
afianzarse o hacerse con el poder, especialmente en temas que muevan el
opinómetro nacional, y Colombia siempre está en el tope de esta lista para los
venezolanos: postchavistas, chavistas y prechavistas.
Decía que el análisis de Naím era sesudo, pero en
sus conclusiones le termina ganando el corazón al cerebro, surgiendo claramente
su condición de ciudadano venezolano y opositor al actual mandatario de su
país:
“¿Qué hacer? En vista del control de Chávez sobre
la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo y los demás órganos del poder, si él
decide cambiar la Constitución [para conservar su régimen más allá de su propia
existencia] es difícil que la sociedad civil y las fuerzas políticas lo puedan
impedir. La única esperanza es que los líderes democráticos del mundo alcen su
voz en protesta y exijan a Chávez que abandone sus pretensiones dinásticas y
permita que su sucesor sea elegido por el pueblo. Será la oportunidad, por
ejemplo, para que Dilma Rousseff o Lula da Silva rompan con el silencio que
Brasil ha mantenido con respecto a las conductas poco democráticas de Chávez.
Ya es hora de dejar de felicitarlo y comenzar a exigirle que respete los
principios básicos de la democracia”.
La comunidad internacional no puede y más
importante, no quiere, mover un dedo para sacar a sombrerazos a Chávez y su
régimen. Declaraciones surgirán condenando los exabruptos del moderno dictador
pero ni la fuerza (por ejemplo por parte de Colombia), ni el interés (por
ejemplo por parte de EUA o incluso el Brasil) existen. Es un problema de los
venezolanos (tal como afuera de Colombia muchos piensan y sienten que nuestro
CAI es nuestro problema). Poniendo esto en términos dramáticos la cosa se
resolverá como el año pasado en Libia, después de unos buenos años, o como ha
terminado siendo hasta hoy en Cuba.
Por su parte, a Brasil le encanta (satisface su
interés nacional y eso es lo que importa para las naciones y los Estados
serios) que Chávez adopte su posición de héroe antiimperialista. Sin mucho
esfuerzo, tiene un parlante que incomoda a uno de sus rivales geoestratégicos a
nivel global como lo es Washington, y sepan ustedes también, a uno potencial a
nivel regional, como lo es (debería ser) Bogotá.
Entonces, ¿qué hay para Colombia después de las elecciones del pasado 7
de octubre? Es deber de la nueva Agencia Nacional de Inteligencia, en vez de
andar, supuestamente, chuzando a comentaristas y a otra gente por ahí, crear
una seria estrategia para saber quién viene después de Chávez, y más
importante, cómo influir de manera soterrada, pero efectivamente, ese proceso.
Asimismo, cómo mantener, durante el mayor tiempo posible, la estabilidad en la
relación entre los dos países. Lo que tenemos hoy, desde el 10 de agosto de
2010, fecha del encuentro entre Santos y Chávez en Santa Marta no es perfecto
pero si es un escenario aceptable y, sin duda, favorece los fríos intereses
colombianos. Quizás no los exigentes parámetros que los principios democráticos
y humanitarios enaltecen, pero si consolidan en un mundo imperfecto la posición
de Colombia, en su frágil interior (Farc) y en la región. ¿O por qué creen, por
ejemplo, que el señor Rafael Correa, cliente de Chávez, no posee un tono
altisonante como en otros días contra Colombia?
aramirez@fundaciónkios.org
Imágenes tomadas de:
http://visiondesdecuba.com/2012/04/13/venezuela-festeja-su-abril-de-victorias/
http://www.elestenoticias.com/fotos-explosion-de-la-refineria-amuay
http://undiadijo.wordpress.com/2010/05/17/moises-naim/
y
http://www.eluniversal.com.co/cartagena/nacional/el-nuevo-mando-de-las-farc-entre-ivan-marquez-y-timochenco-51920
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