martes, 15 de enero de 2013

Secuestro de la bebé; secuestro de la ecuanimidad

Columna de opinión
Gnothi Seauton

Secuestro de la bebé; secuestro de la ecuanimidad
 Las sociedades modernas, de las cuales los furiosos tuiteros parecieran autoendilgarse su pertenencia, se caracterizan por no enviar a las cárceles a quienes no hayan sido sentenciados como culpables. Incluso, una vez sancionados como responsables ante la sociedad por cualquiera que sea su delito, se estila, nuevamente, en las sociedades modernas y civilizadas, no enviar inmediatamente a su sitio de reclusión a estos culpables.
¿Qué se puede decir sobre el caso del secuestro de la bebé Carol Brigitte Franco? La decisión del juez de garantías encolerizó a las redes sociales. Cómo era posible que una secuestradora no era un peligro para la sociedad. Algunos, incluso llegaron a tuitear o postear que era increíble cómo se había dejado en libertad a semejante monstruo. Y en medio de la ola de indignación, también se pudieron colgar otros temas, como las comparaciones con aquellos que han sido tratados duramente por la justicia por delitos tan nimios como el robo de artículos como caldos de gallina u otros de mayor impacto como escándalos de corrupción de gran resonancia nacional. Por supuesto, el asunto sirvió también para ventilar rencillas políticas entre sectores políticos y el poder judicial.

Las personas están en todo su derecho de opinar y expresar lo que se les venga en gana. Pero temas como el de la justicia, servicio público fundamental para lograr un funcionamiento adecuado dentro de cualquier sociedad, en cualquiera de sus campos, deben ser manejados con seriedad y una pizca bien reducida de populismo y facilismo. Las declaraciones efectistas pueden ser muy útiles a la hora de ganar campañas políticas, pero para dar con verdaderas soluciones, son una receta poco recomendable.

En este caso, el del triste secuestro de Carol Brigitte, el juez de garantías, a juicio de este observador, puede ser calificado con un siete y medio sobre 10. Incluso hasta el día de hoy las autoridades investigadoras, y por lo tanto el mismo juez, no cuentan con indicios contundentes acerca de que la secuestradora, Liliana Marcela Castillo, obró con el objetivo de chantajear a las víctimas o cobrar algún rescate por la liberación de la bebé. La sindicada actuó bajo un enorme estrés emocional. Parece, esto no ha podido ser esclarecido, que Castillo estuvo en embarazo, perdió el bebé, y buscando como mantener su situación con el padre de su hijo fallecido, decidió robarse el de otra madre.

No hay duda que Castillo actuó delictuosamente. El cargo por el cual será procesada será el de secuestro simple agravado, cargo que ya aceptó. Pero Castillo no ha sido juzgada. Las sociedades modernas, de las cuales los furiosos tuiteros parecieran autoendilgarse su pertenencia, se caracterizan por no enviar a las cárceles a quienes no hayan sido sentenciados como culpables. Incluso, una vez sancionados como responsables ante la sociedad por cualquiera que sea su delito, se estila, nuevamente, en las sociedades modernas y civilizadas, no enviar inmediatamente a su sitio de reclusión a estos culpables. Este momento llega a posteriori cuando se define el tiempo de reclusión, si es que esta es la sentencia.

Es decir, el viaje a la cárcel no es la primera opción. Seguramente si fuera así, las cosas serían más fáciles. Pero ese es precisamente el meollo del asunto. Estos temas, especialmente porque Colombia es una sociedad democrática, no son de manejo sencillo y mucho menos populista. Las cosas no son en blanco y negro. No consisten en dígase y cúmplase. Por supuesto a muchos esto no les gusta. Eso sí, hasta que no se vean envueltos en una situación en la que puedan dar uso de las garantías que ofrece el sistema democrático de justicia.

Las redes sociales, en buena parte, sirven como válvula de escape para las personas que las usan. Pero tratar temas serios allí, de forma sensata, es complicado. Muchos buscan pontificar y señalar obviedades que supuestamente nadie más ve. Se disfrazan de proveedores de soluciones a los problemas que se discuten en el momento, pero en realidad no cuentan con las herramientas necesarias para resolver el asunto.

Arriba afirmaba que el juez se merece un siete con cinco. La cárcel no era el sitio al que debía enviar a Castillo, pero sí quizás a un instituto mental, aunque sea para realizar una evaluación siquiátrica que establezca científicamente si Castillo es un peligro para la sociedad o no. Hace unos meses el debate en Facebook y demás redes sociales se daba porque los jueces estaban enviando a la cárcel a todo el mundo. Lo que se demuestra acá es que nos gusta, como sociedad, que la justicia no sea ciega, sino que dependiendo del porte y otras características, tome sus decisiones.

Héctor Riveros ha señalado muy bien este accionar que no es un problema del sistema de justicia, sino de la sociedad, y es que esperamos que esta, la justicia, actúe, no ecuánimemente, sino como vengadora de los ciudadanos de bien. Algunos dirán, y dicen, “imagínese que usted fuera el padre de ese niño”, y pues claro, si eso me pasara a mí yo muy probablemente no me contentaría con otra cosa distinta a la sangre del culpable. Pero ese es precisamente el punto. Los jueces deben actuar de manera fría, objetiva. Por eso, si a un juez, por ejemplo, le matan a un hijo, o su hijo mata a alguien, resulta lógico que no pueda ser juez en ese proceso. ¡Obvio!, dirán, pero eso no queda reflejado de manera tan clara al ver la cadena de tuits y retuits escandalizados sobre el secuestro de Carol. Y es por esto, que la cuestión no es tan simple.

Ahora, acá no defendemos ni por poco el actual estado de cosas en la justicia colombiana. Se encuentra politizada en el mal sentido de la acción, baja de recursos y experticia, produciendo altísima ineficiencia y una impunidad rampante. Pero este comentario no es sobre la justicia, sino sobre la sociedad. Algo para reflexionar y para tener en cuenta en unas semanas cuando los medios nos sorprendan con el nuevo abominable caso de esos días.


Imagen tomada de: 
http://www.semana.com//nacion/articulo/quien-juez-dejo-libertad-raptora-brigitte/329608

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