miércoles, 1 de junio de 2011

La Orinoquía: nuevo polo de desarrollo para Colombia

Investigación- Territorios
Manuel Calderón Ramírez

La Orinoquía: nuevo polo de desarrollo para Colombia

Colombia cuenta con un potencial de inigualables proporciones en su Orinoquía, un territorio dotado de una riqueza ambiental considerable, susceptible de convertirse en la "despensa agrícola" del país. En efecto, el sólo hecho de contar con más de 17 millones de hectáreas cultivables, le imprimen a esta zona geográfica colombiana, una posibilidad de desarrollo importante, en un entorno económico mundial en el cual la seguridad alimentaria se ha convertido en objetivo primordial de las políticas de desarrollo humano y bienestar de todos los países. A la par con el tema agrícola, la disponibilidad de suelo para el desarrollo de cultivos de diferente índole puede ser un factor que permita la consolidación de sectores relacionados con los biocombustibles, como industrias y actividades que si se desarrollan de manera sostenible y adecuada, pueden representar enormes beneficios en materia de desarrollo económico territorial.

Pese a tales consideraciones, la riqueza ambiental no es suficiente para garantizar el desarrollo de un territorio. Los países y regiones más competitivos del mundo no necesariamente cuentan con recursos naturales o bienes ambientales. Incluso, la literatura económica sobre el desarrollo habla de la "maldición de los recursos naturales" y de la primacía de lógicas netamente extractivas en países que han sido bendecidos (o maldecidos) por algún recurso natural importante. En un entorno económico mundial en el cual, lo más importante es la capacidad de generar valor agregado a los activos existentes, a través de la innovación y el desarrollo, contar con innumerables recursos naturales no es carta de garantía para insertarse de una mejor manera en las dinámicas productivas globales.

Por su oferta ambiental territorial, no hay duda de que la Orinoquía debe convertirse en una prioridad de las políticas de desarrollo económico nacional, teniendo como telón de fondo el reforzamiento de los factores de competitividad en los territorios. Ello implica focalizar y concentrar inversiones y activos, con el fin de incrementar el stock o acervo de capital público disponible, el cual se configura como el factor más preponderante para atraer inversión privada. En plata blanca, esto representa mayor infraestructura para la movilidad, mejores equipamientos educativos, redes de servicios públicos eficientes y de amplia cobertura y dispositivos de salud y estructuras que potencien la producción agrícola en todas sus fases, entre muchos otros. Así mismo, es importante fortalecer la generación de alianzas estratégicas con productores locales, con el fin de consolidar redes de comercialización y distribución de productos y más que nada, clústers o cadenas productivas, aprovechando las ventajas que brinda la aglomeración en materia de generación de sinergias y economías de escala.

La experiencia internacional nos ha demostrado, que la constitución de polos de desarrollo regional parte de la gestación de grandes acuerdos y consensos económicos, políticos y sociales en torno a ciertos patrones de especialización o apuestas productivas, los cuales reflejan los activos y patrimonios existentes. Valdría la pena emprender una tarea similar en la Orinoquía, con el fin de aprovechar sus ventajas y elementos diferenciadores como elemento para competir con mejores herramientas en el mundo.

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