martes, 29 de noviembre de 2011

Déjà Vu


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Déjà Vu

Ayer se inauguró en Durban, Suráfrica, la decimoséptima conferencia de seguimiento a los compromisos adquiridos por los 193 países firmantes del Protocolo de Kioto, referidos obviamente, al cambio climático.

Más allá de ser un escenario de encuentro político en el que se podrían tomar decisiones fundamentales frente a la amenaza del cambio climático, esta reunión es especialmente importante, así suene reiterativo, porque el primer período del compromiso establecido en Kioto caduca a finales del año entrante. Por tanto, una de las expectativas principales, tal como lo anunciaron los discursos de apertura de la Conferencia, es poder llegar en Suráfrica a acuerdos importantes para avanzar en la renovación del Protocolo y en la vinculación efectiva de más países al mismo.

Otro de los objetivos principales de la reunión de Durban es la ejecución de un Fondo Verde para el Clima, como un mecanismo financiero que permitiría recaudar 100.000 millones de dólares para el 2020. Ya la decisión 1/CP16 de la anterior reunión en Cancún había creado el Fondo que debería ser gobernado por una junta de 24 miembros, pero las decisiones del Comité de Transición encargado de su diseño detallado no se han aplicado aún en su totalidad.

Pero en la conferencia inaugural, el presidente surafricano, Jacob Zuma, hizo un llamado de atención que bien puede servir de ejemplo para el diseño de políticas públicas en Colombia, independiente de cual sea su área: “el cambio climático ya no es solo un desafío medioambiental, sino un desafío para el desarrollo”.

Y digo que es especialmente relevante esta afirmación porque un país que, como consecuencia del cambio climático, la ineficiencia administrativa, la crisis de infraestructura y la prevalencia de conductas individuales no amigables con el medio ambiente, tiene hoy 11 troncales viales principales colapsadas, 33 vías secundarias con complicaciones y 2.600 tramos rurales destruidos, como cita la última revista Semana, no puede pensar en sendas superiores de desarrollo económico, resueltas a través de mayores niveles de competitividad.

Sin embargo, el informe detallado de la revista Semana afirma que “de las 4.250 obras que se aprobaron para mitigación de los efectos de las lluvias -por 1,65 billones de pesos- 400 ya están terminadas, 680 están a punto de terminar y la inmensa mayoría llevan más de la mitad del trabajo”, lo que implica incluso una ejecución más alta de aquella a la que nos tienen acostumbrados a los colombianos en ciudades como Bogotá, cuya malla vial reproduce muchos de los males de la planeación nacional.

Si bien los gobiernos nacionales, locales y las instituciones supranacionales deben garantizar la construcción de acuerdos políticos y económicos en torno al cambio climático, los ciudadanos debemos entender que eso no es suficiente, como lo demuestra, por lo menos para el caso colombiano coyuntural referido a la construcción de obras para la mitigación de los efectos de esta segunda ola invernal, la alta ejecución presupuestal del gobierno Santos.

El aumento de las lluvias a nivel global obedece a una intervención desmedida del hombre sobre el medio ambiente, generando entre muchas otras consecuencias nefastas, el calentamiento global y el cambio climático. Sin una cultura ciudadana que haga menos invasiva nuestra existencia en este planeta, no habrá dinero que pueda garantizar la sostenibilidad ambiental. En este escenario, temas como la competitividad, se vuelven irrelevantes, porque solo podrían ser competitivos quienes viven, o mejor, quienes sobrevivan.

Ojalá en un año no tengamos que escribir, otra vez, el mismo artículo.

Publicado en La Tarde el 29 de noviembre de 2011 en  http://www.latarde.com/opinion/columnistas/51759-deja-vu.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario