martes, 29 de marzo de 2011

Temas críticos para el debate electoral en Bogotá (III)


Columna de opinión
Alter Ego

Temas críticos para el debate electoral en Bogotá (III)

A la par con los temas de competitividad y seguridad analizados en anteriores entradas, uno de los temas que suscitará mayor debate y atención mediática será el social. En sentido amplio, lo social está estrechamente ligado con aquellos sectores o ámbitos de la gestión pública que tienen un impacto directo sobre la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Entre estos temas se destacan la educación, la salud, los servicios públicos y la vivienda, por ser éstos factores determinantes para el logro pleno del desarrollo humano. Paralelo a estos asuntos sociales críticos, el tema de la lucha contra la pobreza y la pobreza extrema se han empezado a posicionar como un tema fundamental dentro de la agenda pública, toda vez que ésta está estrechamente articulada con la dignidad del ser humano en un sentido amplio y comprehensivo. En efecto, la pobreza es uno de los principales limitantes para el desarrollo pleno de las capacidades de las personas, así como para el goce de derechos y libertades fundamentales que la sociedad les brinda a sus individuos para alcanzar sus objetivos personales. El desarrollo humano visto como la generación de oportunidades para que todas y todos puedan alcanzar su potencial, exige un compromiso serio y permanente contra la pobreza, entendida no solo como la ausencia de ingresos o las restricciones al consumo mínimo, sino como un condicionante multidimensional que limita el logro pleno de la cohesión y la equidad en nuestra ciudad.

En los últimos años ha hecho carrera una frase que explica el gran desafío del próximo alcalde o la próxima alcaldesa de la ciudad: "Bogotá se ha modernizado, pero no se ha hecho humana". No hay duda de que en nuestra urbe se han venido dando mejoramientos progresivos y sustantivos en muchos de los factores que garantizan la competitividad de la ciudad. Si bien es cierto que durante el último cuatrienio la ciudad ha retrocedido en múltiples aspectos, también es necesario reconocer que acumula una gran cantidad de cambios y transformaciones en sus principales estructuras, que hoy le dan una nueva funcionalidad, mucho más coherente con los retos que denota un mundo en pleno proceso de expansión. Pese a ello, la "deuda social" sigue siendo crítica, en especial con los colectivos más vulnerables.
Tal como lo señala la última Encuesta de Calidad de Vida (ECV), la percepción de pobreza ha aumentado en la ciudad. Este dato se complementa con el análisis que hace el Programa "Bogotá Cómo Vamos", en el cual se destaca que pese a grandes logros como la gratuidad escolar o la ampliación de programas como "Bogotá sin hambre" a partir de las redes de comedores comunitarios, la reducción de la pobreza se ha estancado en el último cuatrienio. Si bien es cierto que comparativamente con el resto del país, Bogotá ofrece mejores cobertura de servicios sociales y una mejor calidad de vida, aún quedan muchos desafíos para extender y ampliar las condiciones de bienestar con las que gozan muchos bogotanos y bogotanas hacia toda la población, sobre la base de la equidad y la cohesión social.

Este espacio considera que uno de los puntos más importantes dentro del conjunto de temas sociales prioritarios para la ciudad, está referido a tener una lectura más comprehensiva e integral de la pobreza y sus determinantes. A la par con políticas de corte netamente asistencialistas, conviene desarrollar estrategias de desarrollo económico para generar ingresos y lo más importante, emprendimientos e iniciativas productivas. En este punto vale la pena reconocer la disposición de la actual administración para formular y ejecutar una política pública de desarrollo económico, bajo la batuta de la Secretaría que lleva el mismo nombre.

En efecto, la lucha contra la pobreza exige abordajes creativos, pues ésta tiene múltiples dimensiones. Hace algunos días, el columnista Moisés Naím citó, en el diario El Tiempo, un estudio global que se realizó en un sinnúmero de países sobre las lógicas e imaginarios que subyacen sobre la pobreza[1] y que precisamente se titula “Repensando radicalmente la forma como combatimos la pobreza”. El documento no pudo ser más revelador y pertinente, al concluir que en el mundo son pocos los estudios que se han hecho para tratar de entender y comprender las causas de la pobreza, desde una perspectiva más amplia que la tradicional relacionada con las restricciones propias al consumo por la ausencia de ingresos. Uno de los elementos fundamentales del estudio es que las personas pobres tienen una racionalidad económica similar a la de una persona de ingreso medio o incluso alto. La evidencia indica que hay lugares pobres del mundo en donde pese a que hay condiciones de vulnerabilidad bastante altas, la gente puede ahorrar y generar ingresos para comprar equipos de sonido, televisores de última generación e incluso ropa de marca. Para no ir más lejos, solo hace falta viajar un fin de año a los barrios más pobres de Cartagena, para ver la feroz competencia por cuál familia tiene el "picó" más grande y moderno.

Este planteamiento nos lleva a pensar que resulta oportuno atacar la pobreza con herramientas no asistencialistas, única y exclusivamente. Al respecto este columnista no quisiera ser malinterpretado, pues siempre ha sido un ferveroso defensor de las políticas de transferencias condicionadas ("Familias en Acción" en Colombia, "Bolsa Escola" en Brasil, el "Bono de Desarrollo Humano" en Ecuador, los programas "Progresa" y "Oportunidades" en México, sólo por citar algunas experiencias) como una estrategia idónea para superar lo que el Banco Mundial llama las "trampas de la pobreza". No obstante, es clave tener un sano equilibrio entre el asistencialismo puro y la capacidad de fortalecer las condiciones de los colectivos para aprovechar su propio potencial mediante el emprendimiento y la generación de ingresos. En esta tarea, es clave repensar el rol tradicional de la Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa, para que ésta genere acuerdos gana-gana con Universidades y colectivos tradicionalmente excluidos, en los cuales se generen alternativas de desarrollo económico. El mundo entero está reconociendo la necesidad de fortalecer lo social, a partir de la inclusión de lógicas que tradicionalmente han sido del mercado, tales como la rentabilidad, el cumplimiento de metas y resultados, la eficiencia y la eficacia sólo por citar algunas.
En Estados Unidos y algunos países europeos este nuevo enfoque ha contribuido a la consolidación de una nueva generación de emprendedores sociales, los cuales desarrollan negocios y alternativas comerciales que tienen un alto impacto social, al incluir colectivos y grupos sociales en su formulación  y desarrollo. No hay duda de que la innovación social se está tomando el mundo y Bogotá no puede ser ajena a tal reto y desafío, mucho más si se tiene en cuenta que los recursos son escasos y las prioridades cada vez más complejas. Valdría la pena que el próximo alcalde o alcaldesa de Bogotá enfatizará en el enorme déficit social de la ciudad, a partir de diseños creativos e innovadores.
Imagen tomada de: http://www.radiosantafe.com/2009/09/03/la-pobreza-y-los-indices-no-concuerdan-maximo-perez/

[1] El estudio se encuentra disponible en el vínculo: http://pooreconomics.com/.

Infancia violenta: adultos irresponsables


Columna de opinión
Fundación Kíos

Infancia violenta: adultos irresponsables

La Fundación Kíos se ha acercado a escenarios que considera fundamentales para promover espacios de desarrollo futuro, a partir de procesos educativos integrales.

Por esa razón, hoy puede dar cuenta de ciertas preocupaciones surgidas a partir de dicha experiencia reveladora.

Los niños son víctimas hoy de procesos de culturización con referencias recurrentes a lo violento, pero también de un perverso proceso de naturalización de sus consecuencias. Los adultos, como mecanismo de defensa, eludimos la responsabilidad de educar, desde lo más íntimo del aula y para la paz, porque precisamente eso nos obliga deliberadamente a hacer pedagogía sobre la guerra.

Hace poco en un taller, solicitamos a unos jóvenes, económicamente solventes, que elaboraran unos cortos sobre algo que quisieran contarle a sus compañeros. Con sorpresa encontramos que los videos tenían contenidos tan violentos que debimos redireccionar una dinámica que creímos sería menos aterradora.

Con esta primera experiencia aún presente, recorrimos colegios a los que asistían niños de escasos recursos, y pedimos dibujos que contaran su vida diaria. Algunos narraban crueles matanzas, otros evidenciaban rasgos claros de violencia intrafamiliar y de género.
 
Pero lo verdaderamente revelador ocurrió al momento de encontrar explicación, a través de métodos vivenciales, de tanta violencia. Ninguno de los niños o jóvenes asumió con horror la realidad que estaban reproduciendo en sus trabajos.

La naturalización de los hechos violentos puede ser resultado de un mecanismo inconsciente de defensa o de un proceso de familiarización inducida. En cualquiera de los casos la responsabilidad de que esto suceda es de los adultos. Los niños parecerían, según estas experiencias, estar desmitificando la perversidad de lo violento, quizá lo único que permite que comportamientos de este tipo sean socialmente rechazados en el futuro.

Pero lo más preocupante de todo fue la explicación que los docentes dieron a estas actitudes, que reconocieron frecuentes entre sus estudiantes: la televisión hace daño. Otra excelente manera de evadir responsabilidades individuales para culpar de nuestros males a una entidad externa, olvidando convenientemente que a un niño lo afecta más ver a sus padres discutiendo que a un personaje de ficción asesinando. Lo real, lo que ve en el aula, en sus profesores, sus padres, sus compañeros, tiene más injerencia que aquello a lo que siempre preferimos responsabilizar.

La solución no es mandar a dormir a los niños menores de doce años, ni censurar de manera hipócrita las producciones nacionales. La solución no es más Naturalia y menos Capos. La solución es evitar que desde nuestros actos cotidianos generemos condicionamientos previos que terminan siendo catalizadores externos para la reproducción de violencia. El problema son la familia y la escuela, no la pantalla. Prohibirles ver televisión no soluciona nada, enseñarlos a verla dándoles herramientas para que sepan qué está bien y qué no, es la verdadera solución. La responsabilidad, por tanto, no es de los canales privados, es nuestra.

Publicado en La Tarde de Pereira el 29 de marzo de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/39800-infancia-violenta-adultos-irresponsables.html

martes, 22 de marzo de 2011

Reinventar Colombia (II)


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Reinventar Colombia (II)

Hace ocho días mencionábamos, haciendo un paralelo con el terrible tsunami que azotó las costas japonesas, que en Colombia sufríamos, posiblemente, una catástrofe similar.

Un tsunami producido por el embate de una corrupción impecable. A esa devastadora tragedia también podríamos sumar los males que sobre Colombia desde hace décadas, quizás siglos, viene agregando el conflicto colombiano, al cual ya también desde esta columna nos hemos referido.

La Fundación Kíos invita a todos los colombianos a preguntarse si estamos deteniéndonos a pensar y a debatir sobre los verdaderos problemas que aquejan a nuestra nación. Querido lector: No nos malinterprete. Desde este espacio de discusión nos convocan temas que cubren los intereses del ser humano desde que se desarrolla en sociedad. Pero los que más nos inspiran y retan son aquellos que pueden llegar a ser estratégicos.

¿Erradicar la corrupción disminuirá la pobreza y la inequidad grosera que existe en este país? ¿Erradicar la violencia nos acercará a un estado de cosas perfecto que intuye la Constitución Política de 1991 en su título segundo? Las respuestas a las dos preguntas son un rotundo sí. Pero infelizmente ese estado de cosas no es posible de alcanzar. El conflicto y la desigualdad son naturales al ser humano y tampoco existe evidencia histórica que permita pensar que lo anterior se pueda lograr. Aún así, los líderes de Colombia pueden dedicar sus esfuerzos a temas “mundanos” y “prácticos”, que apunten a lo que los dirigentes de las sociedades deben  buscar a como dé lugar: sacar de la pobreza a millones y millones de personas.

