jueves, 28 de febrero de 2013

Sin perspectiva histórica

Columna de opinión
Santiago Gómez

Sin perspectiva histórica

Es frustrante enfrentarse a ciudadanos que intentan ser políticamente activos pero sucumben a la tentación de hacer un análisis político descontextualizado, ahistórico, maniqueo, sin perspectiva comparada y oportunista. Tienden a relacionar todo lo que ocurre en este país con Santos y Uribe. Las discusiones sobre lo democrático que pueda ser el sistema político colombiano terminan, en el imaginario público, asumiendo como verdaderas opiniones que remiten a describir nuestro sistema como lo que denominan ‘corruptocracia’, ‘una falsa democracia’ o una ‘democracia inútil’.

Hacer un análisis de los avances logrados por el país requiere conocer nuestra historia y la de países similares. Cualquiera que haya vivido durante el Frente Nacional, cualquier militante de la extinta Unión Patriótica o cualquiera que haya sentido miedo durante los últimos años de la década de los 80 a causa del narcoterrorismo, debería reconocer, aún sin ser analista político, que este país ha cambiado para bien en los últimos cuatro lustros.

La Colombia de los 80, administrada con un contrato suscrito en 1886, era una nación temerosa, que desconfiaba de sí misma, con una institucionalidad acorralada, aislada económicamente y con una ciudadanía que no podía expresar libremente sus opiniones y que entendía que la única manera de hacer oposición política era mediante las balas. Hoy el panorama es afortunadamente diferente en varios sentidos.

Colombia se insertó al ciclo de la economía global. La participación política dejó de ser un privilegio de las élites; se consagraron nuevas formas de deliberación ciudadana; la tutela permitió a los ciudadanos reclamar al Estado el cumplimiento de sus obligaciones; el Ejecutivo dejó de ser tan desproporcionadamente poderoso frente a los jueces y los legisladores y la Fiscalía surgió como el soporte de un aparato judicial paquidérmico.

Si bien nuestra democracia sigue siendo perfectible, en parte por la incapacidad ciudadana de ejercerla adecuadamente y de manera efectiva, desconocer el salto cualitativo que dio Colombia en las últimas dos décadas como consecuencia de la Constitución de 1991, es un acto de atrevida ceguera y de desconocimiento vulgar de la historia nacional e internacional. Quien no ha visto reprimidas sus libertades políticas, no las aprecia cuando las puede ejercer libremente.

Publicado en Vanguardia Liberal de Bucaramanga, el viernes 15 de febrero de 2013, en: http://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/santiago-gomez/196177-sin-perspectiva-historica

martes, 26 de febrero de 2013

La pérdida de la inocencia primaveral


Columna de opinión
Santiago Gómez

La pérdida de la inocencia primaveral

Hace dos años escribí sobre la primavera árabe que “ni la salida de los tiranos implicará un cambio de estrategia política que beneficie a quienes protestan en su contra, ni estos hechos podrán confundirse con la llegada de la democracia a unos países que, históricamente, parecen no estar preparados para ella”. Había caído Mubarak, la revolución se extendía y el mundo veía con optimismo el fin de la represión. Todo parecía indicar que ese sería un nuevo “fin de la historia”, en el mismo sentido que Fukuyama había anunciado luego de la caída del Muro.

Hoy la realidad se acerca más a mis predicciones pesimistas: las flores se marchitaron y la prosperidad no llegó a Egipto. Se mantienen allí el descontento, la violencia, los abusos y la desigualdad, mientras aumenta la frustración de todos aquellos que creyeron que el país había cambiado.

Esta reflexión y  los siguientes dos comentarios sobre las negociaciones y el conflicto colombiano me permiten afirmar que para alcanzar la paz se requiere mucho más que lo que todos estamos dispuestos a poner sobre la mesa. El primero, que el proceso de negociación se politiza cada día más y los negociadores del gobierno incumplen las reglas de juego pactadas previamente. Estas semanas las conversaciones se trasladaron a los micrófonos, a raíz del absurdo y reprochable secuestro de los militares, cuando una de las condiciones del proceso era no ventilar los desacuerdos públicamente. Por otro lado, ninguna de las partes ha cumplido la condición de hacer la negociación en medio y a pesar de la guerra. Las declaraciones de De la Calle, del mindefensa y del Presidente, así como el intento uribista de aprovechar la situación y la resonancia mundial que los guerrilleros lograron con la noticia, me parece que buscan la reivindicación de unas posiciones eventualmente favorables electoralmente, pero dañinas para la negociación.

