domingo, 4 de diciembre de 2011

Un triunfo doloroso


Columna de opinión
Meden Agan

Un triunfo doloroso

El próximo 6 de diciembre Colombia se movilizará nuevamente para demostrar su repudio contra el vil fusilamiento de los policías secuestrados por las FARC. Seguramente, el país protagonizará una nueva manifestación masiva y la comunidad internacional se fijará de nuevo en nuestro país para solidarizarse con el clamor popular.

Sin embargo, contrariamente a lo que piensa y siente la mayoría de los colombianos hoy, la cobarde masacre de los cuatro plagiados representa un triunfo tan significativo para el gobierno como las operaciones Jaque, Sodoma u Odiseo. No por la afortunada esperanza que nos dejó la valiente fuga del sargento Erazo, sino por lo que se puede leer entre líneas de la muerte de los cuatro, hoy declarados, héroes de la patria.

El asesinato de Duarte, Hernández, Martínez y Moreno, además de ser un hecho violatorio de cualquier marco normativo aplicable en nuestro país, e incluso a nivel inter y supranacional, debe interpretarse como una muestra de que las Fuerzas Armadas, no solo están ganando definitivamente la guerra debido a la eficiencia de los golpes militares atestados sobre las filas enemigas, sino también porque la guerrilla a la cual enfrentan demostró con el asesinato atroz de los miembros de la fuerza pública, que su estrategia es presa de la desesperación, mala consejera en la partida de ajedrez que juegan contra el Estado durante ya casi medio siglo.

Un total de 26 canjeables han muerto en cautiverio a causa de las cobardes balas de sus captores. Esto es una muestra irrefutable, no solo de la barbaridad con que la guerrilla quiere afrontar el pulso contra un Estado cada vez más fuerte e inteligente, lo que les ha hecho perder la cercanía con la sociedad civil que hace no mucho creyó en sus reivindicaciones, sino de su torpeza estratégica. Los subversivos hoy están acorralados, asustados y confundidos como nunca antes.

Si en algún momento las FARC tuvo margen de negociación ante el gobierno colombiano fue cuando muchas de las voces públicas conocedoras de la historia del conflicto armado e incluso algunas autoridades internacionales, pusieron sobre la mesa imaginaria de negociación la posibilidad del llamado canje humanitario, posibilidad que se diluye poco a poco en la medida en que las ‘piezas’ que permitían a los subversivos acceder a esa posibilidad han sido liberadas y rescatadas por el Ejército, o vilmente asesinadas por sus propios captores. La muerte del coronel, el mayor, el sargento y el intendente mina aún más las posibilidades de una salida negociada al conflicto que favorezca en algún mínimo sentido las pretensiones, ya indescifrables de las FARC, porque ya no tienen con qué presionar al establecimiento. Perdieron la guerra en el escenario militar, y se están suicidando en el político y estratégico.

Hoy el Ejército empieza a inclinar a su favor la balanza del conflicto porque cada vez son menos las regiones que se escapan a su control, porque ha sido supremamente exitoso en demostrar que los jefes guerrilleros no están seguros en ninguna montaña del país, ni siquiera en las de los vecinos, y están condenados a morir o a ser capturados. La balanza, como nunca antes, favorece al gobierno porque los hechos recientes demuestran que políticamente la guerrilla perdió el apoyo popular que alguna vez le permitió cierta interlocución en escenarios de poder legal, gracias a la equivocada percepción ciudadana que creía en unos ideales de izquierda que pretendían representar los bandoleros.

Timochenko y Márquez caerán. La tendencia que se observa en la historia reciente del conflicto así lo predice. El reto ahora debe llevar al gobierno de turno y los que le precedan, a superar la obsesión de achacar al conflicto armado todos nuestros males, sin dar el brazo a torcer en temas de seguridad nacional que permitan, con el tiempo, eliminar las motivaciones que podrían llevar a un campesino a vincularse a una guerrilla paleolítica a la cual, no solo sus discursos retrógrados sino sus desesperados actos militares terminaron por derrotar.

Hoy afortunadamente, ni Colombia es tan pendeja, ni los guerrilleros tan estratégicos como antes.

Imagen tomada de http://www.educweb.org/webnews/ColNews-Sep09/Spanish/Articles/Noticiasdesdeelinfierno.html

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