La China comunista sacó en los últimos 20 años a casi la tercera parte de su población de la pobreza. La India democrática hizo lo mismo con uno de cada diez habitantes en la última década. Chile, hizo lo propio con la cuarta parte de su población.

¿Cómo lo hicieron? Esa es la pregunta que nos debemos hacer con la mayor seriedad posible. Fundación Kíos se atreve a decir que es implementando las “seis aplicaciones fantásticas” mencionadas la semana pasada en esta columna de opinión: competencia, ciencia moderna, imperio de la ley y derechos de propiedad privada, medicina moderna, sociedad de consumo y ética de trabajo.

Afirmar que “alguien” se robó una plata y por lo tanto es “malo” sin más, es populismo. Preguntarse cuáles son los incentivos que las leyes colombianas, y todo su marco institucional, entregan para que exista este nivel de corrupción, es un reto. Un reto que por comodidad no hemos querido enfrentar.

¿Tsunami o mar de leva?

Publicado en La Tarde: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/39489-reinventar-colombia-ii.html

miércoles, 16 de marzo de 2011

Líderes, liderazgo y trabajo en equipo


Columna de opinión
Meden Agan

Líderes, liderazgo y trabajo en equipo

Lo peor de cambiar de lugar de trabajo es que indefectiblemente se sabe que falta poco para tener que asistir a un nuevo, pero siempre poco novedoso, taller para fortalecer las competencias del trabajo en equipo y el liderazgo.

No muchos pensarán igual. Al fin y al cabo es un día menos de oficina y termina uno comiéndose tres o cuatro comidas gratis en un solo día. Pero no es gratis: hay que volver a jugar el juego de desamarrar el nudo entre todos, a seguir instrucciones con los ojos tapados y a construir la torre más alta con los materiales más inverosímiles de la historia de la arquitectura.

El coaching se volvió un negocio rentable. A la gente le encanta no trabajar y a los consultores les encanta tocar la fibra más íntima del trabajador perezoso en plan de culebreros recreacionistas, anunciando las bondades del trabajo en equipo y haciéndonos sentir por un día, iguales que el jefe. El video de Lance Armstrong superando el cáncer es omnipresente, el de las dudas frente a su dopaje no. El dicho de que un colombiano es más eficiente que un japonés, pero dos japoneses lo son más que dos colombianos, se recita sin que haya un estudio que compruebe su veracidad. De repente, conceptos sobre los que se ha construido toda la cultura occidental y que no tienen a priori una connotación negativa como poder, convencer y orden, se desvanecen en un discurso que termina haciendo que todos, sólo al final del último salpicón del día, se abracen como si ignoraran que en la próxima reunión seguirán escondiendo información a sus colegas y seguirán deseando un ascenso, sin importar los medios a través de los cuales sea éste conseguido.

Que el poder no es lo mismo que la autoridad, dicen con cara de filósofos del comportamiento, cuando para la Real Academia de la Lengua Española son lo mismo: “tener expedita la facultad o potencia de hacer algo” y “poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho”. Que alguien me explique la diferencia, pero que por favor no me cobre millones para hacérmela entender.

Que convencer no es lo mismo que persuadir, me quisieron convencer. Pues tampoco: “Inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo” e “incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento”. Que me digan de dónde se intuye que lo uno es bueno y lo otro no lo es. Que me expliquen por qué el objetivo del uno y del otro no es lograr que alguien haga efectivamente algo que yo creo que se debe hacer.

Basura semántica para trabajadores perezosos e ineficientes, creo yo. Siempre es más cómodo para los flojos que les digan que deben trabajar en equipo, así comparten la responsabilidad del incumplimiento o del trabajo mal hecho. Así gozan los premios de un trabajo hecho bien, pero ajeno. Conozco la cultura organizacional, en lo público y lo privado. Conozco la educación pública y privada. Conozco de marketing, y sé que empeñarse en encontrar diferencias tan sutiles en el lenguaje, que los lleven a inventarse palabrejas como "empoderamiento", solo busca enredar para vender una supuesta, pero inexistente, erudición. Al fin y al cabo soy académico, y de eso viven muchos de mis colegas: de hacer complicado lo sencillo. De olvidar el sentido común e insultar la inteligencia y la capacidad de aprendizaje de sus auditorios, por más elegantes que ellos sean.

Adicionalmente, creo que las dos premisas sobre las cuales se soportan estas prepotentes lecciones para el trabajo son falsas, o en el mejor de los casos, seriamente cuestionables.

La primera es que el trabajo en equipo siempre es mejor para todos. Falso. Rotundamente falso. Lo es, y eso sí que es cierto, para los menos preparados, para los ineficientes, para los perezosos y los irresponsables. Aunque también lo es en algunos casos para los responsables y eficientes, pero eso no es siempre cierto. Las decisiones no siempre son las mejores cuando todo el mundo las toma. El consenso es una figura sobrevalorada en el mundo actual. Nos vendieron el cuento de que la democracia es el gobierno de todos, y algunos se atrevieron a decir que era el gobierno del pueblo. No se sabe cuál de las dos definiciones es menos cierta, en sentido estricto. Platón lo tenía claro. Pero a Platón ya no lo lee nadie. La gente prefiere irse a comer salpicón mientras ven a la secretaria dibujar el ocho con la cola.

