martes, 3 de abril de 2012

Los efectos no deseados de la lucha contra las drogas


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Los efectos no deseados de la lucha contra las drogas

Se puede afirmar que no hay ninguna otra legislación o política que produzca tantas externalidades negativas como la prohibición del consumo y comercio de drogas. 

Este enfoque es un claro ejemplo de cómo las decisiones gubernamentales pueden producir resultados contradictorios e impactos nocivos a partir de una lectura inadecuada de las problemáticas que se intentan resolver o cuando menos, mitigar. La bibliografía que sustenta esta afirmación es abundante y especializada y se centra en la valoración de los efectos no deseados que se producen sobre el medio ambiente y el desarrollo sostenible, la economía y la sociedad, la cultura y la política.

En esta columna, se abordará el impacto negativo de la lucha contra las drogas sobre el medio ambiente, reconociendo que en los países productores como Colombia es donde se presentan mayores implicaciones naturales y ecológicas derivadas no solo de la utilización de los suelos para los cultivos sino también por la guerra que se libra para evitar la producción. En primera instancia, es preciso reconocer que el principal efecto tiene que ver con los conflictos de uso del suelo. Los suelos que deberían dedicarse a conservación o protección del patrimonio natural son utilizados para la expansión de los cultivos de coca y amapola. La pérdida ambiental excede las áreas de los cultivos, dado que por cada hectárea sembrada, se talan entre dos y tres de bosque. Así mismo, para el mantenimiento de los cultivos ilícitos se utilizan herbicidas y fertilizantes ilegales, algunos de los cuales han sido prohibidos en Europa y Estados Unidos por sus efectos nocivos sobre el medio ambiente y la salud humana. 

En  segundo lugar,  las políticas antidrogas se basan en la fumigación, la cual no solo se realiza sobre las áreas cultivadas de coca y amapola, sino sobre terrenos conexos, muchos de los cuales cumplen funciones ambientales o agrícolas básicas. Para erradicar una hectárea de coca es necesario fumigar entre diez y once hectáreas adicionales, lo cual necesariamente afecta cultivos lícitos y fuentes de agua. Esto hecho se ha recrudecido ante la práctica de los cultivadores de camuflar y mezclar los cultivos ilícitos con lícitos. Si bien es cierto que las áreas cultivadas han venido disminuyendo en aquellos departamentos de histórica producción cocalera, los cultivos han migrado a nuevos territorios, lo cual amplía significativamente las áreas objeto de la fumigación.

Paralelo a estos dos efectos nocivos, se ha producido una descomposición social significativa en el agro colombiano que amenaza con resquebrajar el tejido productivo agrícola. Por ello, la Cumbre de las Américas debe ser vista como un escenario ideal para lograr nuevos consensos y acuerdos continentales para enfrentar el flagelo de las drogas con herramientas y políticas no tradicionales. 

Publicado en La Tarde, el 3 de abril de 2012, en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/58249-los-efectos-no-deseados-de-la-lucha-contra-las-drogas.html

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