martes, 7 de febrero de 2012

Anorexia organizacional


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Anorexia organizacional

El mes pasado salió al mercado el libro Quiet: The Power of Introverts In a World That Can’t Stop Talking, de la abogada Susan Cain. En él, la autora defiende que ser introvertido hace parte del temperamento, de los rasgos de la personalidad detectables desde la primera infancia, y que es tan natural y útil socialmente como no serlo. También resalta que ellos tienen una capacidad mayor de observar a la gente y las cosas, que piensan mucho antes de actuar  y que son complejos emocionalmente, lo que puede convertirse en un rasgo definitivo para potenciar la creatividad.

En el mundo empresarial actual, no solo se prefiere emplear a los extrovertidos sino que se promueve un estilo organizacional a través del trabajo en grupo, aunque recientes estudios de la Universidad de Pensilvania, determinan que los introvertidos pueden ser más exitosos al dirigir, pues tienden a escuchar las ideas en lugar de imponer las propias. El ego del introvertido le permite entender la importancia de los resultados a mediano y largo plazo, así como la necesidad de ceder ante propuestas creativas de otros, rasgo que los llamados líderes naturales no suelen tener porque creen, casi de manera mesiánica, que sus ideas son las mejores.

Si bien la idea de que el trabajo en equipo puede ser atractiva socialmente,  estrategias como el brainstorming, aún popular en las empresas obsesionadas con el liderazgo, pueden ser obsoletas. Esto sucede porque cuando los equipos de trabajo se someten a un aguacero de ideas desordenadas la mayoría tiende a callar lo que realmente piensa, por temor a ser juzgado por los líderes, prefiriendo alinearse con la primera idea que se expone, que puede no ser la mejor.

Brillante lección para los chamanes y culebreros de las oficinas de gestión y talento humano que creen que todos los problemas de las organizaciones se resuelven promoviendo el trabajo en equipo, formando líderes elocuentes, potenciando la interacción y castigando el aislamiento. No siempre dos cabezas piensan más y mejor que una. No todos los miembros de la organización quieren o pueden ser líderes. La naturaleza es mucho más sabia que muchos jefes de recursos humanos: no todas las abejas son reinas.

Hoy existe una cruzada en contra de la publicidad que promueve los cuerpos esbeltos y, en ocasiones, exageradamente delgados. La lectura que se hace de estos mensajes es que para ser exitoso y feliz hay que dejar de comer, aún poniendo en riesgo la salud. Todos los días nos sorprendemos por la extrema delgadez de los íconos publicitarios del siglo XXI y dedicamos campañas para evitar que los adolescentes crean que para ser feliz hay que dejar de comer. Sin embargo, al mismo tiempo, en nuestras empresas y organizaciones, inyectamos a todos la idea de que para ser exitoso hay que sobresalir, ser líder, extrovertido, siempre trabajar en equipo. Cientos de millones de pesos son malgastados por las instituciones contratando chamanes organizacionales que se encargan de perpetuar esta falsa percepción.

El éxito de un verdadero líder es saber reconocer en cada uno de sus coequiperos sus destrezas y potenciarlas para alcanzar objetivos comunes. Por eso, las empresas deben evitar convertirse en estructuras que premian la anorexia organizacional con el fin de alcanzar  la cualificación de unos líderes que ni están diseñados para serlo, y principalmente que no han pedido convertirse en ello.

Publicado en La Tarde del 7 de febrero de 2012 en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/55302-anorexia-organizacional.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario