martes, 5 de julio de 2011

Sin historia no hay paraíso

Columna La Tarde
Fundación Kíos

Sin historia no hay paraíso

Resulta frustrante enfrentarse a las nuevas generaciones que intentan ser políticamente activas, lo que es muy positivo pero extraordinario, y sucumben a la tentación de hacer un análisis político descontextualizado, ahistórico, maniqueo y oportunista.

Los pocos jóvenes políticamente reflexivos de hoy tienden a relacionar todo lo que ocurre en este país con Uribe, y eso los lleva a terminar criticando la Constitución, a propósito de su vigésimo aniversario, con argumentos referidos a la recurrencia de prácticas como las chuzadas, los falsos positivos o los subsidios agrícolas mal asignados.

Hacer un análisis de los avances logrados por el país, a pesar de los grandes escándalos políticos que hemos presenciado en las dos décadas recientes, requiere conocer nuestra historia. Por más proceso 8.000, por más sillas vacías y despejes inútiles, cualquiera que haya vivido durante el Frente Nacional, cualquier militante de la extinta Unión Patriótica, que para las nuevas generaciones podría ser una campaña de una casa cervecera para motivar a los flojos delanteros nacionales durante la Copa América, o cualquiera que haya sentido miedo durante los últimos años de la década de los ochenta a causa del narcoterrorismo, debería reconocer, aún sin ser analista político, que este país ha cambiado para bien en los últimos cuatro lustros.

La Colombia de los ochenta, administrada con un contrato suscrito en 1886, era una nación temerosa, que confiaba poco en sí misma, acorralada por fuerzas oscuras que lograron poner en jaque su institucionalidad, aislada económicamente del resto del mundo, con una ciudadanía que no podía expresar libremente sus opiniones y que entendía que la única manera de hacer oposición política era mediante las balas.

Con la Constitución del 91 Colombia se modernizó, se insertó al ciclo de la economía global. La participación política (en el sentido de la formulación de políticas públicas, no del simple hecho de sufragar) dejó de ser un privilegio de las élites; se consagraron nuevas formas de deliberación ciudadana, aún mayoritariamente desconocidas por aquellos estudiantes que siguen confiando en el poder desestabilizador de las bombas de fabricación casera; la tutela permitió a los ciudadanos reclamar al Estado el cumplimiento de sus obligaciones frente al respeto de los derechos fundamentales; el Ejecutivo dejó de ser tan desproporcionadamente poderoso frente a los jueces y los legisladores; la Fiscalía General de la Nación surgió como el soporte de un aparato judicial paquidérmico; y se desactivó la amenaza subversiva justificada, hasta entonces, por el bloqueo deliberado de mecanismos de participación en la toma de decisiones políticas por parte del statu quo.


Si bien la Carta Política vigente no es perfecta, desconocer el salto cualitativo que dio Colombia en las últimas dos décadas como consecuencia de un ejercicio político y jurídico motivado por, precisamente, un grupo de estudiantes inconformes, es un acto de atrevida ceguera y de desconocimiento vulgar de la historia nacional.

Publicado en La Tarde del 5 de julio de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/44401-sin-historia-no-hay-paraiso-.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario