viernes, 22 de octubre de 2010

La corrupción: ¿verdadero cáncer?


Columna de opinión
Gnothi Seauton


La corrupción
¿Verdadero cáncer?

Con motivo de la presentación del informe sobre la contratación pública en el Distrito Capital por parte de los prestigiosos miembros del Polo Democrático Alternativo, Gustavo Petro y Carlos Vicente de Roux, se ha agitado nuevamente el tema de la corrupción como una de las razones más fuertes que explican el atraso que sufre Colombia en los campos económico, social y político.

Sin duda alguna, las encuestas de opinión, elaboradas de manera científica o no, muestran constantemente una gran preocupación por este cáncer que carcome al país. Los formadores de opinión cada vez más se convierten en defensores del interés de la sociedad por proteger los recursos del erario público que pertenecen a todos los colombianos.

Sin embargo, la cordura y la razón no hacen parte de esta discusión. Es más bien una batalla entre corruptos e impolutos. Entre avispados putrefactos y ungidos serafines. Malos y buenos. El maniqueísmo a ultranza.

Así, no hay espacio para estudiar y elevar preguntas serias sobre este fenómeno complejo, interesante y ubicuo. Nos detenemos, exclusivamente, para buscar los detalles morbosos alrededor de estos casos (las grabaciones, los apodos, los montos, las fotos, las ruedas de prensas, los intercambios de acusaciones radiales) y no llegamos a preguntarnos las razones por las cuáles se presentan estos sucesos.

¿Es una “simple” pugna política de cara a las elecciones locales de octubre de 2011? ¿Se explica por un pésimo diseño institucional en lo que refiere a las leyes y normas de contratación estatal? O, ¿es un tema exclusivo de la “colombianidad”?

Y más significativo (como casi siempre lo urgente matando lo importante), cabría preguntarse seriamente si de verdad ese denominado cáncer es el responsable que explica el atraso económico, social y político que vive el país.

China, con un Estado fuerte y con gran éxito económico y social, cuenta con considerables tasas de corrupción. India, con un Estado débil y con gran éxito económico y social, cuenta con considerables tasas de corrupción. Las multinacionales europeas, provenientes de Estados fuertes como Francia y Alemania, hasta hace poco tiempo no más, empezaron a comportarse bajo duros catequismos anticorrupción. Y una ciudad como Nueva York, durante buena parte de los siglos XIX y XX, vio regidos sus destinos por una de las maquinarias de corrupción más refinadas y perdurables de la historia, el Tammany Hall.

Cabe entonces la pregunta, y la reflexión, políticamente incorrectas: ¿qué tan desastrosa es realmente la corrupción?

Imagen tomada de: http://gestionpublicaperu.com/noticias/?p=2359

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