martes, 27 de septiembre de 2011

La 'Polopolítica' o la fábula de los que se comieron el cuento


Columna La Tarde
Fundación Kíos

La ‘Polopolítica’ o la fábula de los que se comieron el cuento

No deja de ser preocupante que la principal fuerza renovadora de la política colombiana reciente, haya pasado de obtener en las urnas el 22% de los votos para presidente en 2006, a una intención del 3% en la última encuesta para suceder a los recientes gobiernos de izquierda en la capital del país.

El descalabro se debe a una sucesión de equivocaciones en temas políticamente estratégicos,  sumadas a una disputa pública por el poder interno del partido, pero principalmente a las mentiras que nos metieron sus principales representantes, y que muchos se creyeron, por lo menos hasta la semana pasada.

La primera decisión equivocada que tomó el Polo fue no deslindarse lo suficientemente rápido de las acusaciones que se le hacían por su timidez en rechazar las acciones delictivas de las FARC. Carlos Gaviria, depositario de casi tres millones de votos un año antes, no rechazó con la vehemencia que le pedían los colombianos que habían confiado en él, el secuestro y posterior asesinato de los diputados del Valle del Cauca.

Posteriormente, y a raíz de la posición anterior, Gustavo Petro y el expresidenciable Gaviria 'polarizaron' el Polo, y se evidenció en el sistema de partidos colombiano algo que no solo había sido común a su historia reciente, sino a la historia de la izquierda en el mundo occidental: mientras la derecha tiende a cohesionarse ante la proximidad de unas elecciones, la izquierda se estalla en mil facciones que condicionan el futuro, a los inmensos egos de unos líderes que terminan actuando como todos aquellos que siempre criticaron.

Lucho Garzón y Gustavo Petro, dos de las principales figuras políticas del Polo abandonaron el barco a tiempo, llevándose con ellos un caudal de votos que han menoscabado el potencial electoral del partido y vaciaron, en la práctica, la potencia discursiva del partido amarillo.

Pero la estocada final la protagonizaron los hermanos Moreno Rojas, que pasaron de habitar palacios municipales al búnker de la Fiscalía, pasando por varios enredos de tráfico de influencias, clientelismo, peculado y hasta piromanía política, con diferencia de apenas seis meses.

Esto no hubiera pasado si la ciudadanía hubiera reaccionado cuando en un debate televisado, tan solo cinco días antes de las elecciones de 2007 para la Alcaldía de Bogotá, Samuel respondió “Sí, no lo dudo” a la pregunta de “¿Si usted, comprando 50 votos, puede salvar a la ciudad de caer en manos de alguien capaz de comprar 50 mil votos, lo haría?”.

Lo que se justificó como un error de comprensión, demostró ser, coincidencialmente quizás y cuatro años después, una señal políticamente premonitoria que casi un millón de personas no pudo entender a tiempo.

Samuel Moreno demostró que no solo pisoteó las flores sino que, a pesar de lo que vaticinó, pudo detener la primavera electoral de una de las fuerzas políticas que más ilusionó a los colombianos en la última década.

Que el Polo salga ahora, demasiado tarde, a pedirle perdón a Bogotá no es suficiente. Es preferible que los 915.769 ciudadanos que votaron por Samuel en 2007, pidan perdón al 1.179.860 que votamos entonces, pero no nos comimos el cuento, pero no solo por haber confiado en un alcalde que no pudo terminar su mandato por causas judiciales, sino porque, aún si el desenlace no hubiera sido ese, la Bogotá que entregan anticipadamente los hermanos Moreno, es mucho peor que la que recibirá el próximo burgomaestre.

Está, como siempre, en nuestras manos, que esta historia no se repita, ni en Bogotá, ni en Pereira, ni en ninguna otra ciudad del país.

Publicado en La Tarde el 27 de septiembre de 2011 en http://www.latarde.com/opinion/columnistas/48641-la-polopolitica-o-la-fabula-de-los-que-se-comieron-el-cuento.html

martes, 20 de septiembre de 2011

Populismo


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Populismo

Las críticas del Vicepresidente Angelino Garzón sobre la medición de la pobreza no solo se pueden visualizar como las declaraciones de un funcionario inconforme con ciertas decisiones gubernamentales, sino también como las palabras de un actor político que quiere generar un efecto sobre la opinión pública.

