miércoles, 5 de enero de 2011

Malos Aires

Columna La Tarde
Fundación Kios

Malos Aires

Hace unos años, Buenos Aires envió una comitiva de alto nivel para aprender de Bogotá la manera en que allí se hacía la recolección y disposición de basuras. Hoy podemos afirmar que no aprendieron. Mas allá de la anecdótica entrega de la camiseta de Boca Juniors al exalcalde Garzón por encargo especial de Macri, aquella visita pareció no cumplir sus objetivos.

Buenos Aires es hoy una ciudad sucia. Eso no solo demuestra falta de cultura ciudadana, sino un bajo sentimiento de corresponsabilidad medioambiental.  Las basuras en las esquinas generan enfermedades evitables a través de la generación de vectores,  disminuyen sustancialmente la calidad de vida de sus habitantes y espantan el turismo –lo que a propósito, logra también la capital porteña con una generalizada pésima atención al público en restaurantes y una inseguridad que haría parecer a varias ciudades colombianas como sacadas de un cantón suizo- .

Lo que nunca parecieron entender los funcionarios argentinos, fue que el problema de las basuras tiene varios componentes que deben ser objeto de políticas públicas en varios campos estratégicos de la administración local: en primer lugar, debe existir un sistema y una infraestructura que garanticen la correcta y eficiente recolección y disposición de residuos. Los camiones deben pasar retirando las bolsas de basura frecuentemente y debe existir un relleno sanitario con la capacidad y tecnología suficiente como para minimizar las externalidades generadas por dicho proceso.  Eso es costoso, pero bastante operativo y fácil de lograr si se dispone de los recursos  y el compromiso político adecuados. En segundo lugar, los ciudadanos deben reconocer que los efectos ambientales, económicos y sociales de la disposición inadecuada de residuos no son únicamente generados por posibles fallas en dicho sistema. Consumir mejor, disponer mejor y reciclar más son acciones que dependen de buenas prácticas ciudadanas. Las bolsas de la basura, a pesar de lo que muchos prefieren creer, no desaparecen mágicamente.

Pereira, entonces, debe avanzar en varios sentidos: garantizar al usuario un sistema de recolección selectiva de residuos para ampliar la vida útil de las infraestructuras de disposición a través de la promoción de una cultura sostenible de la separación en la fuente y el reciclaje; promover la inclusión social de la población recicladora de oficio, reconociendo el gran aporte ambiental que hacen a la ciudad, y por último, aumentar el compromiso ciudadano frente al cuidado del medio ambiente a través de nuevas tarifas del servicio público de aseo que premien con incentivos económicos a los hogares más responsables.

Publicado en La Tarde de Pereira el 4 de enero de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/

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