jueves, 7 de julio de 2011

La Constituyente y la democracia participativa


Proyecto Especial Fundación Kíos
Por Jaime Arias López

La Constituyente y la democracia participativa

Cumplidos veinte años de promulgada de la Constitución Política de 1991, es reconfortante hacer una aproximación a lo que fue el primero y más importante trabajo colectivo y de concertación política de la historia democrática de Colombia, donde ni la hegemonía liberal – conservadora, ni el país contestatario o arropado en la lucha armada o en la violencia criminal o paramilitar pudieron imponer derrotero alguno.

El ordenamiento jurídico forjado argumentativamente en la Asamblea Nacional Constituyente parte de la existencia de una voluntad popular: “La soberanía reside en el pueblo”. Su arquitectura institucional se edificó a partir de la expresión de esa soberanía que es todo un mosaico étnico, que desde la diversidad y la alteridad racio-vital propende por la legitimación del poder ciudadano, lejos de cualquier intento de exclusión o marginamiento. 

La Constituyente supo combinar las ventajas de la democracia directa, donde los ciudadanos intervienen en la toma de decisiones que afectan su mundo heterónomo, con las virtudes propias de la democracia representativa, que interviene en los distintos ámbitos de la actividad pública, todo lo cual condujo a que se hicieran realidad los imaginarios ciudadanos que buscaban “expresarse” a través de las iniciativas populares, referendos, o la participación sectorial en la elaboración de Planes de Desarrollo local, regional o nacional.

Para la Constituyente se rubricó el concepto de la democracia participativa que establece de manera taxativa el imperativo de crear nexos de compromiso, responsabilidad y empoderamiento entre los electores y los elegidos y se incorporan, a su vez, mecanismos políticos que amplían las posibilidades de intervención de los ciudadanos en la toma de las decisiones  que los afectan, como un eslabón articulante que dirime los conflictos, sensibiliza sobre las necesidades de los asociados, socializa sus imaginarios y expectativas, canaliza los intereses de los mismos, reglamenta y controla el ejercicio del poder y las luchas denodadas por ejercerlo, así como las garantías para hacer efectivos sus derechos. 

La Constituyente nos dejó bien en claro que la construcción de la democracia participativa no solo es un problema de instituciones y mecanismos, sino, además, de relaciones sociales que se entretejen a través de la cultura organizacional y ciudadana y la eticidad en el ejercicio de la participación de los asociados que construyen, desde los diferentes ámbitos de la vida ciudadana (familia, escuela, trabajo, barrio, ciudad), espacios propios del ejercicio de la soberanía popular. Por ello, se habló más de democracia social que de democracia política.

Hoy día es claro que las decisiones que se tomen en la esfera de la política condicionan y afectan la esfera de lo social  y, a su vez, ésta determina las decisiones en la política. He allí la importancia de que las decisiones sean tomadas en el mayor número de escenarios de la vida democrática. Hoy, nuestra vida ciudadana, orientada por la Asamblea Constituyente 20 años atrás, ha pasado de una democracia contemplativa, pasiva y formal a una democracia activa, asuntiva y sustancial.

Jaime Arias López fue constituyente en el 91, miembo de la comisión primera.

Imagen tomada de: http://www.bligoo.com/media/users/1/82106/images/public/7410/participacion-ciudadana.jpg?v=1304291014419

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