Alejandro Ramírez Restrepo
Obama o Romney: ¿cuál es más conveniente para Colombia?
Obama o Romney: ¿cuál es más conveniente para Colombia?
Hoy
eligen presidente en los Estados Unidos. Ya hemos hablado sobre cuál, entre
Obama y Romney, resulta más conveniente para el mundo y para los Estados Unidos. Hoy nos referimos a Colombia.
Los
empresarios colombianos han manifestado claramente que no existen, para
Colombia, grandes diferencias entre los dos candidatos. Una vez firmado,
ratificado y puesto en marcha el TLC entre nuestros dos países, este proceso
hace parte de la realidad institucional y no será posible detener el proceso.
Los recursos provistos por Washington para el Plan Colombia vienen siendo
reducidos incrementalmente desde los días finales de la administración de
George Bush y Obama, como en muchos otros aspectos de política exterior, no ha
hecho cosa distinta a continuar con los lineamientos expuestos por su antecesor.
En
el corto y mediano plazo encontramos, pues, que entre los dos candidatos
líderes no existen diferencias contundentes que afecten de una u otra manera a
los intereses colombianos. Pueden existir gustos que nos hagan admirar más a
uno que otro, pero utilizando el prisma frío del interés nacional,
definitivamente podemos encontrar que no habrá grandes cambios o diferencias
entre Obama y Romney para Colombia.
Esto
nos puede llevar también a resaltar que esa inexistencia de diferencia de
posiciones, surge debido a la irrelevancia natural que Colombia tiene para el
país del norte. Hace cuatro años, fuimos nombrados en varias ocasiones por los
candidatos, especialmente por quien resultó siendo el derrotado, el republicano
John McCain. La verdad sea dicha, esa notoriedad no revirtió en resultados
positivos. Si, incluso, McCain hubiese resultado electo presidente, apoyando al
gobierno colombiano del momento en su búsqueda por la ratificación del ya
mencionado TLC, en 2008 los demócratas no solo mantuvieron el control de las
dos cámaras, sino que obtuvieron una supermayoría en el senado de 60 votos. La
tramitación definitiva del TLC, seguramente, hubiera sido igual o incluso, más
tortuosa de lo que en definitiva resultó ser.
Pero
para este comentarista, en el largo plazo, y en la perspectiva estratégica sí
existe un candidato más favorable, nuevamente, para el interés nacional
colombiano. Este es Barack Obama.
En
los Estados Unidos se celebran de cuando en cuando guerras por diversos asuntos
sociales. El voto de las mujeres, los derechos civiles, la revolución sexual,
el aborto, son algunos de estos eventos que durante el siglo XX, mal que bien,
fueron resueltos favoreciendo lo que podríamos describir como posiciones
progresistas.
Hoy
estamos asistiendo a nuevas y renovadas guerras sociales. Los derechos de
las uniones y matrimonios del mismo sexo, migración, el aborto nuevamente, y
las drogas. Este último atañe las fibras más profundas y sensibles de la
realidad colombiana, y por lo tanto, como no, de su interés nacional.
Hoy
6 de noviembre, además de elegir presidente y congreso en cada uno de los
estados que conforman la Unión americana, se someten a votación centenares,
sino millares, de iniciativas que afectarán la vida de los habitantes de esas jurisdicciones,
incluso en una medida mayor que la propia elección del presidente y del
congreso.
Varias
de estas iniciativas, en Colorado,
Michigan, Oregon, Washington y Massachusetts, buscan legalizar de una u
otra forma el consumo de la marihuana, no para fines médicos, como ya está
establecido en estos estados, sino para uso recreativo. La Proposición 19 de hace dos años en el estado de
California buscó hacer lo mismo pero resultó derrotada por un considerable
margen, a tal punto que los californianos decidieron no impulsar la iniciativa
en su estado este año.
Ni
el presidente Obama, ni el candidato republicano Romney, se han referido a este
tema. Si lo hubieran hecho, habrían expresado que dichas iniciativas son
inaceptables y que no pueden ir en contravía de la normatividad federal. Sin
embargo, Obama ha mostrado que puede abrazar, no solo privadamente, posiciones
progresistas en estas guerras sociales. Lo hizo a propósito del matrimonio
entre personas del mismo sexo, acabó con el Don’t
ask don’t tell, ha promovido jueces a la Corte Suprema que no tienen entre
sus planes revertirRoe vs. Wade (la sentencia que permite el aborto en la
Unión), ha impulsado iniciativas como el DREAM Act, y
aunque ante la Proposición 19 se mostró esquivo, su zar contra las
drogas es Gil Kerlikowske, quien como jefe de policía de la ciudad de Seattle
se caracterizó por impulsar un enfoque menos represivo contra las drogas,
dándole baja prioridad a la persecución de delitos por posesión, especialmente
marihuana.
Kerlikowske
ha liderado en su nueva oficina, durante la administración Obama, un enfoque
que, por ejemplo, ha eliminado el uso oficial del término “guerra contra las
drogas” del discurso público. Obviamente, este es un cambio meramente cosmético
pero entrega claras luces de hacia dónde desearían dirigir sus esfuerzos si
llegasen a contar con el espacio político necesario para realizarlos. Y esto
es, mudar el tema de las drogas de la órbita de la seguridad nacional, donde ha
estado desde 1971 cuando Richard Nixon declaró dicha guerra, a la de la salubridad
pública.
Romney,
por ser el candidato republicano, parece ir en contra de todas estas
posiciones. Pero sus antecedentes como gobernador de Massachusetts y como
candidato al senado por ese mismo Estado, lo muestran liberal en algunas de
estas posiciones, como la del aborto. Pero no cabría duda, que de ganar la
presidencia, Romney buscaría centrar la posición de su partido en otras
temáticas más apremiantes para los propios Estados Unidos. No quiere decir esto
que Obama automáticamente aceleraría ambiciosamente estos procesos, como
el de las drogas, pero si vamos al campo de las probabilidades, podríamos ver
que estas son mayores con él que con Romney.
Como
puede inferirse, esta favorabilidad de Obama es a largo aliento. Está en el
campo estratégico. Y por supuesto, muy importante, el liderazgo colombiano, no
exclusivamente del gobierno, sino de los empresarios, los formadores de opinión
y la academia, deben apuntar hacia esa misma dirección. La guerra contra las
drogas ha sido carísima en sangre, tesoro y prestigio para Colombia. Debemos
impulsar el debate internacional para buscar la transformación del estado de
cosas actuales para que se acomoden en mayor medida a los intereses propios.
Obama, se encuentra más alineado en esa dirección. No por gustos, sino por
realidades políticas y antecedentes evidenciados.
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