Investigación- RSE
Santiago Gómez Mejía
RSEM en Colombia
“Colombia [desafortunadamente aún] ve
lo ambiental como un tema
estrictamente jurídico y de trámites…
El proceso pedagógico, el disfrute
de la inclusión de las variables ambientales
y sociales en la planeación de proyectos de
desarrollo se ha perdido”
(Ibáñez, 2007, p.54)
A pesar de su tamaño relativamente pequeño, Colombia es el segundo país más diverso biológicamente en el mundo y hospeda casi el 10% de las especies que habitan el planeta. El país puede evidenciar la presencia en su territorio de más de 1.800 especies de aves, más de 620 de anfibios, más de 450 de mamíferos, 518 de reptiles, casi 3.200 de peces y más de 51.000 de plantas. Sin embargo, toda esa riqueza es amenazada permanentemente por procesos de colonización indiscriminados, la caza, la tala, la minería, el tráfico ilegal de fauna, el conflicto interno y los hábitos de consumo de sus habitantes. Cada año desaparecen casi 200.000 hectáreas de bosque y existen en la actualidad 79 especies animales en grave peligro de extinción, más que en cualquier país de Sur América (“Colombia: Environmental Profile”, 2006; IUCN, 2009). Estos indicadores hacen que cualquier acción de RSEM que se desarrolle en el país tenga impactos ponderadamente importantes para el equilibrio de los ecosistemas a nivel mundial, lo que implica también que nuestra responsabilidad frente a la protección de los ecosistemas es mayor que en muchos otros países.
Además, en Colombia existe una cada vez más completa legislación para obligar a la protección medioambiental, contemplando leyes sanitarias (Ley 9/1979), para el manejo de residuos sólidos (Ley 99/1993, Decreto 849/2002), especiales (Resolución 2309/1986), peligrosos (Ley 430/1988), hospitalarios (Decreto 2676/2000 y Decreto 1669/2002), leyes que regulan los servicios públicos domiciliarios, con altos contenidos ambientales (Ley 142/1994), pero también otras que establecen beneficios tributarios a empresas que aporten, mediante un proceso productivo limpio, a la conservación del medio ambiente (Decretos 3172 y 2755/2003, Decreto 2532/2001, Resolución 486/2002). Y adicionalmente, las empresas colombianas están sujetas a reglamentos y normas técnicas de calidad ambiental como la ISO 14000, de aplicación mundial pero voluntaria, con el fin de dar herramientas para el control de los efectos nocivos de la producción sobre los ecosistemas, cuyas certificaciones aumentaron entre 2005 y 2006 en casi un 8% en el país (“Las bondades de la ISO 14000 en el impacto ambiental”, 2007).
Incluso, dicha normativa ambiental contempla acciones preventivas y sancionatorias para las empresas que incumplan lo establecido, apoyada en los artículos 330 al 333 del código penal, que tipifican delitos ambientales y autorizan al CTI de la Fiscalía General de la Nación para realizar investigaciones sobre el tema.
Pero también, adicionalmente a la jurisprudencia desarrollada, existen otras iniciativas que promueven y velan por el sostenimiento ambiental en Colombia. Por ejemplo, a través del Consejo Empresarial Colombiano para el Desarrollo Sostenible-CECODES, que actúa como el capítulo colombiano para el WBCSD, se promueven prácticas empresariales de ecoeficiencia, entendida esta como: “el proceso continuo de maximizar la productividad de los recursos, minimizando desechos y emisiones, y generando valor para la empresa, sus clientes, sus accionistas y demás partes interesadas”(CECODES, “Ecoeficiencia”, 2009).
CECODES, fue creado en 1993 por empresarios colombianos con el fin de orientar, a partir de iniciativas privadas, el desarrollo sostenible. Actualmente está conformado por 31 empresas y 3 gremios de las áreas más importantes de la económica colombiana: minería, petróleo, agroindustria, manufactura, comercio, banca y seguros. Sus asociados representan hoy más del 5% del PIB, son responsables de más de 400.000 empleos directos e indirectos, y exportan más de US$1.600 millones de dólares al año(CECODES, “Asociados”, 2009).
En el aspecto ambiental de la RSE, la Cámara de Comercio de Bogotá documentó el avance favorable de la preocupación de las empresas capitalinas por el tema, argumentando que de las 228.000 empresas inscritas, 1.500 habían recibido asistencia en programas ambientales a 2007 (“Responsabilidad Social Ambiental, un modelo de negocio”, 2007).
En general, Colombia puede documentar avances significativos frente a la protección medioambiental: a) según el Ecological Footprint and Biocapacity Index de 2008, su huella ecológica era de 1.8 hectáreas globales per cápita (National Footprint Accounts, 2008); y b) de acuerdo al Environmental Performance Index de 2008, Colombia ocupa el noveno puesto entre 149 países evaluados (Environmental Performance Index, 2008).
Aunque estos índices han recibido algunas críticas, muestran desempeños positivos para Colombia, que aunque deben ser valorados con prudencia, afirman la idea de que en este país las preocupaciones medioambientales ocupan un lugar prioritario en la agenda pública y en la opinión, un lugar más alto que en la mayoría de los países en vía de desarrollo de ingreso medio.
Sin embargo, a pesar del desempeño positivo que evidencian dichos índices, persisten aún problemas muy serios que Colombia aún debe resolver, como por ejemplo: a) la deficiente calidad del agua que se consume en el país; b) la existencia de numerosos subsidios públicos para la producción agrícola y el uso de insumos agroquímicos, lo que exacerba las presiones ambientales, mientras promueve su uso, la expansión de la frontera agrícola y la sobreexplotación de recursos naturales; c) el alto porcentaje de habitantes que usan combustibles fósiles en espacios cerrados como fuente de energía, lo que genera la suspensión en el aire de partículas dañinas para la salud y d) preocupantes índices de conservación y protección de especies de fauna y flora, tanto marina como terrestre (Environmental Performance Index, 2008).
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:
2. “Environmental Performance Index- EPI”, (2008), [En línea], disponible en:
6. Ibáñez, M. (2007), “Responsabilidad social y medio ambiente: buscando los lazos”, en Responsabilidad Sostenibilidad, número 1, p.54-55.