martes, 29 de noviembre de 2011

La crisis en EUA y los medios en Colombia


Columna de opinión
Gnothi Seauton

La crisis en EUA y los medios en Colombia

Frustrante y preocupante el cubrimiento que hace el diario El Tiempo en sus páginas editoriales a la campaña política estadounidense y a la situación en general que se vive allá, porque el equilibrio informativo y de opinión brilla por su ausencia. El columnista que tiene de cabecera, el periodista Sergio Muñoz Bata, no hace el más mínimo esfuerzo por esconder su clara preferencia por el partido demócrata y el presidente de esa misma afiliación, Barack Obama, y su desdén hacia los republicanos en general.

Por ejemplo, en su columna del hoy De frustraciones e ineptitudes, Muñoz Bata indica que "sólo el 9% de los ciudadanos aprueban la manera en la que el Congreso se conduce" sin dejar en claro dos factores críticos para entender adecuadamente la situación política actual en el país del norte.

El primero es que de las dos cámaras existentes en ese Congreso, los republicanos dominan una, la Cámara de Representantes, y los demócratas la otra, el Senado. Es decir que ese 9% de descontento de la opinión pública no va dirigido exclusivamente en contra de los republicanos. Los demócratas casi que en igual medida comparten el oprobio de los votantes tal como se evidencia en una medición de Gallup en la que se pregunta a los encuestados quién cree que tiene más culpabilidad en el fracaso del Supercommittee que debía obtener un acuerdo para mejorar la situación de la deuda estadounidense, a lo que el 55% respondió que ambos partidos compartían la responsabilidad en idéntica medida.

En segundo lugar debe tenerse en cuenta que la actual crisis norteamericana no ocurre porque exista un bando maligno e insensible, conformado entre otros, según las propias palabras de Muñoz Bata, por personajes como Grover Norquist, poderoso lobbista en Washington contrario al aumento de impuestos y el Wall Street Journal de Rupert Murdoch que sencillamente "abogan por más recortes a programas sociales y menos impuestos a los ricos". Estas aseveraciones además de contar con una poderosa carga ideológica son considerablemente debatibles.

Así como la posición de Norquist puede llegar a considerarse como propia de un radical creyente en poseer absolutamente la verdad, se puede alzar la misma crítica de quienes afirman que imponer más impuestos a los ricos, el famoso uno por ciento que combaten los ocupantes de Wall Street, es un deber moral y cívico. En la lucha por solucionar el grave problema de la deuda pública de los Estados Unidos caben opciones no tan radicales como las arriba plateadas con tanto fervor ciego. Como lo señala Charles Krauthammer en su editorial en el Washington Post The Grover Norquist tax mith, la solución yace en comprender que "aumentar el recaudo (del gobierno federal) por medio de una reforma (de la estructura) impositiva es mejor que simplemente aumentar las tasas, algo que los demócratas insisten con fervor casi religioso".

Reformar esa estructura comprende la eliminación de las famosas exenciones las cuales se caracterizan por ser impulsadas por los poderosos lobbies, que a su vez son contratados por las personas o empresas con mayor poder adquisitivo, y la reducción significativa de programas o derechos, los cuales en muchas oportunidades, también son asignados siguiendo los consejos de los lobbistas antes que las evaluaciones adecuadas de sostenibilidad financiera y apropiada necesidad. Como bien puede observarse esta solución resulta más desafiante para todos los actores del sistema y pareciera ser no percibida por una buena parte de la opinión pública. Una razón residiría en la misma complejidad del código impositivo norteamericano. Según Political Calculations, cuenta con 72.536 páginas, a julio último y para el 2012 contará con aproximadamente 75.000.

Muñoz Bata también señala a los republicanos como practicantes asiduos y perversos de los lobby y señala el caso de Jack Abramoff, lobbista registrado a ese partido y que fue el centro de un gran escándalo durante la administración de George W. Bush. Lo que no atina a mencionar el periodista mexicano residente en la costa oeste estadounidense, es que el sistema de lobby en Washington lo conforman tanto demócratas como republicanos gracias, en buena parte, a la existencia de una puerta giratoria entre el Congreso y las firmas de lobby. Así, quién pierde su escaño en las elecciones, renuncia o debe hacerlo, o es expulsado del Congreso, puede pasar al lado de las firmas de lobby sin ningún problema real. Esta es una situación que afecta por igual a demócratas y republicanos.

Después de las elecciones de mitaca de 2010, según los datos de Center for Responsive Politics, de los 120 senadores y representantes que abandonaron el Congreso, el 33,8% consiguió trabajo en firmas de lobby. Quizás para sorpresa de Muñoz Bata, 25 fueron demócratas y 7 republicanos. Por supuesto que en esas elecciones los perdedores fueron los demócratas, pero en la Casa Blanca se encuentra de inquilino un copartidario de estos y por lo tanto son más apreciados por las firmas los lobbistas con contactos cercanos a la Oficina Oval y al Senado.

Un estado de cosas similar, pero esta vez favorable a los republicanos, se encontró en 2005, en un informe de Public Citizen, que señalaba que entre 1998 y ese año, el 52% de los republicanos que abandonaron el Congreso se habían dirigido hacia el lobby, mientras que esto sólo lo hacía el 33% de los demócratas en la misma situación. Agregaba el informe lo no tan obvio. No era la maldad o la ambición desmedida la que creaba este escenario, sino que bajo una administración republicana, la de W. Bush, los lobbistas demócratas no eran muy apetecidos por sus no tan amplios contactos con los centros de poder del momento.

El problema no es tanto de azul o rojo. Sino de la forma como están funcionando las cosas en Washington desde hace varios años. La crisis actual de la deuda, que es una de las razones centrales por la cual los norteamericanos se encuentran tan enfadados con sus representantes se debe a que hay un serio corto circuito en el sistema con potenciales mayores consecuencias. En su entrevista con Lesley Stahl en 60 minutes, Abramoff urgió por una radical reforma que elimine de por vida la posibilidad de cruzar esa puerta giratoria, diciendo:

“When you are done, go home. Washington is a dangerous place. Don't hang around”.

Acá no se objeta que los columnistas y analistas cuenten con sus opiniones y las muestren de manera transparente a los lectores, pero sí resulta preocupante que un diario que se precia de liberal y abierto no cuente en sus páginas con colaboradores que soporten otras tendencias, puesto que, como se puede observar del análisis arriba planteado, la situación actual que se encuentran viviendo los Estados Unidos es una caracterizada por la complejidad y resulta de poca seriedad equiparar discursos de campaña altamente ideologizados con estudios equilibrados e imbuidos en la mayor de las objetividades posibles.

Sólo quedaría resaltar que este no es un mal exclusivo de El Tiempo. De hecho es el único medio de comunicación de gran influencia en el país que cuenta en su nómina con un columnista que trata de manera permanente la coyuntura en Estados Unidos. Una muestra más de la gran desconexión que existe entre Colombia y la gran aldea global.

Imagen tomada de: http://blogdelmedio.com/2008/12/17/crisis-en-estados-unidos-hunde-el-negocio-del-periodismo-escrito-convocan-de-urgencia-a-duenos-de-los-diarios/

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