Columna de opinión
Santiago Gómez
De costumbres insostenibles
Ahora mis vecinos, a quienes conozco hace apenas dos meses, no me
saludan cuando me cruzo con ellos en el ascensor de mi edificio.
Yo
que pensaba que la llegada de la Navidad,
que se trata también de tolerancia, respeto mutuo y buena convivencia, les
impediría pensar y decir que soy un tacaño, que no colaboro con sus inocentes
iniciativas comunales y a intentar, con métodos moralmente cuestionables, que
deje poner en mi balcón unas luces navideñas que, según estudios de las
electrificadoras colombianas, incrementarán el consumo de energía decembrino en
nuestras ciudades hasta en un 22%. Y si tenemos en cuenta que ahora dichos
ornamentos nos acompañan desde noviembre a enero, el despilfarro supera estos
conservadores cálculos. Ello significaría que no iluminar irresponsablemente la
Navidad durante los próximos cinco años, equivale a que el país ahorraría, como
mínimo, toda la energía que consume durante un mes.
Mi
última respuesta, después de intentar argumentarles acerca de las necesidades energéticas de los años venideros, fue
que les pagaría la cuota que solicitaban para comprar el derecho a decidir si
me comportaba como un ciudadano ambientalmente responsable o como un
derrochador más. Elegí, como siempre, lo primero, a costo de aguantar durante
los próximos diez meses sus malas caras y sus habladurías prejuiciosas sobre mí.
Y
eso que no han visto mi árbol de Navidad sin iluminación, no saben que empaco
mis regalos en papel periódico y ni sospechan que es posible que en mi oficina gane el concurso navideño con
decoración ecológica, gracias al esfuerzo y compromiso de mis compañeros de
piso.
Si
el costo que debo pagar para entregarle un mundo ambientalmente sostenible a
mis hijos y nietos, y a los hijos y nietos de quienes me importan, es aguantar
la mala cara de mis vecinos, lo haré sin problema. Porque a mí, además de
enseñarme a cuidar el medio ambiente, a ser tolerante no solo en Navidad y a
apagar las luces no únicamente durante
una hora el Día de la Tierra, me enseñaron a entender que las diferencias deben
respetarse. Que quienes piensan distinto, también merecen que los salude en el
ascensor.
Publicado en Vanguardia Liberal de
Bucaramanga el viernes 30 de noviembre, en: http://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/santiago-gomez/185485-de-costumbres-insostenibles
Imagen tomada de: http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=293498&page=3
No hay comentarios:
Publicar un comentario