El historiador contemporáneo Eric Hobsbawm, afirmó lúcidamente en una entrevista publicada por El Clarín argentino, en el 2007, que “la esencia de la democracia es que el gobierno tiene que tomar en cuenta lo que el pueblo quiere y no quiere, pero que no hay ningún mecanismo eficaz para hacerlo” (http://edant.clarin.com/suplementos/cultura/2007/06/09/u-00711.htm). En las empresas pasa algo similar: qué bonito sería para el director evadir la responsabilidad que su cargo le implica mientras “empodera” a sus trabajadores rasos a tomar decisiones en la Junta Directiva. Qué bonito sería para él, no para la empresa. ¿Qué hay de malo que aquellos que saben hacer algo lo hagan y que aquellos que no están preparados para una tarea, asuman con responsabilidad sus limitaciones y no las realicen?

Y ojo que lo anterior no quiere decir que el jefe no debe tener en cuenta las necesidades de los empleados, no quiere decir tampoco que puede explotarlos sin reconocer y felicitar sus esfuerzos, que no debe ejecutar políticas para mejorar su calidad de vida. Lo anterior solo quiere decir que el zapatero a hacer zapatos. El jefe a tomar decisiones y todos los demás a asesorar, opinar, pero no a decidir.

El trabajo en equipo no siempre es bueno para los buenos: el buen estudiante cuando trabaja solo es muy eficiente. Cuando trabaja acompañado encuentra siempre problemas de coordinación, principalmente en la búsqueda de los consensos, y de ejecución, principalmente en el cumplimiento de los compromisos y los plazos. El trabajo en equipo, incluso, no siempre es bueno para los malos: promueve una cultura del facilismo si no se asume con responsabilidad, y puede suprimir la creatividad de los menos creativos.

El segundo supuesto que creo que debe ser cuestionado es que entre más líderes, mejor. Y por eso nos enseñan a cómo ser líderes.

En primer lugar, no creo que sea posible ir por el mundo con una receta para fabricar líderes. El liderazgo no es confeccionable. Es una mezcla de cualidades innatas bien agrupadas y sobre todo, usadas de manera sensata y responsable. No cualquiera logra alcanzar estas dos capacidades. Y creo que es imposible enseñar a hacerlo.

Además, ¿qué pasa si no todos aspiran a ser líderes? La naturaleza y el ciclo de vida natural de los otros seres vivos –los no humanos- no evoluciona para que las abejas sean todas reinas, o que las hormigas obreras logren ser ascendidas. La naturaleza actúa bajo el principio de especialización: cada quien haga lo que sabe y hace bien. Una empresa requiere tanto de un líder respetuoso, proactivo, honesto y creativo, como de unos buenos seguidores de órdenes, unos buenos asesores, unos buenos ejecutores, y unos excelentes tintos a las once de la mañana, cuando está por terminar la tercera dinámica bailable de los expertos en coaching y ya todos están a punto de salir corriendo a almorzar.

Lo tercero: el estrés no siempre es malo. Es, por el contrario, lo que nos impulsa a mejorar lo que no hemos hecho lo suficientemente bien. Es, en alguna medida, el gatillo que activa la responsabilidad. Eso sí, el estrés en magnitudes y frecuencias altas, entorpece la labor de una organización, pero en su justa medida, como diría el ex presidente, es supremamente importante -y necesario- en la vida empresarial y en las relaciones humanas.

El tema del liderazgo no es tan complejo y no requiere asesores externos que vienen del extranjero cobrando las millonadas que cobran. Es más sencillo: es natural que aparezcan en las organizaciones unos empleados sobresalientes en uno o varios aspectos, y es responsabilidad de los tomadores de decisiones identificarlos y generarles los espacios que les permitan ser más productivos para la organización. Es sencillo: no todos somos líderes, y no todos queremos serlo.

El mito del trabajo en equipo como solución a todos los problemas de ejecución empresarial es la gran falacia organizacional del siglo XX. No es una categoría que implique beneficios absolutos. Es una, que como todas las otras debe ser valorada y ejecutada según las circunstancias. Y es responsabilidad de la gestión organizacional identificar también esos procesos, esos momentos, y por supuesto conformar equipos útiles, que construyan. Pero no todos lo hacen. Es cierto, y bonito, que dos cabezas piensan más que una. Lo que no es cierto es que dos cabezas piensan siempre mejor que una.

El éxito de la gestión en una empresa, sea la que sea, depende de una serie de factores que ineludiblemente apuntan a la habilidad de quienes toman decisiones para tomarlas en el momento, el lugar y el sentido que favorezca a la empresa. El éxito está en ser responsables y consecuentes, en ser sinceros y comprometidos con lo que se hace frente a lo programado. El éxito está en reconocer cuándo una orden o una imposición son más eficientes que la búsqueda de un consenso. En reconocer cuándo la creatividad innata de cualquier organización, casi siempre subestimada, le evita a la empresa gastar en consultores externos que van por todo el mundo vendiendo pócimas mágicas para encantar serpientes y cobrándonos como si hubieran cazado un elefante.

Imagen tomada de: http://fiestasatlanta.com/eventos/servicios-para-eventos/recreacion

martes, 15 de marzo de 2011

Reinventar Colombia (I)


Columna La Tarde
Fundación Kíos

Reinventar Colombia (I)

Colombia se manifiesta profundamente adolorida por el sufrimiento experimentado por el pueblo japonés producto del aterrador terremoto y devastador tsunami que azotó con furia y saña la costa noreste de su archipiélago.

Junto a la comunidad internacional debemos construir una espléndida y generosa colaboración hacia ese noble país y las instituciones que lo representan. De no hacerlo, cometeríamos grave afrenta, no sólo contra el Japón, sino contra la humanidad en general, los valores auténticos y buenos que ésta representa y el honor mismo de los Estados y sus sociedades, puesto que el pueblo nipón se ha caracterizado por haber extendido su mano al mundo en tiempos de padecimiento y catástrofe y, más loable aún, por su denodado compromiso con el desarrollo de las naciones.

La capacidad de los japoneses hace prever que la recuperación del país es cosa segura. No obstante, desde ya se plantea que este tsunami puede representar una oportunidad de oro para que el imperio del sol naciente se reinvente así mismo, terminando las dos décadas de estancamiento experimentado, creando las instituciones y los incentivos adecuados para superar sus características negativas (sistema político inestable y peligrosos y recurrentes déficits) y restringir los efectos dañinos que ciertas realidades ineludibles (envejecimiento poblacional) producen en su poder nacional.

En nuestro país, sin que sea un fenómeno sorprendente y desconocido, los medios de comunicación han venido registrando el “tsunami” de la corrupción. Se concluye entonces que la crisis es intolerable y se demandan soluciones como leyes y estatutos más fuertes en contra de los corruptos (públicos y/o privados) y sus prácticas. Más de lo mismo.

Como se plantea para el Japón, Colombia debe asumir el considerado “tsunami” de la corrupción como una seria oportunidad para reinventarse así misma. Reinventar el país no consiste en sacar adelante un nuevo estatuto anticorrupción. Reinventar el país gravita en la adopción de lo que el historiador de Harvard Niall Ferguson denomina “las seis aplicaciones fantásticas” (competencia, ciencia moderna, imperio de la ley y derechos de propiedad privada, medicina moderna, sociedad de consumo y ética de trabajo) que Occidente creó hace siglos y que durante las últimas décadas varios países, especialmente ubicados en Asia, han asimilado y adoptado, extrayendo, entre otras consecuencias, a millones y millones de personas de la pobreza.

Si el tsunami de la corrupción en Colombia nos lleva a esta reinvención, bien habrá valido la pena sufrirlo. Si no es así, lo más seguro es que, a pesar de la indignación y el desconsuelo causados por las noticias sobre escándalos y asaltos al fisco, en realidad no eran el reporte de un “tsunami”, sino de un, si a mucho, “mar de leva”.

Publicado en La Tarde: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/39113-reinventar-colombia-i.html

lunes, 14 de marzo de 2011

Temas críticos para el debate electoral en Bogotá (II): La seguridad, la convivencia y la civilidad

Columna de opinión
Alter Ego

Temas críticos para el debate electoral en Bogotá (II): La seguridad, la convivencia y la civilidad
Siguiendo con el análisis de los temas críticos que seguramente formarán parte del próximo debate electoral en la capital, es preciso afirmar que en la actual coyuntura, la seguridad ciudadana ocupa un lugar preponderante dentro de las expectativas y deseos de las bogotanas y bogotanos frente al gobierno de la ciudad. Recientes encuestas y sondeos de opinión señalan que la percepción sobre la inseguridad en la ciudad ha aumentado significativamente, lo cual está estrechamente ligado con el aumento del número de ciudadanos que afirma haber sido víctima de algún delito en los últimos meses.

Mientras que el Alcalde Mayor argumenta que se han presentado reducciones permanentes en las cifras de delitos de alto impacto cada vez que se le pregunta por el tema, la ciudadanía parece estar en un estado de zozobra, en el que el miedo es el factor común denominador. Muertes absurdas por evitar robos de celulares, asaltos a colegios en plena luz del día, incremento sustancial de las lesiones personales y las riñas callejeras y aumento dramático de las modalidades de hurto simple como el “cosquilleo” y el raponazo, son eventos que se repiten cotidianamente y que permiten afirmar que la ciudad entró en un estado de inseguridad permanente frente al cual es necesario adoptar decisiones prontas y efectivas.

En primer lugar, es imperioso mencionar que la seguridad no es un asunto exclusivo de la Policía o del gobierno. Por el contrario, exige la corresponsabilidad y la solidaridad ciudadanía, así como la generación de alianzas estratégicas entre múltiples actores. En las grandes ciudades europeas o estadounidenses, se hace referencia a la coproducción de seguridad, que reconoce los aportes significativos que tienen diferentes actores e instancias en la generación de esfuerzos e iniciativas. Es clave que el próximo alcalde, o la próxima alcaldesa, fortalezcan los canales de comunicación y socialización con la comunidad. En este sentido, resulta prioritario reforzar los frentes locales de seguridad y desarrollar nuevos esquemas de cooperación ciudadana, a través del reforzamiento de la Policía Comunitaria, fuerza policial creada para potenciar la proximidad con las comunidades en los barrios. Tenemos que construir un frente común contra el delito y la inseguridad, a partir del aporte de todos, reconociendo que la convivencia y la civilidad en nuestras ciudades son un asunto público y no solo estatal.

En segundo lugar, es clave adaptar las respuestas y la operatividad de la fuerza pública a la permanente sofisticación y evolución del crimen, lo cual requiere investigación y más que nada, inteligencia. Hace rato que los problemas de inseguridad de la ciudad dejaron de ser solamente competencia de Bogotá y de sus autoridades para convertirse, en algunos casos, en verdaderos problemas nacionales, que requieren de la participación de entidades del nivel central, en coordinación con el Alcalde Mayor y su gabinete. El perfil delincuencial en la ciudad se ha dinamizado en los últimos años, de tal forma que hoy tenemos verdaderas empresas criminales y delincuenciales, que operan en redes y puntos neurálgicos de la ciudad. Por eso no se trata de atacar el delito menor sino también hacer frente a las grandes estructuras de criminalidad y delincuencia que operan en la ciudad, como las del tráfico de drogas, las de ventas de armas, las del sicariato y las de la extorsión, solo por citar algunas. Pareciera ser que el delito se ha convertido en una rentable profesión, que demanda “horarios de trabajo” y exige una permanente “capacitación” en diferentes técnicas y modalidades.

