martes, 18 de octubre de 2011

Indignados


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Indignados

Una ola de indignación ciudadana recorre el mundo. Las manifestaciones y las voces críticas frente a la situación social y económica de los pueblos ya no solo se presentan en las ciudades capitales de los países emergentes o en las metrópolis que acogen las reuniones del FMI, del Banco Mundial o de la OMC.

Las urbes de la mayoría de los países europeos, asiáticos o de Estados Unidos son el escenario privilegiado para la movilización popular, el descontento y la frustración colectiva. Miles de estudiantes, obreros y pensionados son los protagonistas de tales muestras de desafección por un sistema político y económico que no ha respondido a las expectativas y aspiraciones de las comunidades y que lejos de optimizarse progresivamente, hoy por hoy genera más dudas sobre el futuro mundial.

Hasta hace algunos años, había un consenso global en torno a la democracia y la economía de libre mercado, como la mejor combinación para alcanzar el progreso y el bienestar de las naciones. De hecho, fueron muchos los analistas que en su momento, vaticinaron que con la primacía de tal dupla, llegaba el fin de las tensiones ideológicas que dominaron gran parte de la historia del siglo XX hasta la crisis del modelo socialista a comienzos de los noventa. No obstante, la crisis económica y financiera internacional, unida a la incapacidad de algunos Estados para responder con hechos de gobierno concretos a las demandas ciudadanas, son solo algunas evidencias que denotan el desgaste de este sistema predominante, el cual ha traído más promesas incumplidas que certezas.

Muchas de las voces que hoy lideran el movimiento de indignación ciudadana, reclaman nuevos consensos y acuerdos mundiales para lograr un mundo más equitativo y más humano.

En el plano económico, se enfatiza en la necesidad de contar con una nueva arquitectura e institucionalidad financiera mundial que garantice la tan ansiada gobernanza económica, a partir de la coordinación entre países para la superación de las crisis, entre otras consideraciones.

A nivel político, se reclama el fortalecimiento del Estado y de su rol primordial en la promoción del desarrollo económico, lo cual permite superar aquella visión reduccionista del papel estatal que primó sobre muchas de las políticas de desregulación y liberalización que hoy nos tienen inmersos en tanta desesperanza.

Pero si la movilización ciudadana se considera como un derecho legítimo, ésta debe desarrollarse en un marco de respeto y civilidad, evitando caer en el vandalismo o la anarquía, los cuales pueden llegar a ser fenómenos mucho más problemáticos y caóticos para los pueblos indignados que aquellos ocasionados por las mismas falencias estatales.

Publicado en La Tarde el 18 de octubre de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/49660-indignados.html

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