sábado, 3 de noviembre de 2012

La independencia de Cataluña: un juego de suma cero

Columna de opinión
Juan Camilo Pereira*

La independencia de Cataluña: un juego de suma cero

El próximo 25 de noviembre de 2012 las elecciones al Parlamento Catalán definirán el futuro debate que tendrán que lidiar Cataluña y España en los próximos cuatro años: Independencia absoluta o un nuevo pacto fiscal[1] bajo la pertenencia a un Estado español que reconozca la existencia del nacionalismo catalán. 

Estos dos caminos, que sientan sus bases en la necesidad cortoplacista de unas medidas anti-crisis y la existencia de un nacionalismo latente que aboga por un reconocimiento justo del aporte fiscal[2] de esta comunidad hacia España, no tratan aún las consecuencias económicas de fondo ni el impacto que sobre la competitividad empresarial tendría el elegir un camino de secesión.

Es así, que tanto políticos como líderes de diferentes organizaciones sociales y movimientos de opinión, han entrado en un juego de poder donde las argumentaciones sociales, políticas, financieras, culturales e históricas dan la impresión de un resultado de suma cero. Nada suma, nada sucede. Es la sensación que da el ver un proceso donde las intenciones de secesión, dividen a la población y afectan los intereses, tanto de España en su conjunto, como de empresas (PYMES y multinacionales) y residentes (extranjeros, nacionales, estudiantes, refugiados) en Cataluña.

Quienes abogan por el derecho de autodeterminación y reconocimiento de una fuerza estatal independiente para trazar una nueva ruta económica y social, se enfrentan a otra que se siente orgullosamente catalana y española, y que reconoce que la primera necesidad es eliminar las desigualdades emanadas de la historia de los pactos fiscales en España y quiere luchar por una salida de la crisis bajo una estrategia de unión, colaboración, y coresponsabilidad con las demás comunidades autónomas. 

Este debate político y social llega en un momento en el que los mercados del mundo y  de la Unión Europea (UE) castigan a las economías que no muestran señales de certeza, austeridad, disciplina y coherencia micro y macroeconómica, motivo por el cual agencias calificadoras de riesgo han afectado negativamente la valoración de los bonos de las empresas del IBEX, aumentando la prima de riesgo de España, debido a su división interna en cuanto medidas económicas y fiscales se refiere.

“Ante la situación de incertidumbre, los mercados financieros se agitan simplemente con el hecho de que se hable de secesión. Los inversores temen que la revuelta catalana impida al gobierno central controlar el gasto de las Comunidades Autónomas, uno de los grandes problemas de España”[3].

El moral hazard[4], derivado de los intereses de los principales partidos políticos catalanes por vender la idea de que una independencia y secesión absoluta de España es el mejor camino para salir de la crisis, hace que el conjunto de las comunidades del mismo Estado se debiliten, y por ende, se genere un mayor riesgo de inversión para las empresas y los ciudadanos.

La posición de un gran grupo de votantes y de partidos políticos como Solidaritat per la Independència (SI), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Convergència i Unió(CiU),  Catalnya Verds Esquerra unida i Alternativa (ICV-EUiA) y el Partido Socialista (PSC), se soporta en que la autodeterminación es un derecho establecido en el seno de la UE donde cualquier estado democrático puede elegir su propio destino internacional, respaldado por los resultados positivos de un referendo de sus gobernados. Sin embargo, en ella no se contemplan las dificultades macroeconómicas que Cataluña deberá afrontar dentro de un contexto de una economía mundial glocalizada.

Por su parte, el gobierno español, en cabeza de Mariano Rajoy,  y el Partido Popular (PP) y Ciutadans (C´s) abogan por una unidad nacional ante la crisis económica, para garantizar una estabilidad jurídica que permita concertar esfuerzos de las 14 autonomías del país.

En síntesis, argumentos en pro y contra de la independencia se han ofrecido en los últimos dos meses, generando así una sensación de desorientación en la política regional y una inestabilidad en la Unidad Nacional. Particularmente, Barcelona ha sido protagonista de dos manifestaciones públicas donde se han expuesto estos argumentos y donde la gente ha manifestado su voluntad por pertenecer a uno u otro bando. La primera, la del 11 de septiembre de 2012,  reivindicaba los valores de una cultura, una lengua y una nación catalanas, y la necesidad de poder tomar por sus propias manos la justicia fiscal y financiera, que a la fecha, no ha podido ser salvaguardada por el Estado central.

La segunda, la del 12 de octubre, apelaba por la autodeterminación de ciudadanos catalanes libres y autónomos, que se sienten parte de una región autonómica y de un país al mismo tiempo.  En ella, el manifiesto[5] realizado por los catalanes que se sienten orgullosos de ser españoles, se basa en declarar que la secesión no es el camino para salir de la crisis y que el ser catalán y español es una condición natural que tiene un legado histórico, territorial y familiar. Este colectivo así ejerce su responsabilidad para actuar en unanimidad ante la idea secesionista, y con la disposición de poder sumar en España para salir en conjunto de la crisis económica.

El grupo poblacional que clama una independencia ha sido motivada por las acciones políticas de Artur Mas, quien ha decidido hacer de este debate el principal interés político, por encima de las decisiones económicas, fiscales y de industrialización que en el corto plazo deberían ser menester. Es así que la rendición de cuentas fiscales y de gastos públicos, ha sido supeditada en favor de unas nuevas elecciones que permitan, en un escenario democrático, alzar la voz de la mayoría en busca del “mejor” destino de Cataluña.

Existen razones y motivaciones varias para considerar que esta propuesta es un juego político arriesgado de suma cero, que deberían de ser consideradas tanto por los simpatizantes de dicha idea, como del sector que aún se siente catalán y español. Razones de tipo económico e institucional, y motivaciones de corto y mediano plazo en el plano social y empresarial, deberían de ser los primeros puntos en un debate independentista que está por definir su hoja de ruta y su líder de batalla el próximo 25 de noviembre.   

El futuro en la UE. La comunidad europea ha declarado que si surge “"una región independiente nueva se convertiría, por el hecho de su independencia, en un país tercero respecto de la Unión y los tratados no se aplicarían en su territorio desde el día de su independencia"[6].

En este sentido, si Cataluña se separa de España, debe presentar una solicitud a la Comunidad Europea de adhesión, la cual debería ser aceptada por los 27 Estados de manera unánime. Este hecho, dificulta que España acepte esta condición, además de otros Estados donde sentimientos nacionalistas y separatistas (Bélgica con la tensión entre Valones y Flamencos) han rebrotado como producto del contexto económico de crisis, y las reivindicaciones de partidos políticos que, como en el caso de Cataluña, consideran que por sí mismos pueden llegar a un mejor norte sin estar supeditados a las normas fiscales y tributarias del Estado central. Caso similar a regiones de Italia y Alemania con menos privilegios fiscales y donde la brecha de crecimiento regional crece.

Al respecto, el artículo 4.2 del Tratado de la UE señala que “respetará la identidad nacional de los Estados miembro, identidad "inherente a las estructuras fundamentales políticas y constitucionales de éstos, también en lo referente a la autonomía local y regional". También, que "respetará las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial, mantener el orden público y salvaguardar la seguridad nacional".

El futuro de los tratados de comercio internacional.  Actualmente, España cuenta con más de 20 Tratados Comerciales Internacionales con diferentes países (incluyendo acuerdos de libre comercio e integración económica, de mercancías y servicios, y de unión aduanera)[7], lo que implica una mayor competitividad, vía especialización vertical, producto de la glocalización y la partición de la cadena de valor[8]. Cataluña por sí misma tardaría varios años o décadas en llegar a este mismo número de acuerdos, compitiendo en desventaja con los productos producidos por ejemplo en Valencia, Aragón, el País Vasco, Castilla- La Mancha o Madrid.

En este sentido, sería irresponsable que cualquier propuesta de independencia desconociera que es necesario tener un plan de comercio internacional, basado en una estrategia económica de especialización y en elección de sectores ganadores que deben halar el crecimiento y desarrollo económico de la región. La independencia, en el corto plazo traería una pérdida de competitividad de cualquier producto catalán, vía incremento de barreras (arancelarias y para-arancelarias) de comercio internacional y de otras ineficiencias provocadas por la restricción de fronteras.

A mayor regulación y mayor distancia legal, las empresas tienen más dificultades para posicionar sus productos y servicios tanto con países de la UE, como con países de América Latina, Asia y África.  Ello impactaría en la decisión de las multinacionales localizadas en Cataluña que ante la incertidumbre de una hoja de ruta clara a nivel comercial, optarían por elegir territorios similares donde las garantías actuales pueden ser mantenidas y hasta extendidas.

Es así que surgiría una competencia entre los territorios aledaños a Cataluña, para poder captar los intereses de las multinacionales, perjudicando la inversión extranjera directa, el recaudo fiscal y la generación de empleo. Proveedores y clientes se verían afectados, logrando perjudicar al conjunto de la economía catalana, que probablemente trataría de compensar dicha pérdida con subsidios provenientes de nuevos impuestos o emisión de deuda pública internacional.   

