martes, 16 de agosto de 2011

Un país acomodado


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Un país acomodado

Piaget entendió la acomodación como el proceso mediante el cual el sujeto modifica sus estructuras cognitivas para poder incorporar a ella nuevos objetos, mediante la creación de un nuevo esquema.

Es decir, el ejercicio a través del cual los individuos somos capaces de cambiar nuestras más profundas convicciones para justificar, mediante nuevas posiciones, contradicciones morales que no somos capaces de resolver.

Por ejemplo, como cuando alguien cuya estructura cognitiva le indica que hay que defender la libertad de expresión, que entiende vulnerada por la Ley Lleras, pero justifica la cooptación de aquel derecho que reivindica, mediante la ‘penetración’ de las cuentas de Twitter de un expresidente o del director de una revista que semanalmente hace reír a media Colombia con su crítica política. O como por ejemplo, cuando alguien celebra que se viole el derecho de libre expresión del exmandatario, pero se ofende cuando lo hacen con la de su columnista favorito.

Acomodación, en términos sicológicos, también hay cuando alguien, en nombre de un colectivo, como digamos, un partido político de color azul, entiende que aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo atenta más contra la moral de los colombianos, que estar involucrado en los máximos escándalos de corrupción de la historia reciente del país: la Dirección Nacional de Estupefacientes, la Superintendencia de Notariado, la parapolítica, la yidispolítica o Agro Ingreso Seguro.

Se dice que alguien justifica a través de maniobras discursivas poco coherentes los esquemas cognitivos que no puede soportar en la práctica diaria, cuando critica el sistema político colombiano, la alta capacidad corruptora del aparato público, la ineficiencia de los políticos, pero prefiere abstenerse cuando hay elecciones, para dedicarse los siguientes cuatro años a criticar a quienes sí prefirieron pararse de su cama en un domingo lluvioso a cumplir con el deber ciudadano del voto.

Acomodados, siguiendo a Piaget, quienes crucifican el acto de agresión del seleccionador nacional a una mujer, pero se alegran cuando su patrocinador, una empresa cervecera, le exige la renuncia por maltrato, mientras lleva explotando la figura femenina durante años a través de sus Chicas semidesnudas, como estrategia de mercadeo.

Acomodados los que piden la cabeza del ‘Bolillo’ a gritos, pero no revientan esos mismos micrófonos cuando se enteran que la justicia deja en libertad a un hombre que roció con ácido el rostro de una joven de 21 años, porque según el juez de garantías encargado de fallar, “el delito imputado…no comporta una medida de aseguramiento con detención preventiva”.

Acomodados los periodistas que denuncian la violencia de género y en la noche maltratan a sus hijos y a su pareja, protegidos por la privacidad de su caverna; los padres que culpan a la televisión de la violencia que reproducen sus hijos y los tuercen a trompadas cuando no se comen las habichuelas.

Acomodados somos todos. Colombia es un país cómodo, en el que muy pocos están dispuestos a medir siempre con la misma vara, a mirar antes la viga en el ojo propio que la paja en el ajeno. Y así, definitivamente, no se puede.

Publicado en La Tarde el 16 de agosto de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/46495-un-pais-acomodado.html

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