martes, 6 de marzo de 2012

Lo deseable y lo real

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Columna La Tarde
Fundación Kíos

Lo deseable y lo real

Wikileaks vuelve a causar revuelo. La más reciente revelación impulsada por esta organización consiste en la publicación de correos electrónicos pertenecientes a la compañía privada de consultoría de inteligencia Stratfor con sede en Austin, Texas, que posee entre sus clientes corporaciones y multinacionales destacadas así como entidades del gobierno de los Estados Unidos tales como el Departamento de Seguridad Interna, el cuerpo de Marinos y la Agencia de Defensa de Inteligencia. 
   
De esta manera Julian Assange y sus colaboradores en Wikileaks buscan poner al descubierto los posibles excesos cometidos por esta y otras compañías similares, contratistas encargados de desarrollar actividades que anteriormente eran consideradas como función exclusiva del Estado: recolección y análisis de información para inteligencia y diversas tareas pertenecientes a las esferas de la seguridad y la defensa nacional. De alguna manera, este nuevo destape de información, apunta a equiparar a Stratfor con una compañía tristemente célebre como Academi, anteriormente conocida como Blackwater y Xe y que fue la protagonista de los primeros escándalos de los contratistas privados en Irak y Afganistán, en donde algunos de sus empleados se vieron envueltos en casos de violaciones de derechos humanos, corrupción, sobrecostos y otros tipos de abusos a las leyes estadounidenses e internacionales.

Por supuesto, existe una crítica central a Stratfor y compañía que va más allá de múltiples acusaciones puntuales, y es que se considera que al privatizar o tercerizar este tipo de funciones, se está debilitando la misma democracia y los controles y garantías que de ésta se desprenden. De hecho, afirman algunos críticos, entre ellos el reputado economista y ganador del Nobel de economía Joseph Stiglitz, en la actualidad se están dando todos los pasos para la verdadera y definitiva privatización de la guerra, no únicamente su ejecución, como parece ser el estado actual de las cosas, sino, mucho más preocupante, su planeación y la decisión en sí misma de ir o no a la guerra. Estas funciones, ya no serán de oficiales elegidos por el pueblo, sino de civiles y militares que no se encuentran estrictamente bajo la vigilancia expresa y directa de los representantes del pueblo y los medios de comunicación.

El escenario que se proyecta parece ser digno de la novela de Orwell, 1984, o incluso del Apocalipsis de la Biblia. Desafortunadamente las explicaciones alrededor de este evento, la tercerización de la guerra, son muchos más complejas y se desprenden de las realidades geopolíticas y tecnológicas actuales. Como los conflictos del “futuro” van a caracterizarse por ser cortos, limitados, marcados por la informática, la alta tecnología, la rapidez y el secreto, las actuales instituciones, especialmente aquellas más democráticas, diseñadas para afrontar este tipo de eventualidades simplemente cada vez resultan menos útiles.

La razón por la cual los contratistas privados han aparecido con tanto fuerza en la última década, no reside sencillamente en la existencia de la codicia insaciable de algunos, sino en el hecho cierto de que hoy día ya se puede ser víctima de un ataque cibernético que tomaría horas o incluso minutos, y por lo tanto la respuesta debe ser inmediata. Esta realidad, la urgente necesidad de flexibilidad, lleva a que cada vez más los gobiernos deban utilizar a estos contratistas privados.

Es un mundo distinto, quizás orwelliano, en el que avances de la civilización como el Derecho Internacional Humanitario pueden verse afectados, limitados o incluso caducos. No obstante, debemos buscar cómo adaptarnos antes que buscar desesperadamente volver al estatus anterior. La realidad es tozuda y poderosa y por ello debe prestársele atención a la hora de tomar decisiones.

Publicado en La Tarde el 6 de marzo de 2012, en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/56777-lo-deseable-y-lo-real.html

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