Por un lado, las palabras de Garzón desencadenaron una ola de respaldo popular por parte de miles de ciudadanos descontentos con la visión de los técnicos y los expertos. De otra parte, generaron un consenso al interior del Alto Gobierno sobre la inconveniencia de ventilar los debates y las decisiones frente a la ciudadanía, con el fin de transmitir un discurso unificado frente a las problemáticas y desafíos, y como estrategia para generar una sensación de liderazgo por parte del Presidente frente a su equipo más cercano de trabajo.

Desde su posesión, Angelino ha querido posicionarse como un actor con agenda y visión propia, sustentada en su recorrido sindical y político, así como en su profunda conexión con los temas sociales. Ello lo ha llevado a sostener discrepancias públicas con Ministros y altos funcionarios en temas de marcado tinte económico, aún sin ser un experto en estas materias, más cercanas a los técnicos de Planeación Nacional o del Ministerio de Hacienda. En su defensa, arguye que temas como la reducción de la pobreza o el salario mínimo son de naturaleza eminentemente política, pues expresan una ética pública, relacionada con un modelo más justo y equitativo de organización social. Incluso, algunas voces plantean que Garzón está comenzando a construir un capital político de cara a consolidar posibles aspiraciones futuras, lo cual se ve reflejado tanto en sus intentos progresivos de desmarcarse frente a la opinión mayoritaria del Alto Gobierno como en su presunta participación burocrática en entidades como la Comisión Nacional de Reparación o Reconciliación (CNRR).

No hay duda de que Garzón desea revitalizar la figura vicepresidencial, dejando muy en claro que no será un convidado de piedra en las grandes discusiones de los asuntos nacionales. No obstante, habría que analizar si esta posición tiene o no un claro matiz político y más que eso, populista, lo cual sería altamente contraproducente en un país en el que a veces hay que tomar decisiones impopulares. Frente a temas tan difíciles de comunicar como las estrategias y enfoques predominantes en la lucha contra la pobreza, lo más fácil y rentable es presentar aquella opinión desprovista de estudio y rigurosidad, pero fácilmente digerible para todos los públicos, aún a costa de su incomprensión y análisis.

Publicado en La Tarde el 20 de septiembre de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/48289-populismo.html

martes, 13 de septiembre de 2011

Las políticas públicas y las elecciones

Columna La Tarde
Fundación Kíos

Las políticas públicas y las elecciones

Según Peter Knoepfel, cualquier política pública está configurada por una serie de decisiones, intencionalmente coherentes, que toman diferentes actores sociales, cuyos recursos, nexos institucionales e intereses varían, con el fin de resolver de manera puntual un problema políticamente definido como colectivo.

Este conjunto de decisiones y acciones da lugar a actos formales, con un grado de obligatoriedad variable, tendientes a modificar el comportamiento de grupos sociales que, se supone, originan el problema colectivo a resolver (grupo objetivo), en el interés de los grupos sociales que padecen los efectos negativos del problema en cuestión (beneficiarios finales).

En tal sentido, las políticas públicas son la respuesta del sistema a un estado de la realidad social juzgado como políticamente inadecuado. Y son efectivas, únicamente, en la medida en que el objeto para el cual fueron diseñadas y ejecutadas, se cumpla, no dependiendo de que se supla algún interés individual, sino de que se satisfaga aquel deseo colectivo que le dio origen.

Por otra parte, el contenido y las características institucionales de una acción pública resultan de la interacción entre las autoridades y los grupos sociales que hacen visible la problemática que esta pretende resolver, y aquellos quienes sufren sus efectos negativos.

Por eso, deben diseñarse teniendo en cuenta, como mínimo, lo siguiente: en primer lugar, la política pública debe ser siempre la solución a un problema generado por una insatisfacción social cuya solución es sometida a la acción pública. En segundo lugar, implica la existencia de grupos meta cuyo comportamiento, se supone, generan el problema a resolver. Tercero, supone una coherencia por lo menos en la intención y una teoría de cambio social. Cuarto, implica la existencia de un conjunto de acciones que rebasan el nivel de decisión unitario y de un programa de intervención de decisiones concretas e individualizadas. Y quinto, la adopción de una política pública supone la naturaleza más o menos obligatoria de las decisiones y acciones que le soportan.

