martes, 19 de junio de 2012

Felicidad y competitividad


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Felicidad y competitividad

Hace algunos días, se conocieron los resultados de dos índices internacionales en los que Colombia participa y que tienen directa relación con el bienestar y la calidad de vida de las personas. El primero de ellos, el Índice Mundial de la Felicidad (IMF) destaca que nuestro país es la tercera nación más feliz de la Tierra. 

En esta medición no solo se valora la percepción de las personas y su satisfacción frente a la vida, sino también la esperanza de vida al nacer y la huella ecológica. Por su parte, el Instituto Internacional de Gerencia y Desarrollo (IMD, por sus siglas en inglés) publicó un Informe sobre la Competitividad Mundial, en el que Colombia ocupó los últimos lugares entre las naciones valoradas en el estudio, en dos áreas clave para el fortalecimiento de la competitividad nacional: educación y dotación y acceso a la infraestructura.

Los resultados no pueden ser más paradójicos. Por un lado, siempre se nos ha reconocido como un país feliz, en el que existe una sensación generalizada de optimismo y alegría. Ello, a pesar de ser uno de los más desiguales del mundo o contar con un Estado aún en consolidación, fácilmente permeado y cooptado por mafias y estructuras criminales y corruptas en todos los niveles de gobierno, solo por citar dos limitaciones estructurales de nuestra sociedad. De otra parte, si bien es cierto que la Inversión Extranjera Directa (IED) ha aumentado sostenidamente en los últimos años y que nos hemos abierto al mundo a partir de la firma de nuevos Tratados de Libre Comercio con socios estratégicos como Corea del Sur, Estados Unidos o Costa Rica, aún somos una nación que no cuenta con los factores de competitividad que requiere la nueva economía del conocimiento. 

En materia educativa, nuestro rendimiento en las pruebas internacionales es deficiente, para no hacer mención a los déficits de cobertura y calidad que nos acompañan en todos las etapas de la formación de las personas. Especialmente, el panorama educativo es bastante crítico, si se tiene en cuenta que el conocimiento es el principal motor de cambio para lograr la riqueza y el bienestar de las naciones. En el plano de la infraestructura, contamos con fuertes rezagos que se expresan en todos los modos de transporte, con especial énfasis en la movilización de carga así como en la interconexión entre el centro del país y el resto del mundo. Ello constituye una dificultad de inmensas proporciones, si queremos avanzar en un proceso exitoso de inserción internacional.

Si bien es cierto que la felicidad constituye una categoría o un estado de ánimo muy difícil de entender o estudiar, lo cierto que es los resultados obtenidos en materia de competitividad no dejan mucho espacio para que nos sintamos alegres. Por el contrario, estos guarismos son un campanazo de alerta, que debe suscitar el mayor interés por parte del Gobierno nacional y del sector privado. Si esta es la década de las economías emergentes, se hace necesario abordar aquellas temáticas que nos harán más competitivos y por lo tanto más felices. 

Publicado en La Tarde el 19 de junio de 2012 en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/62168-felicidad-y-competitividad.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario