martes, 20 de marzo de 2012

La pobre economía del conocimiento colombiana

Columna de opinión
Gnothi Seauton

La pobre economía del conocimiento colombiana


Titula El Espectador en su edición digital que El 23% de universitarios no puede elaborar un texto comprensible. La desalentadora información se desprende de los resultados obtenidos por más de 146 mil alumnos de pregrado que aplicaron a las pruebas SABER PRO del Ministerio de Educación y el ICFES. Esto va en concordancia con el debate que fue agitado el año pasado por la carta de renuncia de un profesor de redacción de la Universidad Javeriana, Camilo Jiménez, al declararse exhausto por la incapacidad y las limitaciones de sus alumnos que durante todo el semestre no pudieron cumplir con unos mínimos requisitos de escritura y redacción.

Lo que en definitiva termina llamando la atención de esta nota es que los estudiantes que obtienen mejores resultados en este campo de las pruebas, el de la escritura, provienen de Humanidades, Ciencias Sociales, Comunicación, Periodismo y Publicidad. ¿Dónde están los científicos, los médicos y los ingenieros? Brillan por su ausencia y estos últimos, los ingenieros, tampoco se destacan por sus resultados en el campo del inglés. Allí quienes lideran son los estudiantes provenientes de Bellas Artes, Diseño, Medicina y Ciencias Naturales y Exactas.

Estos resultados reflejan una de las más notorias debilidades de Colombia en el mundo globalizado y por lo tanto un enorme desafío que debe afrontar, más temprano que tarde. India es una nación que cuenta con desigualdad socioeconómica rampante, índices de inseguridad y violencia remotamente cercanos a cero, un sistema político marcado por prácticas corruptas y una infraestructura atrasada en décadas para las demandas actuales de sus actores económicos. No obstante, desde principios de la década de 1990, los gobiernos de “izquierda” y “derecha”, identificaron como una potencial ventaja competitiva global contar con un numeroso y preparado ejército de ingenieros. Así, la India se ha convertido en la “oficina” del mundo. Al no poder competir con manufacturas debido a los absurdos costos y complicaciones generadas por la pobre infraestructura y el estado intervencionista, exporta servicios al mundo.

Adicionalmente, debido a un legado colonial heredado de los ingleses, más de 200 millones de personas dominan la lengua de Shakespeare y por lo tanto cuentan, ahí sí, con una tangible ventaja competitiva al ser la segunda nación más grande del planeta angloparlante.

Estos dos factores, ingenieros e inglés, han convertido a la India en uno de los ganadores en la economía del conocimiento que es la de esta era globalizada. 

Las pruebas SABER PRO dejan en evidencia lo lejos que se encuentra Colombia en adaptarse a esa realidad, obteniendo resultados que nos ubiquen más dentro de los ganadores que en los países perdedores. Es un hecho irrefutable que la clave de ese resultado no se encuentra en las Humanidades, las Ciencias Sociales, el Periodismo o la Publicidad, sino en las Ingenierías, las Ciencias Naturales y Exactas y la Medicina y allí nuestra nación se encuentra en una muy deplorable situación.   

Ahora bien, con el objetivo de evitar la sensación de que esta es una crítica sin asidero en el mundo real, pues resulta válido preguntarse ¿para qué necesitan los ingenieros, los médicos y los científicos comunicarse hábilmente por escrito?, debe resaltarse que estas capacidades son la piedra angular de la construcción del saber científico, así como el vehículo exclusivo para que los hallazgos generales de la ciencia y la investigación científica básica, se trasladen a la esfera de las ciencias aplicadas y a los múltiples campos productivos de la economía. No será esta la única razón, ni más faltaba, pero sí hay relación con que el número de patentes otorgadas en Colombia en 2010, último año del reporte World Intellectual Property Indicators de la WIPO, World Intellectual Property Organization, supere por poco el medio millar, mientras en la India son más de seis mil y en países en donde a todas luces la preparación académica, incluyendo la competencia genérica de la escritura, es sobresaliente como el Japón, China incluída Hong-Kong y Corea del Sur, donde las cifras son de 223 mil, 140 mil y 69 mil patentes aprobadas, respectivamente.

Si los técnicos, tecnólogos y profesionales colombianos encargados de sumergirnos en la economía del conocimiento no pueden comunicar efectivamente sus avances para que sean aprovechados por el aparato productor nacional, ¿a qué quedan reducidas las expectativas puestas en que la década de 2010 será la del resurgir colombiano y latinoamericano?

¡Pobre economía del conocimiento colombiana!

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