miércoles, 16 de noviembre de 2011

Común y corriente


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Común y corriente

La reforma a la ley 30 es urgente. El sistema educativo colombiano carece de herramientas efectivas para aumentar la calidad y aún debe hacer esfuerzos importantes para garantizar la cobertura universal.

No puede esperar ser un país que avance decididamente hacia sendas superiores de desarrollo, sin promover la gratuidad en niveles básicos, sin invertir cada vez más en investigación y sin privilegiar estándares que le permitan competir internacionalmente con estudiantes extranjeros.

El problema es que tanto la gratuidad, como el mejoramiento de la calidad y el aumento de cobertura cuestan mucho dinero, mientras exigen también compromisos importantes de todos los actores involucrados en el sistema. Por eso resulta difícil entender las exigencias del movimiento estudiantil, que además rechaza el proyecto con posiciones tan poco constructivas como “si no lo retiran, no regreso a las aulas”. Quieren mejoras con las que todos estamos de acuerdo, pero exigen que se impida inyectar al sector recursos económicos que son necesarios e indispensables para lograrlas. Más cobertura pero sin nuevos recursos. Más calidad pero sin inversión privada. Mejores salarios para docentes pero sin permitir a quienes ya han demostrado interés en invertir, que lo hagan.  

Si no es a través de inversión privada, el gobierno deberá aumentar las cargas tributarias para financiar el gran cambio que todos exigimos en el sector educativo. Esas son las únicas dos opciones.

Pero, por otro lado,  los estudiantes han sabido ganarse el apoyo de diversos sectores, gracias a una novedosa, pero no por ello sorprendente, estrategia de reclamar pacíficamente. Aunque el país debe reconocer que estas manifestaciones llenas de besos, abrazos y cuerpos desnudos corriendo por las ya caóticas vías de nuestras ciudades, resultan refrescantes en un país tan violento como el nuestro, ese no debe ser el motivo por el cual los estudiantes, que pacíficamente también colapsan las ciudades, deban ser apoyados. Las reivindicaciones a través de medios no violentos son un deber de las ciudadanías civilizadas, no es un favor que los manifestantes le hacen a la civilidad.

Los estudiantes deben ser apoyados masivamente cuando hagan propuestas sensatas, desde el conocimiento de la historia y la economía, principalmente. Hoy hemos visto más besos y abrazos que propuestas concretas. Y aunque eso, insistimos, es un avance frente a la época de las papas bombas y el vacío propositivo a que nos tenían acostumbrados, el país debe exigir más de quienes, por naturaleza, deberían apropiarse de este debate. Que las marchas sean pacíficas no las hace democráticas, en el sentido estricto de la palabra.

Pero a pesar de que sus reivindicaciones carecen hoy de un sustento argumentativo poderoso, a pesar de que las materializan fuera del espacio natural de la misma academia, a pesar de que hayan desatendido el llamado de un gobierno que está dispuesto a revisar el texto inicial de la reforma propuesta, nada justifica que el director nacional de noticias de la mañana de uno de los principales conglomerados informativos del país, el exvicepresidente Francisco Santos, proponga en su videoblog de la semana pasada que se deben usar métodos más efectivos para controlar a los estudiantes como las descargas eléctricas que permitirían a la Policía capturarlos para contener sus manifestaciones masivas de inconformidad.

Si a Hernán Darío Gómez, extécnico de la selección Colombia, le exigieron su renuncia luego de golpear a una mujer, en un acto reprochable desde donde se le mire, con los argumentos de que era una figura pública que había actuado mal, dando un mensaje equivocado que podía incitar a la violencia en un país ya suficientemente golpeado por ella, el exvicepresidente ya debía haber renunciado, los patrocinadores de RCN ya debían haber retirado la pauta, y medio país, incluyendo a su primo presidente, debían haberle exigido de manera vehemente dar un paso al costado.

Si continuamos así, seguiremos siendo un país muy común y corriente.

Publicado en La Tarde el 16 de noviembre de 2011 en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/51177-comun-y-corriente.html

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