miércoles, 12 de diciembre de 2012

Papeles trucados

Columna de opinión

Meden Agan



Papeles trucados


Simón Gaviria, el mismo delfín que sorprendió al país al reconocer públicamente que “solo había leído por encima” –por confiado, no por perezoso- la conciliación de la polémica reforma a la justicia antes de firmarla, el presidente de la Cámara de Representantes, el jefe único de un partido liberal que ahora vota por procuradores clericales y homófobos, sorprendió la semana pasada al país con una excelente investigación en torno al descalabro de Interbolsa.


En un extensísimo, juicioso y muy documentado debate sobre uno de los mayores descalabros financieros del mercado bursátil colombiano, el hijo del expresidente develó los detalles de las maniobras que hicieron, según él, los directivos de Interbolsa para salvar 13 mil millones de pesos, justo antes de que la empresa fuera intervenida por el Estado, para salvar capitales propios y de familias cercanas.


En las conclusiones de dicho debate mencionó preocupado que Interbolsa puede ser considerado como el DMG de los ricos, haciendo referencia a la estrategia de captación ilegal a través de pirámides que sacudió especialmente a la clase media colombiana hace un par de años, y afirmó que los mecanismos de control al sistema financiero para prevenir casos como este son caducos y deben revisarse.


Tengo dos observaciones al respecto, la primera de forma y la segunda de fondo.



Formalmente, estoy en desacuerdo con Gaviria frente a su afirmación según la cual los mecanismos de control son débiles en nuestro sector financiero. A mi juicio, lo que demuestra la intervención del Estado, tal como la hemos visto documentada en los medios de comunicación, es justamente lo contrario. La intervención de la Superintendencia evitó un efecto cascada que pudo haber desestabilizado todo el mercado de valores de una manera supremamente grave, cualitativa y cuantitativamente mayor que la que se observó. Comparativamente con nuestros vecinos, los controles en Colombia son mucho mayores y el sistema es muchísimo más fuerte, de tal manera que está en mayor medida blindado ante descalabros extensibles a todo el sector, como pudo haber sido este, de no tomarse las medidas ya conocidas.



Pero en el fondo me preocupa lo siguiente: en este país los legisladores investigan y los investigadores legislan. Gaviria, cuando tuvo que legislar, omitió la lectura juiciosa de la conciliación de una de las reformas estructurales más importantes de la legislatura, pero cuando quiso investigar, demostró la rigurosidad que le faltó haciendo aquello para lo cual fue elegido. La próxima vez que Gaviria pida el voto popular habrá que recordarle para qué ha demostrado ser bueno, y hacerle entender que para legislar ha evidenciado ser laxo, poco cuidadoso y muy poco riguroso.



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