miércoles, 21 de noviembre de 2012

El regreso de la “bollopolítica”


Columna de opinión
Meden Agan

El regreso de la “bollopolítica”

Hace cuatro meses, el diputado antioqueño Rodrigo Mesa Cadavid fue inhabilitado por 13 años para ocupar cargos públicos, como consecuencia de sus desafortunadas declaraciones sobre la inutilidad coprológica de invertir en el Chocó.

Esta semana, el veterano congresista Roberto Gerlein, que a sus 74 años acaba de cumplir 40 en el Congreso de la República, se refirió a los homosexuales despectivamente, haciendo gala una vez más de la facilidad que tiene para recurrir a argumentos discriminatorios para defender sus ideas retrógradas. Ya en 1998 había dicho que “las vaginas del Congreso [se habían llenado] de malos pensamientos”, haciendo referencia a declaraciones de algunas de sus colegas.

Ahora argumentó que el sexo homosexual entre varones era “sucio, asqueroso, [repudiable], excremental” y por tanto “merecía repudio”, que el “catre compartido entre mujeres” era “inane, sin trascendencia “, y que dichas uniones estaban malditas por ser un “compartir esteril”. Doblemente discriminatorio, doblemente irrespetuoso, doblemente desconsiderado y triplemente atrevido.

Sus declaraciones fueron rechazadas inmediatamente por el ponente de la ley que pretende reglamentar el matrimonio entre homosexuales, por las ONG que defienden los derechos de la población LGBT y hasta por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer, desde donde se afirmó que "este caso es una oportunidad perfecta para que la Fiscalía y el poder judicial demuestren que en Colombia sí tenemos una ley antidiscriminación".

Las afirmaciones del presenil congresista demuestran, en primer lugar, la superficialidad con que se hace política en Colombia. La ‘excrementalidad’ no puede ser la piedra angular de una argumentación en contra, o a favor de una ley o de una iniciativa legislativa como esta. Entre otras porque, sin entrar en detalle, hay relaciones heterosexuales que son igualmente ‘excrementales’, y porque, en el peor de los casos, estas son tanto así como muchas de las actividades que, figurativamente, desempeñan algunos senadores cuando acuden al recinto legislativo.

En segundo lugar, el argumento de que la ‘esterilidad’ de las relaciones homosexuales las hace repudiables y antinaturales es falaz. La reproducción es tan solo una de las funciones orgánicas del apareamiento en las sociedades modernas. También lo son, aunque el senador parece no haberse enterado en 74 años de vida, el placer y en últimas, el relacionamiento social.

Si decir que invertir en el Chocó era como “perfumar un bollo” le costó a un diputado 13 años de inhabilidad, si golpear a una mujer le costó a Hernán Darío Gómez su cargo como entrenador de la Selección Colombia, si este país tiene realmente, como dice la Consejera Presidencial, una ley antidiscriminación, el senador Gerlein debería ser objeto de una sanción igualmente ejemplar que la adoptada en los casos anteriormente mencionados.

Sea cual sea la decisión que se tome, el país debe superar los tristes episodios de esta nueva “bollopolítica” que sigue amenazando con volver una mierda el ejercicio legislativo en Colombia.

Imagen tomada de: http://www.semana.com/politica/da-asco-dos-varones-compartan-catre-gerlein/188409-3.aspx

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