martes, 29 de marzo de 2011

Temas críticos para el debate electoral en Bogotá (III)


Columna de opinión
Alter Ego

Temas críticos para el debate electoral en Bogotá (III)

A la par con los temas de competitividad y seguridad analizados en anteriores entradas, uno de los temas que suscitará mayor debate y atención mediática será el social. En sentido amplio, lo social está estrechamente ligado con aquellos sectores o ámbitos de la gestión pública que tienen un impacto directo sobre la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Entre estos temas se destacan la educación, la salud, los servicios públicos y la vivienda, por ser éstos factores determinantes para el logro pleno del desarrollo humano. Paralelo a estos asuntos sociales críticos, el tema de la lucha contra la pobreza y la pobreza extrema se han empezado a posicionar como un tema fundamental dentro de la agenda pública, toda vez que ésta está estrechamente articulada con la dignidad del ser humano en un sentido amplio y comprehensivo. En efecto, la pobreza es uno de los principales limitantes para el desarrollo pleno de las capacidades de las personas, así como para el goce de derechos y libertades fundamentales que la sociedad les brinda a sus individuos para alcanzar sus objetivos personales. El desarrollo humano visto como la generación de oportunidades para que todas y todos puedan alcanzar su potencial, exige un compromiso serio y permanente contra la pobreza, entendida no solo como la ausencia de ingresos o las restricciones al consumo mínimo, sino como un condicionante multidimensional que limita el logro pleno de la cohesión y la equidad en nuestra ciudad.

En los últimos años ha hecho carrera una frase que explica el gran desafío del próximo alcalde o la próxima alcaldesa de la ciudad: "Bogotá se ha modernizado, pero no se ha hecho humana". No hay duda de que en nuestra urbe se han venido dando mejoramientos progresivos y sustantivos en muchos de los factores que garantizan la competitividad de la ciudad. Si bien es cierto que durante el último cuatrienio la ciudad ha retrocedido en múltiples aspectos, también es necesario reconocer que acumula una gran cantidad de cambios y transformaciones en sus principales estructuras, que hoy le dan una nueva funcionalidad, mucho más coherente con los retos que denota un mundo en pleno proceso de expansión. Pese a ello, la "deuda social" sigue siendo crítica, en especial con los colectivos más vulnerables.
Tal como lo señala la última Encuesta de Calidad de Vida (ECV), la percepción de pobreza ha aumentado en la ciudad. Este dato se complementa con el análisis que hace el Programa "Bogotá Cómo Vamos", en el cual se destaca que pese a grandes logros como la gratuidad escolar o la ampliación de programas como "Bogotá sin hambre" a partir de las redes de comedores comunitarios, la reducción de la pobreza se ha estancado en el último cuatrienio. Si bien es cierto que comparativamente con el resto del país, Bogotá ofrece mejores cobertura de servicios sociales y una mejor calidad de vida, aún quedan muchos desafíos para extender y ampliar las condiciones de bienestar con las que gozan muchos bogotanos y bogotanas hacia toda la población, sobre la base de la equidad y la cohesión social.

Este espacio considera que uno de los puntos más importantes dentro del conjunto de temas sociales prioritarios para la ciudad, está referido a tener una lectura más comprehensiva e integral de la pobreza y sus determinantes. A la par con políticas de corte netamente asistencialistas, conviene desarrollar estrategias de desarrollo económico para generar ingresos y lo más importante, emprendimientos e iniciativas productivas. En este punto vale la pena reconocer la disposición de la actual administración para formular y ejecutar una política pública de desarrollo económico, bajo la batuta de la Secretaría que lleva el mismo nombre.

En efecto, la lucha contra la pobreza exige abordajes creativos, pues ésta tiene múltiples dimensiones. Hace algunos días, el columnista Moisés Naím citó, en el diario El Tiempo, un estudio global que se realizó en un sinnúmero de países sobre las lógicas e imaginarios que subyacen sobre la pobreza[1] y que precisamente se titula “Repensando radicalmente la forma como combatimos la pobreza”. El documento no pudo ser más revelador y pertinente, al concluir que en el mundo son pocos los estudios que se han hecho para tratar de entender y comprender las causas de la pobreza, desde una perspectiva más amplia que la tradicional relacionada con las restricciones propias al consumo por la ausencia de ingresos. Uno de los elementos fundamentales del estudio es que las personas pobres tienen una racionalidad económica similar a la de una persona de ingreso medio o incluso alto. La evidencia indica que hay lugares pobres del mundo en donde pese a que hay condiciones de vulnerabilidad bastante altas, la gente puede ahorrar y generar ingresos para comprar equipos de sonido, televisores de última generación e incluso ropa de marca. Para no ir más lejos, solo hace falta viajar un fin de año a los barrios más pobres de Cartagena, para ver la feroz competencia por cuál familia tiene el "picó" más grande y moderno.

Este planteamiento nos lleva a pensar que resulta oportuno atacar la pobreza con herramientas no asistencialistas, única y exclusivamente. Al respecto este columnista no quisiera ser malinterpretado, pues siempre ha sido un ferveroso defensor de las políticas de transferencias condicionadas ("Familias en Acción" en Colombia, "Bolsa Escola" en Brasil, el "Bono de Desarrollo Humano" en Ecuador, los programas "Progresa" y "Oportunidades" en México, sólo por citar algunas experiencias) como una estrategia idónea para superar lo que el Banco Mundial llama las "trampas de la pobreza". No obstante, es clave tener un sano equilibrio entre el asistencialismo puro y la capacidad de fortalecer las condiciones de los colectivos para aprovechar su propio potencial mediante el emprendimiento y la generación de ingresos. En esta tarea, es clave repensar el rol tradicional de la Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa, para que ésta genere acuerdos gana-gana con Universidades y colectivos tradicionalmente excluidos, en los cuales se generen alternativas de desarrollo económico. El mundo entero está reconociendo la necesidad de fortalecer lo social, a partir de la inclusión de lógicas que tradicionalmente han sido del mercado, tales como la rentabilidad, el cumplimiento de metas y resultados, la eficiencia y la eficacia sólo por citar algunas.
En Estados Unidos y algunos países europeos este nuevo enfoque ha contribuido a la consolidación de una nueva generación de emprendedores sociales, los cuales desarrollan negocios y alternativas comerciales que tienen un alto impacto social, al incluir colectivos y grupos sociales en su formulación  y desarrollo. No hay duda de que la innovación social se está tomando el mundo y Bogotá no puede ser ajena a tal reto y desafío, mucho más si se tiene en cuenta que los recursos son escasos y las prioridades cada vez más complejas. Valdría la pena que el próximo alcalde o alcaldesa de Bogotá enfatizará en el enorme déficit social de la ciudad, a partir de diseños creativos e innovadores.
Imagen tomada de: http://www.radiosantafe.com/2009/09/03/la-pobreza-y-los-indices-no-concuerdan-maximo-perez/

[1] El estudio se encuentra disponible en el vínculo: http://pooreconomics.com/.

No hay comentarios:

Publicar un comentario