La calificación de riesgo de Cataluña ¿Cuál sería el riesgo soberano que se le otorgaría a Cataluña en dado caso de ser considerada como un Estado nación independiente de España? Este tipo de riesgo “es aquel asociado con la incapacidad que tiene los acreedores de lograr que el Estado cumpla con  sus obligacionesfinancieras debido única y exclusivamente a razones de soberanía”[9].

En ese sentido, existen alarmas que habría que tener en cuenta, como el hecho de que, en febrero de 2012, Moody´s rebajó el riesgo de Catalunya de Baa3 a Baa2, dejándolo al borde del bono basura[10].

La elección de los sectores industriales ganadores y perdedores para salir de la crisis. Ningún partido político o movimiento social se atreve a decir cuáles serán los sectores ganadores y perdedores de la nueva estrategia de competitividad regional de Cataluña.  

Nadie aún se ha pronunciado para decir la verdad del impacto económico sectorial de la crisis, mientras el desempleo aumenta y desaparecen empresas que pertenecen a la cadena vertical de sectores como el del automóvil, el electrónico, el de maquinaria y el de herramientas.  

Cataluña podría aprender de las experiencias de los países del Sudeste Asiático y de América Latina que han elegido desarrollar sectores líderes y motores de la economía según las nuevas reglas de globalización económica, y que para el caso particular que nos compete, deberían ser reglas en el marco de la glocalización, promoviendo más los servicios y el I+D en sectores que generen valor en el mediano y largo plazo.

Por ejemplo, los sectores de biomedicina, salud y belleza, farmacéutico, el de energías renovables para movilidad urbana, mecaelectrónica, servicios de soporte técnico y facilities, deberían ser revisados para gestionar y asignar recursos a empresas que jalonadas por estrategias de colaboración con universidades y centros de I+D, así como por acuerdos de colaboración, puedan generar más puestos de trabajo y compensar las pérdidas generadas por el sector de la construcción y obra civil.    

Más allá del debate político, enraizado en convicciones históricas heredadas, la decisión sobre la independencia de Cataluña debe soportarse también en la realidad económica actual y en un ejercicio juicioso de prospectiva frente a los retos que implica la actual crisis europea y las perspectivas de un futuro económico más promisorio.

* Colaborador de Kíos radicado en Barcelona, España.

Imágenes tomadas de:
http://www.stratfor.com/countries/spain
http://globbos.com/2012/09/catalanes-reclaman-independencia-espana/
http://www.eltiempo.com/mundo/europa/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12225082.html y
http://www.europapress.es/nacional/noticia-termina-reunion-rajoy-artur-mas-palacio-moncloa-20120920131916.html
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[1] Actualmente, España tiene diferentes pactos fiscales con la autonomía de Navarra, Alava, Viscaya y Cataluña. Los catalanes no se sumaron a un pacto similar al otorgado al Gobierno de Navarra porque querían ser tratados de manera diferente al entenderse a sí misma como una comunidad con una idioma y cultura que conforman una nacionalidad distinta. Ver documento Catalunya y la autonomía fiscal Navarra y Vasca en http://www.almendron.com/tribuna/cataluna-y-la-autonomia-fiscal-navarra-y-vasca/ 
[2] Se estima que a Cataluña solo regresan el 43% de los impuestos que el Estado recauda de empresas y ciudadanos residentes en esta comunidad autónoma. Ver cifras enhttp://www.eleconomista.es/economia/noticias/4358221/10/12/Cataluna-se-ha-convertido-en-el-campo-de-batalla-de-lo-que-podria-ser-una-guerra-civil-economica.html 
[4] Ver Kevin Dowd, “Moral Hazard and the Financial Crisis” en http://www.cato.org/pubs/journal/cj29n1/cj29n1-12.pdf 
[6] “El Gobierno pide a Bruselas que se hable con una sola voz sobre el futuro de Catalunya” enhttp://www.elperiodico.com/es/noticias/elecciones-2012/gobierno-pide-bruselas-que-hable-con-una-sola-voz-sobre-futuro-catalunya-2221006
Ver países que se encuentran en proceso de adhesión a la UE en http://europa.eu/about-eu/countries/index_es.htm 
[9] Sofía García y Jose Vicéns Otero , “especificación y estimación de un modelo de riesgo país”, en http://www.uam.es/otroscentros/klein/docjor/garcia.pdf

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