miércoles, 9 de febrero de 2011

Los nuevos retos de la comunicación

Columna de opinión
Meden Agan

Los nuevos retos de la comunicación

Hoy se celebra el día del periodista y del comunicador social en Colombia, que conmemora la aparición del Papel Periódico en la capital colombiana, el miércoles 9 de febrero de hace 220 años, noble iniciativa de un cubano que según cuenta la historia "murió literalmente en la pobreza absoluta". Pero, curiosamente, ni el Papel Periódico fue el primero de su tipo en el país, ni el día del periodista es el 9 de febrero. La Gaceta de Santa Fé precedió la iniciativa de Don Manuel del Socorro Rodríguez, y la ley 918 de 2004 determinó que el día para celebrar el ejercicio periodístico es el 4 de agosto de cada año.

Afortunadamente, mucho ha cambiado la manera de informar desde 1791. Afortunadamente, la comunicación hoy no implica los mismos retos disciplinares y ejecutivos que para los profesionales de 1990.  Pero desafortunadamente, la comunicación, de la mano con la tecnología, ha evolucionado mucho más rápido que las facultades de comunicación social. Hoy las universidades deben educar para dar cuenta de las nuevas necesidades del mercado y de las nuevas realidades sociales a las que se enfrentan sus graduados. Hoy las facultades, deben reconocer que la comunicación es más dinámica y flexible que como aprendimos en los noventa. El primer reto, por tanto, es en últimas, formar menos periodistas de Wikipedia y más de Wikileaks. Podría hoy apostar, sin temor a equivocarme, que si se corre un programa para detección de plagio a todos los periódicos del país, el 80% no superarían la prueba. Y esto me lleva a la segunda reflexión.

La responsabilidad del comunicador es hoy mucho mayor que hace veinte años. Más fuentes para contrastar, más audiencias y audiencias más diversas gracias a Internet, más canales y posibilidades de verificación de la información por parte de los receptores del mensaje. Ya no cualquiera puede escribir sin ser cuestionado. El comunicador debe hoy también asumir la responsabilidad de los efectos que genera el mensaje que emite en un escenario comunicativo más versátil, más dinámico, mucho más flexible, más interconectado, más vigilado.

Tercero, gracias a la llegada de la era digital, que trajo consigo una hiperconexión, a mi juicio saludable, los comunicadores deben entender, por fin, que el periodismo no consiste en saber, sino en averiguar y contar bien. Esa hiperconexión nos reveló lo peligroso que resulta el concepto de verdad única, de la que se creyeron los periodistas poseedores durante mucho tiempo. El periodista no es fiscal, es informador.

Cuarto, el comunicador es, escencialmente, un buen contador de historias. Y como no es lo mismo contar una historia en un cumpleaños que en un funeral, a unos amigos que a los jefes, no es lo mismo contar una historia en 1985 que en el 2015. Hoy el periodismo, también afortunadamente, ya no es la única y exclusiva representación de la comunicación moderna, ya no es la única forma de contar historias, de informar. 

Por ejemplo, la comunicación audiovisual y multimedia es la comunicación del futuro, o quizás ya, del presente. Es más integradora, más versatil y tiene más potencial que las formas tradicionales de comunicación, las que la academia aún parece empeñada en seguir enseñando de manera exclusiva. Esta realidad nos enfrenta al reto que implica responder esta pregunta: ¿queremos seguir teniendo comunicadores para Pedro Picapiedra y el Piedradura Post o formamos periodistas para el mundo de Buzzlight Year? 

Asumir ese reto implica también reconocer, desde la academia, con lo poco romántico que esto pueda parecerle a los puristas, que ahora no solo se debe formar a los nuevos García Márquez o a las reencarnaciones de Ernest Hemmingway, que empezaron como reporteros y cronistas desde lo periodístico, sino también a los Mark Zuckerberg del futuro. Hay que reconocer unos nuevos metalenguajes que circulan a través de otras redes, como las sociales, que comunican e informan de una manera muy particular, pero cada vez más generalizada y viral.

Y esa formación revolucionaria hay que hacerla desde lo teórico pero para lo práctico. Los  comunicadores deben graduarse siendo expertos en el manejo de las nuevas tecnologías. Un comunicador de hoy que no maneje adecuadamente las herramientas digitales y multimedia, es como un delantero de fútbol que no sabe hacer goles, como un economista que no sabe lo que es un euro.

Pero la responsabilidad de ejecutar este cambio, tan sensible para la sociedad actual, no solo es de la universidad. Los medios de comunicación deben ser cada vez más exigentes con los profesionales que acogen. Menos plagio, mejores redactores que dominen diferentes hipertextos y sus diversos claves linguísticas, más responsabilidad no únicamente frente a lo emitido, sino también frente a todas las posibles interpretaciones que se hagan de ello. 

Y no quiero ser pesimista ni criticón, pero me parece que cada vez tenemos menos Tiempo.

Imagen tomada de: http://gnoseomundo.wordpress.com/

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