De acuerdo con ello, se plantea un tercer punto, relacionado con el enfoque diferencial en su tratamiento. No todas las localidades tienen los mismos atributos y en cada de una éstas se presentan modalidades delictivas específicas, que demandan respuestas diferenciadas y heterogéneas. La creación de cuadrantes es una medida que apunta a generar rápidas respuestas operativas frente a la singularidad y evolución de la criminalidad y la delincuencia urbana. Por ello, el próximo alcalde, o la próxima alcaldesa, tendrán que robustecer y ampliar esquemas como el propuesto por el Plan Cuadrante, que tiene mucho potencial para convertirse en una estrategia de seguridad ciudadana de alto impacto y trascendencia para la ciudad.

En cuarto lugar, es clave combatir el micro y el mediano tráfico de drogas, los cuales se han comenzando a enquistar, de una manera preocupante, en colegios y universidades. Luchar contra ello no será fácil, dado que exige un mayor despliegue de las instituciones públicas en el territorio y no solo de la Policía. Es clave fortalecer la estrategia de seguridad en Instituciones Educativas Distritales (IED), de tal forma que se trabaje tanto en prevención como en la necesaria y justa represión. Para ello, la estrategia de instalar cámaras de seguridad en colegios puede funcionar solo si se acompaña de otras medidas que pueden ser consideradas de largo plazo, tales como la pedagogía y la educación para la convivencia. En tal sentido, no basta con desplegar mayor fuerza, sino también mejores herramientas y esquemas de trabajo con jóvenes, en especial con aquellos en condiciones de vulnerabilidad.

Un último aspecto tiene que ver con la medición del delito y la criminalidad. Es importante reforzar las tareas del Centro de Estudios para el Análisis de la Convivencia y la Seguridad Ciudadana (CEACSC), para que éste genere información relevante para la toma de decisiones y la formulación de políticas públicas. Conviene analizar la posibilidad de incluir muchas más formas de delincuencia en el tradicional análisis de los delitos de alto impacto. Ello permitirá contar con más y mejores elementos de juicio para construir decisiones acertadas y avanzar en una mejor seguridad para todos y todas.

martes, 8 de marzo de 2011

Lecciones filosóficas para un torpe troglodita moral

Columna de opinión
Meden Agan

Lecciones filosóficas para un torpe troglodita moral

Ni la mejor campaña de Colombia es Pasión pudo haber descrito con tan poco, la realidad de nuestro país.

Ayer, Miguel Nule, vinculado a los múltiples escándalos del llamado carrusel de la contratación soltó la siguiente frase: "La corrupción en Colombia, como en cualquier país del mundo es inherente a la naturaleza humana" y a continuación afirmó, como para rectificar el entuerto y justificarse en público, que el grupo Nule sí había cometido un error: el de ser "ambicioso".

En primer lugar, no me parece una manera inteligente de defenderse en una audiencia en la que uno está citado por su supuesta participación en actos de corrupción. La naturalización, por demás inventada, de un acto castigado por la ley no exime al inculpado de su responsabilidad penal. Pero bueno, allá él. El dinero, evidentemente, no garantiza inteligencia.

En segundo lugar, la naturalización de un acto punible según las legislaciones de la mayoría de países, lo que a primera instancia invalida la tesis de que dicho acto es "inherente a la naturaleza humana", es el reflejo de un país acostumbrado a justificar los actos ética, moral e incluso penalmente reprochables, a través de excusas que siempre apuntan a evadir las responsabilidades individuales derivadas de dichas acciones. Eso sí, y no la corrupción, parece ser natural e inherente a los colombianos, señor Nule.

No soy budista, pero estoy claramente más cercano a ellos, que a  estos "nulistas". Desde una perspectiva no teísta, el budismo fundamenta toda su práctica ética en el concepto de ahimsa. Dicho concepto remite a que lo inherente a la naturaleza humana es la posibilidad de alcanzar la iluminación mediante acciones no dañinas ni para uno, ni para los demás. Lo anterior implica, ineludiblemente, que lo que es natural en el comportamiento humano, tal y como también afirmaban Sócrates y Platón, es la capacidad de comportarse correctamente y de no hacer daño a ninguna persona, animal o criatura. Una cosa muy diferente es decir como Platón que "todo lo que nace está sujeto a ser corrupto", y otra, afirmar con la vehemencia lo que vociferó Nule, evadiendo cobarde y convenientemente, la responsabilidad frente a sus actos cuestionables y, en algunos casos insisto, judicialmente castigables.

Lo único verdaderamente inherente a todos los seres capaces de sentir dolor es la búsqueda para evitarlo, dicen nuevamente los budistas. Pero también los epicúreos, que defendieron la figura de la ataraxia (la ausencia de tribulaciones) como camino para encontrar la felicidad. Y todos, salvo algunas patologías, queremos ser felices de manera durable y no sufrir. Es decir, si todos los seres (humanos y quizás no humanos) estamos buscando lo mismo, de ahí se desprende que todos debemos tratarnos de manera adecuada siempre. 

Y los  budistas, pero también los griegos y los romanos, afirman que quien no actúe de esa manera, sufrirá remordimientos que le impedirán ser feliz. Alguna cosa hubiera aprendido Nule si hubiera leído juiciosamente las lecturas en su clase de ética cuando era estudiante universitario. Pero también, si alguien cercano le hubiera enseñado que ser ambicioso no es un delito, y que ni siquiera es un error o defecto, pero que ser corrupto sí lo es, nos hubiéramos ahorrado muchos dolores de cabeza y muchos titulares de prensa como el que nos regaló ayer este analfabeta moral desde el consulado colombiano, cerca a las soleadas playas de Miami.

Ni la corrupción, ni la violencia, ni siquiera la falta de amabilidad, tienen porque ser inherentes al comportamiento de los humanos. Y no pueden serlo porque hacemos parte de unos colectivos sociales que nos exigen comportarnos de manera adecuada para garantizar un grado de orden en dichos colectivos. Ni siquiera Hobbes estaría filosóficamente de acuerdo con la afirmación del hoy imputado. Para Hobbes, el estado de las cosas, lo natural, es el conflicto, pero solo a través de la figura de lo que luego constituyó el Estado, como acuerdo colectivo, se consiguen sociedades ordenadas que no impliquen la autodestrucción de lo humano como agrupación que necesita actuar asociada.

