domingo, 6 de enero de 2013

La administración y gerencia del alcalde Petro van en la bolsa negra y la revocatoria en la blanca

Columna de opinión
César Niño

La administración y gerencia del alcalde Petro van en la bolsa negra y la revocatoria en la blanca

Me declaro un acérrimo contradictor del alcalde de Bogotá Gustavo Petro, pero fuera de la simple opinión y haciendo un balance de elección racional coherente, la revocatoria del mandato traería turbulentas situaciones que dejarían a la ciudad aún más envuelta en incertidumbres y con un vacío de poder apocalíptico.

Bogotá afronta una dura situación gubernamental desde hace más de cuatro años. El actual alcalde Gustavo Petro (su apellido parece ser un perfecto anagrama si se ordenan las letras de TORPE) no ha sido capaz de gobernar. En primer lugar, su capacidad de administración está a la orden del día, se dedica a la política del pancoger y a la gestión pública de bolsillo. Su improvisación ha sido devastadora para la ciudad y su gestión cuantificada por el número de tuits que diariamente emite hasta con errores de ortografía.

Petro no ha podido con la seguridad ciudadana, ni con el sistema de recolección de basuras, ha afrontado crisis del gabinete distrital, ha entorpecido la movilidad y no ha ofrecido propuestas claras e inmediatas. Todo esto son, sin duda alguna, situaciones que Bogotá no puede vivir. Mientras los alcaldes de Nueva York y de Londres buscan hacer un plan para unir por un túnel interoceánico ambas ciudades, el Alcalde Petro no haya solución para recoger las basuras de los bogotanos.

La democracia brinda instrumentos y herramientas para manifestarse cuando se encuentra la ciudadanía inconforme con su gobernante, como por ejemplo la figura de la revocatoria del mandato, pero así mismo, la democracia se blinda para que éste mecanismo no sea usado como un capricho, pues las estrictas reglas de aplicación han hecho que hasta el momento, con todos los descontentos y las prácticas de mal gobierno, no se haya materializado una revocatoria como la que se pretende aplicarle al alcalde de Bogotá.

Claramente, me uno al sentimiento ciudadano de descontento hacia la administración y creo en las movilizaciones sociales como mecanismos de protesta, pero la revocatoria del mandato, en esta ocasión, perjudicaría más a la ciudad. Por un lado, victimizaría a Gustavo Petro y sería visto como si jamás lo hubieran dejado gobernar, también se crearía una densa cortina de humo que ocultaría los verdaderos problemas de la ciudad y polarizaría más la opinión. Por otro lado, el vacío de poder que fragmentaría aún más la institucionalidad, paralizaría los pocos proyectos de infraestructura, y en vilo quedarían algunos empleados del Distrito.

En pocas palabras, la administración y gerencia del alcalde Petro van en la bolsa negra y la revocatoria en la blanca.

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