Columna La Tarde
Fundación Kíos
Justicia, minería y educación
El
desconcierto reinante en el país por el escándalo alrededor de la reforma a la
justicia y la apuesta nacional por la locomotora minera y energética, nos
impulsan a insistir de nuevo en la importancia cardinal de la educación para
fortalecer la institucionalidad colombiana e impulsar el crecimiento y
desarrollo económicos, teniendo en cuenta el contexto mundial al que asistimos,
signado por la economía del conocimiento y la información.
Algunos
ciudadanos inconformes han identificado este momento como uno propicio para
lanzar un referendo o una asamblea constitucional que cambie las costumbres políticas
del país. Guardadas las proporciones, se puede hacer una analogía con lo ocurrido
hace un año y medio en el Medio Oriente: la Primavera Árabe. Así, valdría la
pena hacer notar a nuestros inconformes que la indignación de aquellos días
resultó ser limitada. Impactante pero limitada. La auténtica barrera a
la transformación en esa región no es otra distinta que la inexistencia de un
sistema educativo que convierta a los egipcios, libios, tunecinos y otros, en
trabajadores creativos y talentosos.
En
el New York Times (junio 16, 2012), Thomas Friedman afirmó: “Las revoluciones árabes
pueden ser exitosas o no derrocando dictadores, pero no tienen ninguna
probabilidad de empoderar a las nuevas generaciones sin revoluciones educativas”.
De
otro lado, tenemos la apuesta actual del gobierno y la sociedad en las bonanzas
minera y energética. Sin duda, estos son recursos estratégicos que pueden
convertirse en vehículos eficientes hacia el desarrollo nacional. No obstante,
la clave para el desarrollo económico yace en la construcción de un sistema
educativo que produzca egresados creativos y competitivos, que se impongan en
un ambiente global marcado por la ciencia y la tecnología.
En
el Washington Post (junio 20, 2012), Fareed Zakarianos relató la exitosa
inversión del gobierno de los Estados Unidos en el proyecto de mapeo del genoma
humano. Tres mil 800 millones de dólares invertidos en 15 años han generado 796
mil millones en diferentes actividades económicas tales como agricultura y
medicina.
Adicionalmente,
Ruchir Sharma del Financial Times (junio 24, 2012), señaló que la reciente caída
del precio del petróleo no es otra cosa que el anuncio del fin del “superciclo
de las materias primas”, que afectará además de los hidrocarburos a minerales y
agrícolas. Y agregó que: “En los últimos 200 años, los precios reales de las
materias primas han ido a la baja en un camino predecible: una década en alza,
dos décadas a la baja. Acabamos de terminar una década en alza”.
Reformar
las costumbres políticas e impulsar la locomotora minera son desafíos valiosos
que la dirigencia y la sociedad deben acoger. Sin embargo, resulta esencial
comprender que la solución de dichos desafíos yace en la renovación del sistema
educativo. No es un lugar común. La significativa mejora en la situación
nacional estará dada por la existencia o no de una educación que prepare
trabajadores con habilidades y talentos demandados por la economía del
conocimiento y la información. El resto, es buscar la calentura en las sábanas.
Publicado en La Tarde el
3 de julio de 2012 en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/62895-justicia-mineria-y-educacion.html
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