Columna La Tarde
Fundación Kíos
Bienvenidos a ´Bollombia´
Aparte del reprochable atentado de la semana pasada en
Bogotá y de la sorprendente noticia de la supuesta complicidad del ex diputado
Sigifredo López en el secuestro y asesinato de sus colegas hace diez años, dos
noticias llamaron recientemente la atención de la opinión pública: las
declaraciones de un diputado antioqueño sobre el Chocó y todo lo ocurrido en
torno al senador Merlano que conducía su auto en estado de ebriedad.
Las dos, a nuestro juicio, fueron tratadas y comentadas con
alguna superficialidad, tanto por los medios de comunicación, como recibidas por
la comunidad que se manifestó profundamente indignada por las dos noticias protagonizadas
por sus representantes.
La primera de ellas, cuyo protagonista fue el diputado
Roberto Mesa, mereció el rechazo de las más diversas organizaciones, de una
serie de respetables figuras públicas, de los medios de comunicación y de los
ciudadanos del común que a través de las redes sociales criticaron el hecho de
que el político desechara la propuesta del gobernador Fajardo de invertir
dineros en la zona limítrofe con el Chocó porque “la plata que uno le meta [a dicho
departamento] es como perfumar un bollo”.
Racismo reprochable, ceguera administrativa, torpeza
estratégica desde lo electoral. Por eso suscribimos todo lo anterior y
rechazamos la actuación del señor Mesa. La historia negra de este país merece
respeto, el porvenir de un país que lleva dos siglos de vida republicana
intentando vivir en paz no se construye sobre declaraciones irrespetuosas y
viscerales como la del diputado. Pero el tema es estructural, y eso es lo que ninguno
de los que criticamos este hecho parece haber visto.
El segundo, fue protagonizado por el senador Eduardo
Merlano, quien en un evidente estado de embriaguez y sin portar su licencia de
conducción se negó a hacerse la
prueba de alcoholemia cuando fue requerido por unos policías en un retén
rutinario en Barranquilla, aduciendo que, entre otras, 50.000 personas habían
votado por él. Pero lo verdaderamente sorprendente, lo que más indignó a la
opinión pública, fue la sanción impuesta por el comandante de la Policía
Metropolitana de Barranquilla a los uniformados que cumplían responsablemente
con su deber.
Estos retratos son tan auténticamente colombianos no solo
por lo ocurrido, sino por la reacción de los diferentes públicos que
demostraron su indignación desde la comodidad de las tribunas públicas
ciudadanas que arropan a sus interlocutores con un manto de impunidad e
inocencia igualmente sorprendente y, así no se quiera reconocer, más
perjudicial que los hechos en sí mismos.
No perdamos de vista lo verdaderamente importante. Lo que
nos enseñan estos dos hechos lamentables es lo que esconden, no lo que develan.
¿Cuántos de quienes indignados por las declaraciones racistas del diputado han
hecho algo por las comunidades afrocolombianas o cuántos han dedicado algún
esfuerzo para salvar al Chocó del retraso al que sus dirigentes ladrones y un
Estado que le da la espalda le han condenado? ¿Cuántos de quienes respondieron
a rabiar a la actitud del senador sucreño han conducido de manera irresponsable
en estado de embriaguez, sin portar su licencia, o han intentado sobornar a las
autoridades mientras en el asiento trasero observan impasibles sus hijos?
En este país, y por lo que demuestra la reacción ciudadana
hipócrita frente a estos dos casos lamentables, de los cuales todos somos
cómplices, invertir en cultura ciudadana y dedicar recursos a la educación de
la gente, es lo que parece un acto para suplir una emergencia puramente olorosa.
Nuestros actos cotidianos son los que verdaderamente construyen país, a pesar
de que solo la punta del bollo sea vista en los medios de comunicación.
Publicado en La Tarde el 22 de mayo de 2012, en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/60710-bienvenidos-a-bollombia.html