martes, 6 de noviembre de 2012

La maldición de la aritmética electoral

Columna La Tarde
Fundación Kíos

La maldición de la aritmética electoral

Desde que la Constitución de 1991 revivió la figura del vicepresidente, luego de casi un siglo del panorama nacional, seis personas han ocupado el cargo, incluyendo al transicional Fabio Villegas; Humberto de la Calle, que terminó renunciando a su cargo; Carlos Lemos, más recordado por una famosa ‘paloma’, que por su gestión; Gustavo Bell, que pasó sin pena ni gloria, incluso como Ministro de Defensa durante el fallido proceso de paz pastranista; Francisco Santos, durante dos periodos y Angelino Garzón, líder sindical, ex ministro y exgobernador. En esos 20 años la figura de la vicepresidencia ha sido cuestionada por ineficiente, por tener a su cargo una burocracia paquidérmica, porque en su afán de hacerla operativa y necesaria se le han asignado, dependiendo del gobierno de turno, funciones tan disímiles como ser veedora del respeto de los derechos humanos, algunas funciones del resorte internacional, otras referidas al sector cultural e incluso algunos protagonismos en los fallidos procesos de paz.

Pero el debate sobre su pertinencia se potenció con la llegada de Garzón al cargo el 7 de agosto de 2010 y con la serie de infortunios y debates que han rodeado su gestión, que no en pocas ocasiones ha sido confrontacional y reiteradamente desafiante frente a las decisiones de Juan Manuel Santos. Sus polémicas declaraciones en torno a la medición de la pobreza en Colombia, su infructuosa y costosa campaña en busca de la presidencia de la Organización Internacional del Trabajo, una enfermedad coronaria, una infección urinaria, un accidente cardiovascular que le limitó significativamente sus movimientos y le mantuvo alejado del cargo durante varios meses, y la detección oportuna de un tumor en la próstata, han alimentado un debate, necesario aunque tardío, frente a la utilidad estratégica de dicho cargo político.

Angelino Garzón fue llamado a ser la fórmula electoral de Santos a partir de hábiles cálculos electorales que obedecieron, evidentemente, como en los casos anteriores, a decisiones derivadas de la aritmética previa a las elecciones presidenciales. Si para algo ha servido el vicepresidente, es para poner votos a la fórmula ganadora. A partir del 8 de agosto, sus actuaciones desde 1991 han sido bastante opacas, política y estratégicamente hablando.

Tan políticamente inocente ha resultado ese cargo, que ni siquiera la vicepresidencia, como en otros países, ha servido para lanzar candidatos presidenciales exitosos en procesos electorales posteriores. La vicepresidencia desafortunada de Garzón, en términos personales evidentemente, pero también en términos institucionales, debería generar un debate que trascienda la coyuntura particular y nos lleve a replantear la necesidad de una figura obsoleta, innecesaria para un sistema político inmaduro como el nuestro, costosa y poco operativa. Y si ese debate estructural no lleva a la eliminación del cargo, que por lo menos termine legitimando dicha posición y fortaleciéndola hasta el punto en el cual los candidatos presidenciales elijan sus fórmulas por criterios que no solo obedezcan a las azarosas condiciones de las aritméticas electorales.

Imagen tomada de: http://noticias.latino.msn.com/politica/articulos.aspx?cp-documentid=30674253

Publicado en La Tarde de Pereira, noviembre 6 de 2012, en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/103454-la-maldicion-de-la-aritmetica-electoral 

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