martes, 19 de julio de 2011

En octubre, cambiemos


Columna La Tarde
Fundación Kíos

En octubre, cambiemos

Al descubrir nuevos detalles sobre los escándalos de corrupción que azotaron al país durante la década pasada, reconocemos que la cita electoral de octubre será decisiva para establecer el rumbo que tomen nuestras ciudades y departamentos, para determinar si los colombianos queremos un país y unos administradores públicos que sigan apropiándose de los recursos para satisfacer sus intereses particulares.

En octubre decidiremos si queremos seguir teniendo un país con más ‘carruseles’ que escuelas,  con  una ciudadanía irresponsable que debe reconocer su ceguera política encarcelando y destituyendo a los políticos corruptos que eligió en el pasado.

Por eso es el momento de elegir bien, para cambiar estructuralmente el rumbo de este país. Y creemos que para hacerlo, hay que modificar la forma en que lo hemos venido haciendo.

La primera estrategia para lograrlo exige un trabajo de indagación al votante, que a nuestro juicio cualifica significativamente el ejercicio democrático, pero principalmente disminuye la posibilidad de que en unos años nos arrepintamos de nuestras decisiones. En campaña todos los candidatos hacen promesas, eso es concomitante al proceso político. Lo que resulta extraño es que la gran mayoría de electores tomen sus decisiones en función de dichas promesas, en especial cuando creemos cada vez menos en ellas.

Adicionalmente, el mercadeo político y las nuevas tecnologías ayudan a homogeneizar las propuestas de campaña de los candidatos y las acercan a un núcleo difuso de espacios comunes que no deben ser el desencadenante de una decisión de voto. Todos los candidatos deben prometer cuidar el medio ambiente, mejorar la salud de los ciudadanos, ofrecer mejores infraestructuras y sistemas de transporte, más empleo, menos corrupción y paz. El que no lo haga no tiene oportunidades de ganar, porque eso es lo que necesitamos los colombianos. Pero las promesas electorales no diferencian las opciones políticas sobre las que tendremos que elegir y tampoco son controlables por los electores.

Por eso para elegir bien no debemos considerar realmente lo que nos prometen los candidatos, sino lo que han hecho antes. En eso no nos podrán mentir. El pasado no se puede esconder y aquellos que han sido corruptos, mentirosos o ineficientes no dejarán de serlo. En resumen: todos los candidatos prometen un país de ángeles, pero son pocos los que efectivamente han ayudado a construirlo así en el pasado. Y es nuestra responsabilidad saber reconocer los unos de los otros para votar bien. Es la historia del candidato la que nos debe hacer tomar una decisión electoral adecuada, no el futuro incierto que intenta vendernos.

La segunda estrategia exige un acto de responsabilidad del que aspira a ser elegido, pero es un comportamiento que los electores debemos exigirles con vehemencia. Si bien, se escoge unipersonalmente a cada uno de nuestros representantes, aquellos quienes los acompañan, como sus secretarios de despacho o sus asesores, son quienes terminan recomendando, diseñando y ejecutando las políticas públicas. Un buen candidato mal acompañado es un mal candidato.

Por eso, los votantes deberíamos también conocer y evaluar las hojas de vida de aquellos que rodean a quienes aparecen en el tarjetón.

El ejercicio democrático requiere de nuestro compromiso como ciudadanos y nos pide a gritos asumir las responsabilidades que parecemos haber evadido durante tanto tiempo.

En octubre, cambiemos.

Publicado en La Tarde el 19 de julio de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/45104-en-octubre-cambiemos.html

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