martes, 8 de noviembre de 2011

Lecciones históricas para una Colombia posturibista


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Lecciones históricas para una Colombia posturibista

Con la muerte de alias ‘Alfonso Cano’, el expresidente Álvaro Uribe ve terminar, por fin, el mes menos afortunado para su cada vez más debilitada imagen desde que abandonó el Palacio de Nariño.

Bogotá eligió a Petro como alcalde, quien derrotó al candidato uribista por casi doscientos mil votos. Sus apuestas electorales en Atlántico, Antioquia, Bolívar, La Guajira, Quindío, Medellín y Bucaramanga, también resultaron perdedoras. El gobierno de su sucesor logró, además, que el gobierno de Estados Unidos aprobara el Tratado de Libre Comercio con Colombia, quizás la más reconocida obsesión del gobierno Uribe en el terreno de la economía internacional. Pero también, mediante una audaz reforma estatal, Santos rectificó algunas decisiones uribistas frente a la organización de los ministerios y liquidó el DAS, uno de los soportes estructurales, para bien o para mal, de la política de seguridad del anterior gobierno.

Pero quizás la más desafortunada de sus apreciaciones públicas recientes, que no solo por su condición, sino también por vocación, suelen ser ahora casi todas, fue aquella según la cual acusó a las Fuerzas Militares de deficiencias en su desempeño a causa de la baja moral entre sus hombres. A pesar de que el general Rey declaró que el expresidente se equivocaba, la muerte de ‘Cano’ es la mejor respuesta a las declaraciones  aparentemente equivocadas del exmandatario.

Muchos de los eventos que conmueven a la opinión pública hoy y que reconfiguran el destino de esta nación, son obviamente resultado de una sucesión de decisiones y ejecuciones públicas. Sería ingenuo no reconocerlo. Si Pastrana no agota públicamente la opción del diálogo, sacrificando su capital y credibilidad política junto a sillas vacías, seguramente Uribe no hubiera sido presidente de Colombia. Si Pastrana no hubiera decidido jugársela por la profesionalización del Ejército, a Uribe le hubiera costado mucho más acorralar militarmente a las Farc, como sucedió en los dos cuatrienios pasados. Y sin ello, Santos no podría estar entregándole al país realizaciones como las que está evidenciando.

Pero aunque una parte importante del ajedrez del conflicto armado colombiano se juega en el campo militar, y en ese sentido victorias estratégicas como la muerte de ‘Cano’ son importantes para inclinar la balanza a favor de quienes luchan desde la institucionalidad, la partida sigue siendo compleja y faltan muchas jugadas antes del mate.  La ventaja real de los éxitos militares, como lo demuestran otros procesos de pacificación alrededor del mundo, consiste en que deslegitiman, paradójicamente, la necesidad de la confrontación bélica posterior para imponer posiciones de poder político, al debilitar estratégicamente al adversario, obligándolo a buscar soluciones dialogadas.

Que Petro esté desde enero próximo en el Palacio Liévano, legitimado por casi 730.000 ciudadanos, y que casi todos aquellos que decidieron lograr los mismos objetivos desde el monte hoy estén o capturados o muertos, es una lección esperanzadora para el futuro de este país y una muestra irrefutable de que la política es mejor que el terrorismo como herramienta de cambio social. Solo falta que todos, y no solo la mitad de los colombianos, juguemos como peones de la democracia esta partida que no deberíamos tener la opción de ver desde la barrera.

Este mes parece ser entonces especialmente importante para el futuro inmediato de nuestro país. Además de haber elegido a los responsables de tomar las decisiones locales y regionales durante los próximos años, la minoritaria ciudadanía responsable y el aún nuevo gobierno de Colombia demostraron nuevamente, y ahora de forma contundente,  que sí hay país y sí hay futuro después de Uribe.

Publicado en La Tarde el 8 de noviembre de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/50754-lecciones-historicas-para-una-colombia-posturibista.html

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