martes, 27 de noviembre de 2012

¡Qué Haya desacato!


Columna La Tarde
Fundación Kíos

¡Qué Haya desacato!

@Fundacionkios lo tuiteó cuando aún todos los medios enviaban mensajes de triunfalismo frente al fallo de La Haya y los colombianos, como borregos, preparaban la harina para celebrar el mantenimiento de la soberanía sobre los cayos: “Estruendosa derrota colombiana”, dijimos.

Desde el mismo lunes en la mañana, tan pronto se conoció el fallo, la Fundación Kíos ha propuesto considerar su desacato, pero no porque haya sido desfavorable para los intereses nacionales, que lo es, sino porque la CIJ no falló en derecho, al desconocer jurisprudencia derivada de decisiones tomadas sobre el mismo caso, pero también porque no considera la unidad geográfica reconocida para el archipiélago y porque aparentemente modifica tratados limítrofes con terceros países.

Pero durante la semana, la inmensa mayoría de columnistas del país defendieron la opción del acatamiento bajo argumentos falaces. El primero, que el fallo fue ‘salomónico’ y debe ser respetado para honrar la historia colombiana de consideración al derecho internacional. Lo ‘salomónico’, entendido como la decisión de dar a todos los actores en un conflicto parte de la razón, no implica justicia, y mucho menos una decisión tomada en el marco de lo que indica el derecho aplicable, que puede también ser injusta. Lo equitativo no siempre es justo, definitivamente no en este caso. En cuanto a la tradición respetuosa de Colombia hacia el derecho internacional, algunos expertos han argumentado que ella, sumada a una descarada ingenuidad y falta de profesionalización diplomática, es lo que ha permitido la pérdida de casi la mitad de nuestro territorio desde 1810.

El segundo argumento falaz sobre el cual se ha criticado a quienes promovemos el desacato, es que esta posición se ha usado como una herramienta “populista y patriotera”, con pretensiones electorales. Que Uribe promueva el desacato para evadir su propia responsabilidad frente a la pérdida del territorio, con evidentes afanes electoreros y egolátricos, no significa que todos los que creemos que esa es la salida a la crisis actual, lo hacemos por las mismas motivaciones. Decir, como lo han hecho varios columnistas este fin de semana, que quienes promovemos el desacato somos imperialistas, es tan incoherente como decir que quienes prefieren lo contrario son quienes alimentaron el  supuesto desinterés ancestral sobre el archipiélago.

El tercer argumento cuestionable es que el Estado colombiano se ha desentendido históricamente de las necesidades de los cayos, el archipiélago y los raizales. No es así. La Armada ha ejercido soberanía permanente sobre la zona, allí se han desplegado importantísimas acciones de interdicción frente al narcotráfico con cooperación internacional, se han celebrado regularmente elecciones democráticas, y dicho territorio ha formado parte fundamental de las políticas públicas de promoción turística, por nombrar solo una, provenientes del centralismo bogotano. San Andrés no es, ni de cerca, el territorio colombiano más desatendido, como pretenden hacerlo ver ahora los oráculos de los columnistas reconocidos de este país. Decir lo políticamente correcto es siempre lo más fácil y en ocasiones, lo menos valiente. Criticar hoy el proceso es mucho más fácil que hacerlo en cualquiera de las columnas que escribieron durante los últimos once años.

Por último, el fallo es inaplicable automáticamente a la luz de la actual Constitución, que establece que los límites solo pueden ser modificados por tratados reconocidos por el presidente y, como el Esguerra-Bárcenas de 1928, aprobados por el Congreso, no por sentencia.

La revisión del fallo y su eventual desacato son evoluciones lógicas de un proceso con errores jurídicos. Pero independiente de lo que decida hacer el gobierno, esta es una oportunidad inmejorable para que, así como cuando regalamos Panamá, Colombia modifique sustancialmente las instituciones que tienen a su cargo las relaciones internacionales, esta vez profesionalizándolas (o despolitizándolas, que en este caso es tristemente lo mismo) y reformándolas para hacerlas más apropiadas para un mundo globalizado, donde lo supranacional tiene cada vez mayor importancia.

Publicado en La Tarde de Pereira, el martes 27 de noviembre de 2012, en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/104701-que-haya-desacato
   

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