Adicionalmente, el poder corruptor de la sociedad, defendido filosóficamente gracias a la casi siempre mal entendida y peor utilizada frase de Rousseau, sorprendentemente la más -y casi que única- citada por los jóvenes estudiantes universitarios de "el hombre nace naturalmente bueno, es la sociedad quien lo corrompe", parece ser amplificado por trogloditas de la moral como los Nule, que se atreven a pronunciar estupideces como la de ayer. Seguro Miguel Nule y los demás miembros de su cartel de la contratación pensaron defenderse en las audiencias recurriendo a Rousseau, ignorando, como todos aquellos que citan equivocadamente al filósofo ilustrado, que la sociedad no está conformada por marcianos, rocas o espíritus. La sociedad, señores, está conformada por seres humanos. Los actos de los humanos son los que nos corrompen. Nuestros propios actos y declaraciones, por acción u omisión, van creando un sustrato cultural que favorece la aparición de los "nulecitos" del mañana. Basta ya de culpar a instituciones como el Estado o la Sociedad, así con mayúscula, de nuestras conductas erróneas. Los Nule no actuaron de la manera que presuntamente actuaron obligados por las circunstancias sociales. Actuaron así porque son capaces de justificar un acto corrupto como inherente a la naturaleza humana, y porque su ceguera moral desvaneció a punta de cheques, los límites entre lo bueno y lo malo. Actuaron así porque quisieron, y luego tuvieron el descaro de decirnos que lo hicieron porque todos los hombres somos corruptos. Parece, entonces que salimos a deberles y que, como determina su estrategia de defensa, ellos son las víctimas.

Menos mal los Nule no son embajadores ni funcionarios de Proexport, porque sino, dentro de poco tendríamos una nueva campaña para vendernos al mundo entero: "Colombia: un país naturalmente corrupto. El riesgo es no poder volarse".

A palabras necias, oídos sordos. Sólo una sociedad comprometida con su futuro, una sociedad que esté destinada a progresar, entiende justamente que la corrupción no es, ni ha sido nunca, inherente a nuestra naturaleza.

Imagen tomada de: http://www.semana.com/noticias-nacion/miguel-nule-ratifica-senalamientos-moralesrussi-olano/151490.aspx

De Costa de Marfil y las responsabilidades internacionales

Columna La Tarde
Fundación Kíos
 
Egipto, Libia y una lechuza captaron la mayor parte de las páginas noticiosas mundiales durante la semana pasada. Sobre los efectos de las crisis en Medio Oriente hemos sido recurrentes en afirmar que ni la salida de los tiranos implicará un cambio de estrategia política que beneficie a quienes protestan en su contra necesariamente,  ni que estos hechos podrían confundirse con la llegada de la democracia a unos países que, históricamente, parecen no estar preparados para ella, ni que Estados Unidos debe intervenir en el conflicto: “seis mil muertes libias, y las muchas más que vendrán en las próximas semanas y meses, no son suficientes para que Estados Unidos se vista de policía del orden internacional y promotor de la democracia mundial”. Como el jefe del Pentágono, sorprendentemente lúcido en las últimas semanas, creemos también que quien aconseje al presidente de los Estados Unidos en el sentido de enviar un gran ejército terrestre hacia territorio africano, debería hacerse examinar la cabeza. 
 
Sobre la lechuza, hacemos eco de todas las protestas recibidas para censurar decididamente la conducta del jugador panameño y lamentamos que para una gente que vive de dar patadas, es reprochable que la primera que llama la atención, en casi un año en el que el Pereira no gana,  no haya tenido como consecuencia tres puntos, sino una muerte.
 
Pero hay noticias más allá. Costa de Marfil, excolonia francesa hasta 1960, es conocida por los goles de Drogba y por ser el mayor productor de chocolate en el mundo.  Con menos de cinco presidentes desde entonces, y a pesar de haber sufrido durante estos cincuenta años varios golpes de estado y una guerra civil declarada, el actual mandatario Gbagbo se rehusa, a punta de fusiles, a reconocer la victoria lograda en las urnas, el pasado noviembre, por su opositor Ouattara quien en la práctica, encabeza un gobierno paralelo desde un hotel protegido por fuerzas especiales de Naciones Unidas, mientras las estadísticas oficiales, en las que ya nadie cree, reportan más de 300 muertes y 20.000 desplazados durante este año.

Si bien es necesario volcar nuestra mirada a conflictos periféricos, no siempre sexys mediáticamente, la experiencia marfileña abre un debate sobre la efectividad de los Cascos Azules; la necesidad, pertinencia y utilidad de las intervenciones internacionales en países históricamente tan inestables como los africanos; y sobre la urgencia de, por un lado, reformar las Naciones Unidas, pero por otro, reconocer que la responsabilidad de las reformas estructurales en países como estos descansa principalmente en sus gobernantes y sus pueblos, que aunque deben ser acompañados de cerca por los organismos multilaterales, tienen también la obligación histórica de generar bienestar para los habitantes de su territorio, la necesidad imperiosa de evidenciar en la práctica política que el interés público debe sobreponerse al privado. Ese es el verdadero pilar sobre el cual se soporta lo que los románticos aún llamamos democracia.
 
Publicado en La Tarde de Pereira el 8 de marzo de 2011: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/38802-de-costa-de-marfil-y-las-responsabilidades-internacionales-.html

jueves, 3 de marzo de 2011

¿Deben intervenir los Estados Unidos en Libia?


Investigación- Política Exterior y Defensa Nacional
Alejandro Ramírez Restrepo

¿Deben intervenir los Estados Unidos en Libia?