El segundo, advertir que lo que es realmente potente electoralmente es la gestión adecuada del postconflicto. Firmar la paz será apenas el comienzo de la prosperidad, que requiere más gestión, habilidad política y preparación que la misma desactivación del conflicto. Si Santos logra finalizarlo, no podemos creer inocentemente que todo lo demás vendrá por añadidura.

Publicado en Vanguardia Liberal de Bucaramanga el 8 de febrero de 2013, en: http://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/santiago-gomez/195104-la-perdida-de-la-inocencia-primaveral

lunes, 25 de febrero de 2013

¿Cómo votamos?


Columna de opinión
Santiago Gómez

¿Cómo votamos?

Esta semana se dieron a conocer los resultados de la encuesta de percepción ciudadana realizada en noviembre pasado por el Programa ‘Bucaramanga Metropolitana Cómo Vamos’.

Esta medición arroja datos sobre el clima de opinión en el Área Metropolitana y permite obtener un balance sobre la valoración que hace la comunidad de las políticas desarrolladas por las actuales administraciones municipales.

Uno de las principales conclusiones es la sensación de pesimismo e insatisfacción generalizada de los habitantes del Área por temas como la corrupción, así como de la valoración y confianza frente a los mandatarios locales. En ese aspecto, ninguno de los cuatro alcaldes obtuvo una calificación mayor a 2.9, y el peor calificado del país es el de Floridablanca.

Pero lo importante de esta medición no es únicamente decir que los ciudadanos no están contentos con los mandatarios que eligieron, sino debatir por qué razones y de qué maneras hemos venido, desde hace décadas, eligiendo alcaldes que no cumplen para lo que los elegimos.

Ese debate no se resuelve solo de la manera obvia, que nos llevaría a acusar a los burgomaestres actuales de ser malos administradores, de incumplir sus promesas o de no gestionar lo público de manera adecuada. En el fondo, hay preguntas que casi nunca se hacen evidentes cuando se evalúa la actuación de los funcionarios elegidos popularmente: ¿La baja percepción explica una comprobada mala gestión o evidencia también que nuestra decisión del voto no responde, por lo general, a un ejercicio serio de análisis de las propuestas de campaña de los candidatos? Que al año de iniciar sus mandatos, los cuatro alcaldes sean tan mal calificados por la ciudadanía evidencia también que quienes votaron por ellos manifiestan hoy haberse equivocado en su elección.

Lo que arroja el resultado de esta encuesta frente al tema de los actuales alcaldes, es que no solo ellos se equivocan, sino también la ciudadanía. Si fuéramos capaces de entender, a la luz de estos datos, que la ciudadanía es tan o más responsable del deterioro de sus ciudades que los alcaldes que eligieron y no les satisfacen, el ejercicio del voto se cualificaría de tal manera que el margen de equivocación al momento de materializarlo, se disminuiría sustancialmente.

Publicado en Vanguardia Liberal el viernes 1° de febrero de 2013, en: http://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/santiago-gomez/194041-como-votamos  

lunes, 11 de febrero de 2013

Chávez protagonizará The Walking Dead


Columna de opinión
César Niño

Chávez protagonizará The Walking Dead

¿Hasta cuándo gobernará el mito? Esta parece ser una pregunta que no solo en Venezuela está latente, sino en toda América Latina.  El ausentismo (no he dicho autismo) del presidente Hugo Chávez parece ser quien gobierna en Caracas. Todo lo que en los últimos dos meses ha venido sucediendo en la política venezolana parece ser un completo novelón. Un protagonista ausente padeciendo una enfermedad terminal, un sirviente enamorado (Maduro) haciendo de las suyas y una audiencia expectante de la situación, quien ha divagado sobre el final de la puesta en escena.

Pero más allá del acontecer diario, aún gobierna un mítico Chávez. Desde una clínica en La Habana, que ahora parece un estudio cinematográfico, el presidente de los venezolanos ha tomado serias decisiones de gabinete y política nacional. No sé cómo puede firmar documentos públicos en dicho estado de salud, no sé cómo puede enviar mensajes si no puede siquiera despertar, no sé cómo puede su fiel sirviente Nicolás Maduro leer el libreto del papel de Chávez, pero algo que sospecho es que pronto la cadena Fox llamará a Hugo Chávez como nuevo personaje en The Walking Dead, o mejor aún, en American Horror Story, y no lo digo porque el mandatario coma cerebros, sino porque en el papel y en Miraflores, Chávez pareciera estar muy vivo.

Ojalá la “democracia” venezolana aprenda de la monarquía holandesa y deje de hacerle caso a la “monarquía cubana”, y abdique su presidente. Todos tenemos derecho a enfermarnos pero no a usar el mito como el Leviatán, es mejor que “mi comandante deje de ser ya un mito mandante”.