En sentido estricto, a quienes elegiremos en poco más de un mes, serán aquellos en quienes confiemos el diseño de las políticas que solucionarán nuestros problemas durante los próximos años. A aquellos quienes deberán priorizar el orden y la intensidad en su aplicación. A aquellos que deberán determinar, al final de sus mandatos, la efectividad de cada una de esas acciones que propusieron para solucionar los problemas que entendieron como colectivos.

Es así como no solo debemos elegir a quienes entendamos como mejor preparados para representar nuestros intereses en ese ejercicio de priorización, diseño, ejecución y evaluación de esas políticas, sino a quienes, mediante un riguroso y juicioso proceso de planeación sean capaces de utilizar herramientas eficaces que permitan identificar el estado actual de la ciudad y el departamento. Únicamente de esa manera, aquellos problemas que definan como prioritarios, coincidirán con los intereses de los grupos objetivo y de los beneficiarios finales en el ciclo de la política pública.

Por eso, es fundamental que la ciudadanía apoye y participe activamente, no solo en todo el proceso electoral, porque ahí se soporta la democracia, sino en procesos en los que se le indague sobre sus percepciones frente a los principales problemas que aquejan a su barrio, su ciudad y su región.

Habrá que estar atentos durante los próximos meses. La democracia nos ofrece escenarios que normalmente damos por sentados y precisamente por ello, menospreciamos. Solo quienes participemos de ellos, tendremos derecho y autoridad moral para evaluar las decisiones que tomen quienes elegimos para determinar el rumbo de las políticas públicas durante los próximos años.

Publicado en La Tarde el 13 de septiembre de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/47972-las-politicas-publicas-y-las-elecciones.html

martes, 6 de septiembre de 2011

Contra la discriminación


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Contra la discriminación

La inminente aprobación de un Proyecto de Ley que penaliza la segregación y la discriminación racial, ideológica, política, religiosa, étnica y sexual, ha suscitado un interesante debate nacional respecto a las estrategias y acciones más convenientes para garantizar el pluralismo y la diversidad, como piezas clave de nuestro Estado.

Por un lado, hay quienes ven en la norma, una inigualable oportunidad para fortalecer el rol del Estado en la promoción del principio constitucional de la igualdad, el cual garantiza el respeto por la heterogeneidad en todas sus formas y matices. La tipificación penal de las conductas que atenten contra tal postulado, es una carta de garantía no solo para disuadir a potenciales infractores pero también es un instrumento idóneo para robustecer el andamiaje legal de protección de los derechos fundamentales.

De otra parte, hay quienes consideran que la sola sanción de la Ley no corrige los comportamientos culturales discriminatorios. En esta orilla, se sitúan aquellos que piensan que demostrar y probar el delito será muy difícil y extremadamente complejo e incluso, se podrían generar fenómenos de congestión judicial. Para este grupo de analistas y expertos, lo más importante es la educación y la formación democrática y pluralista, como actividades que, si bien son intangibles y se desarrollan en un horizonte temporal de mediano y largo plazo, tienen un efecto mucho más duradero. Más allá de las posiciones encontradas, este debate debe visualizarse como una oportunidad para concretar acciones y estrategias específicas que garanticen la plena materialización de una de las garantías individuales más importantes de la carta política del 91.

En efecto, si bien es cierto que la Ley podría tener un efecto positivo en la disminución de las prácticas discriminatorias, ésta no es suficiente. Su aplicación debe estar acompañada de una profunda transformación cultural, que se enfoque hacia la defensa del pluralismo, como valor supremo de la democracia. Ello necesariamente hace referencia a la educación en la convivencia y la diversidad, como elementos necesarios no sólo para respetar y valorar la diferencia, sino también para reconocer que más allá de los credos, las tendencias sexuales o el origen étnico, los seres humanos tienen una condición y dignidad similar y única.  Por ello, la etapa de aprobación y conciliación del texto definitivo de la norma, debe concebirse como un escenario idóneo para enriquecer el debate entre todos los colectivos y comunidades del país. Sólo así, se garantizará una lucha efectiva contra todo asomo de discriminación.

Publicado en La Tarde de Pereira el 6 de septiembre de 2011 en: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/47582-contra-la-discriminacion.html