Columna La Tarde
Fundación
Kíos
Un dolor
en el costado izquierdo
La semana pasada fueron
presentados dos nuevos proyectos políticos de izquierda, los cuales pretenden
recoger las aspiraciones de múltiples grupos y comunidades frente a los grandes
problemas de la vida nacional al posicionarse como opciones válidas y democráticas
para el ejercicio del poder. No hay duda, de que una de sus principales
intenciones está relacionada con garantizar un contrapeso legítimo a las
opciones de centro y centro derecha existentes en el país y que hoy son
mayoritarias tanto en el Ejecutivo como en el Congreso. Así mismo, es una
reacción justificada frente al vacío que el Polo Democrático Alternativo (PDA)
ha dejado en el espectro político, bien sea por los escándalos asociados a la
politiquería y la corrupción o bien por la división interna y la gran
desorganización de esa colectividad.
Por un lado, la irrupción
de estos movimientos es un hecho que fortalece el pluralismo y la diversidad
política, elementos esenciales de la democracia. En el libre juego de las
ideas, todas las tendencias y aspiraciones políticas deben ser bienvenidas,
siempre y cuando, éstas se apeguen a los principios del Estado de Derecho. De
otra parte, es claro que estas agrupaciones deben sentar una posición de
rechazo frente a los intentos de los grupos armados al margen de la ley para
infiltrarse en movimientos políticos como medio para legitimar sus actuaciones.
Por eso, algunas declaraciones del Ministerio de Defensa y de la alta
oficialidad de nuestras Fuerzas Militares sobre la presunta relación que podría
existir entre las FARC y Marcha Patriótica, una de las nuevas iniciativas políticas,
siembran un manto de duda sobre la legitimidad de este movimiento y exigen una
pronta y contundente respuesta por parte de las directivas de la organización.
Más allá de la coyuntura,
el nacimiento de estas dos agrupaciones es un hecho que permite reflexionar
sobre las divisiones y tensiones permanentes que han acompañado a la izquierda
colombiana desde sus inicios. Si bien es cierto que se han presentado numerosos
intentos por aglutinar todos los movimientos en una gran fuerza de talante
nacional, la atomización de la izquierda es permanente, dado el sectarismo
presente en sus cuadros y directivas, las posiciones irreconciliables o la
negativa para construir alianzas y consensos con otras fuerzas políticas. La
izquierda perdió una oportunidad histórica con el Polo Democrático, el cual sufrió
un desgate considerable por el caso Moreno Rojas y hoy se limita a ejercer una
oposición desdibujada frente al Gobierno Santos y su coalición. Este panorama
la ha deslegitimado considerablemente, al punto que hoy ser de izquierda puede
generar más estigmatización que aprobación.
Publicado
en La Tarde el 24 de abril de 2012, en http://www.latarde.com/index.php?option=com_jumi&fileid=1&idnota=59264
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