martes, 8 de marzo de 2011

Lecciones filosóficas para un torpe troglodita moral

Columna de opinión
Meden Agan

Lecciones filosóficas para un torpe troglodita moral

Ni la mejor campaña de Colombia es Pasión pudo haber descrito con tan poco, la realidad de nuestro país.

Ayer, Miguel Nule, vinculado a los múltiples escándalos del llamado carrusel de la contratación soltó la siguiente frase: "La corrupción en Colombia, como en cualquier país del mundo es inherente a la naturaleza humana" y a continuación afirmó, como para rectificar el entuerto y justificarse en público, que el grupo Nule sí había cometido un error: el de ser "ambicioso".

En primer lugar, no me parece una manera inteligente de defenderse en una audiencia en la que uno está citado por su supuesta participación en actos de corrupción. La naturalización, por demás inventada, de un acto castigado por la ley no exime al inculpado de su responsabilidad penal. Pero bueno, allá él. El dinero, evidentemente, no garantiza inteligencia.

En segundo lugar, la naturalización de un acto punible según las legislaciones de la mayoría de países, lo que a primera instancia invalida la tesis de que dicho acto es "inherente a la naturaleza humana", es el reflejo de un país acostumbrado a justificar los actos ética, moral e incluso penalmente reprochables, a través de excusas que siempre apuntan a evadir las responsabilidades individuales derivadas de dichas acciones. Eso sí, y no la corrupción, parece ser natural e inherente a los colombianos, señor Nule.

No soy budista, pero estoy claramente más cercano a ellos, que a  estos "nulistas". Desde una perspectiva no teísta, el budismo fundamenta toda su práctica ética en el concepto de ahimsa. Dicho concepto remite a que lo inherente a la naturaleza humana es la posibilidad de alcanzar la iluminación mediante acciones no dañinas ni para uno, ni para los demás. Lo anterior implica, ineludiblemente, que lo que es natural en el comportamiento humano, tal y como también afirmaban Sócrates y Platón, es la capacidad de comportarse correctamente y de no hacer daño a ninguna persona, animal o criatura. Una cosa muy diferente es decir como Platón que "todo lo que nace está sujeto a ser corrupto", y otra, afirmar con la vehemencia lo que vociferó Nule, evadiendo cobarde y convenientemente, la responsabilidad frente a sus actos cuestionables y, en algunos casos insisto, judicialmente castigables.

Lo único verdaderamente inherente a todos los seres capaces de sentir dolor es la búsqueda para evitarlo, dicen nuevamente los budistas. Pero también los epicúreos, que defendieron la figura de la ataraxia (la ausencia de tribulaciones) como camino para encontrar la felicidad. Y todos, salvo algunas patologías, queremos ser felices de manera durable y no sufrir. Es decir, si todos los seres (humanos y quizás no humanos) estamos buscando lo mismo, de ahí se desprende que todos debemos tratarnos de manera adecuada siempre. 

Y los  budistas, pero también los griegos y los romanos, afirman que quien no actúe de esa manera, sufrirá remordimientos que le impedirán ser feliz. Alguna cosa hubiera aprendido Nule si hubiera leído juiciosamente las lecturas en su clase de ética cuando era estudiante universitario. Pero también, si alguien cercano le hubiera enseñado que ser ambicioso no es un delito, y que ni siquiera es un error o defecto, pero que ser corrupto sí lo es, nos hubiéramos ahorrado muchos dolores de cabeza y muchos titulares de prensa como el que nos regaló ayer este analfabeta moral desde el consulado colombiano, cerca a las soleadas playas de Miami.

Ni la corrupción, ni la violencia, ni siquiera la falta de amabilidad, tienen porque ser inherentes al comportamiento de los humanos. Y no pueden serlo porque hacemos parte de unos colectivos sociales que nos exigen comportarnos de manera adecuada para garantizar un grado de orden en dichos colectivos. Ni siquiera Hobbes estaría filosóficamente de acuerdo con la afirmación del hoy imputado. Para Hobbes, el estado de las cosas, lo natural, es el conflicto, pero solo a través de la figura de lo que luego constituyó el Estado, como acuerdo colectivo, se consiguen sociedades ordenadas que no impliquen la autodestrucción de lo humano como agrupación que necesita actuar asociada.

Adicionalmente, el poder corruptor de la sociedad, defendido filosóficamente gracias a la casi siempre mal entendida y peor utilizada frase de Rousseau, sorprendentemente la más -y casi que única- citada por los jóvenes estudiantes universitarios de "el hombre nace naturalmente bueno, es la sociedad quien lo corrompe", parece ser amplificado por trogloditas de la moral como los Nule, que se atreven a pronunciar estupideces como la de ayer. Seguro Miguel Nule y los demás miembros de su cartel de la contratación pensaron defenderse en las audiencias recurriendo a Rousseau, ignorando, como todos aquellos que citan equivocadamente al filósofo ilustrado, que la sociedad no está conformada por marcianos, rocas o espíritus. La sociedad, señores, está conformada por seres humanos. Los actos de los humanos son los que nos corrompen. Nuestros propios actos y declaraciones, por acción u omisión, van creando un sustrato cultural que favorece la aparición de los "nulecitos" del mañana. Basta ya de culpar a instituciones como el Estado o la Sociedad, así con mayúscula, de nuestras conductas erróneas. Los Nule no actuaron de la manera que presuntamente actuaron obligados por las circunstancias sociales. Actuaron así porque son capaces de justificar un acto corrupto como inherente a la naturaleza humana, y porque su ceguera moral desvaneció a punta de cheques, los límites entre lo bueno y lo malo. Actuaron así porque quisieron, y luego tuvieron el descaro de decirnos que lo hicieron porque todos los hombres somos corruptos. Parece, entonces que salimos a deberles y que, como determina su estrategia de defensa, ellos son las víctimas.

Menos mal los Nule no son embajadores ni funcionarios de Proexport, porque sino, dentro de poco tendríamos una nueva campaña para vendernos al mundo entero: "Colombia: un país naturalmente corrupto. El riesgo es no poder volarse".

A palabras necias, oídos sordos. Sólo una sociedad comprometida con su futuro, una sociedad que esté destinada a progresar, entiende justamente que la corrupción no es, ni ha sido nunca, inherente a nuestra naturaleza.

Imagen tomada de: http://www.semana.com/noticias-nacion/miguel-nule-ratifica-senalamientos-moralesrussi-olano/151490.aspx

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