Los últimos reportes sugieren que son seis mil o más las víctimas fatales sufridas durante los disturbios que están ocurriendo en Libia desde hace ya varias semanas. Como consecuencia de lo anterior, ha aparecido un clamor proveniente desde un importante sector de la opinión pública mundial que solicita, o incluso exige, la intervención directa e inequívoca en el país del norte africano por parte de la comunidad internacional y con ella, de los Estados Unidos.

Dicha participación, arguyen los proponentes de la nueva intervención humanitaria norteamericana, debe ir más allá de las condenas en los foros internacionales. Debe darse paso pronto y decidido a medidas de fuerza. Algunos mencionan la necesidad de establecer zonas de no vuelo, como la que existió sobre Irak (1991 – 2003). Otros van más allá y aspiran a que la comunidad internacional, encabezada por Washington, se involucre con una fuerza de pacificación que saque del poder al dictador Muamar el Gadafi, defienda la población de cualquier tipo de atropellos y ponga la cuota inicial de lo que sería un novedoso ejercicio democrático en el mundo árabe.

La obsesiva fe de la civilización occidental en sus tradiciones e instituciones la está llevando una vez más, hacia una catástrofe anunciada. Aquí esbozaremos varias razones del por qué las invitaciones que se le hacen a los Estados Unidos en particular para intervenir en este país árabe van en contravía de su interés nacional, del sentido común y de las lecciones que se pueden desprender de la experiencia histórica.

A pesar de que los Estados Unidos cuentan con una flota de dimensiones admirables en el Mar Mediterráneo (la Sexta Flota ha sido ubicada en inmediaciones de la costa líbica), supremamente útil a la hora de crear una zona de exclusión área, ésta no es suficiente para lograr la pacificación y estabilidad total en Libia que algunos pretenden. Dicha pacificación se logra fundamentalmente por medio del control territorial y éste se obtiene a través del posicionamiento de ingentes números de tropas (hombres armados). La participación combinada en hombres de las fuerzas militares estadounidenses en Afganistán e Irak (2003 – actualidad) ha estado alrededor de los 200 mil hombres. La mayor parte de estos efectivos tiene funciones de logística, mantenimiento y protección, lo que significa que tan solo una reducida porción, quizás entre una cuarta y tercera parte, se dedican exclusivamente a tareas propias de la actividad militar, entre ellas, el control territorial que resultaría ser la clave, o por lo menos el primer ladrillo en la construcción de un edificio estable y democrático al estilo occidental.

Como es bien sabido por tirios y troyanos, el poder estadounidense ha probado ser limitado hasta la médula en los dos escenarios anteriormente planteados, hasta el punto que los resultados definitivos de sendas intervenciones de Washington se encuentran en estado de incertidumbre. No se sabe a ciencia cierta si se presentará una derrota norteamericana, la instalación de una democracia o cualquier otro escenario de los múltiples que son posibles.

De lo anterior se desprenden dos conclusiones significativas: los Estados Unidos no cuentan con los recursos humanos necesarios para sacar adelante un escenario de pacificación en Libia, por más que cualquier acción en contra del actual régimen cuente con legitimidad mundial y aprobación del derecho internacional. Y segundo, que la sola ubicación geográfica del país mediterráneo con respecto a la de los Estados Unidos, convierte este tipo de intervenciones en aventuras supremamente costosas, más aún en estos días de crisis y recorte fiscal obligatorio.      

Adicionalmente, debe recordarse que el fenómeno de la superextensión de los compromisos norteamericanos que han llevado al coloso del norte en el pasado a graves crisis, no es novedoso. Dos ejemplos son Corea y, especialmente, Vietnam, países ubicados en el hemisferio oriental (que es la masa euroasiática más África), al igual que Libia, distantes del núcleo norteamericano (en el hemisferio occidental).

Como queda ilustrado, la negativa norteamericana a una intervención terrestre masiva y prolongada en Libia, no se debe desprender del no compartir los ideales democráticos de aquellos que lo azuzan para involucrase de lleno en contra del régimen infractor y autócrata de Gadafi. Esa negativa debe desprenderse de un análisis geoestratégico e histórico que le conduzca a identificar de manera diáfana cuáles son sus intereses. Por duro y cruel que parezca, seis mil muertes libias, y las muchas más que vendrán en las próximas semanas y meses, no son suficientes para que Estados Unidos se vista de policía del orden internacional y promotor de la democracia mundial (como en la década anterior).

Los límites del poder norteamericano están actualmente expuestos en Irak y Afganistán. Robert Gates, jefe del Pentágono, parece entenderlo con total claridad al afirmar recientemente acerca de una posible intervención terrestre de EUA en Libia: “Cualquier secretario de defensa que venga en el futuro y aconseje al presidente (de los Estados Unidos) para que envíe un gran ejército terrestre norteamericano hacia Asia, el Medio Oriente o África deberá hacerse examinar la cabeza”.

Simple. Práctico. Concreto. ¿Moralmente justo o acertado? Ese es otro interesante tema de debate.    

Imagen tomada de: http://leyae.wikispaces.com/Ley+de+acceso

Temas críticos para el debate electoral en Bogotá (I): La competitividad


Columna de opinión
Alter Ego

Temas críticos para el debate electoral en Bogotá (I): La competitividad

Una reciente entrada en este espacio virtual sugiere, de manera acertada, que es preciso iniciar la identificación de temas estructurales para enriquecer el próximo debate electoral capitalino. De hecho, la opinión coincide con el editorial del Tiempo del día miércoles 2 de marzo que señala que la carrera por el Palacio Liévano comenzó anticipadamente y que más allá de las problemáticas coyunturales de la ciudad, entre las cuales se encuentran la lucha contra la corrupción, la inseguridad, la incivilidad y el caos en la movilidad, es preciso encontrar un nuevo “norte” para Bogotá, de tal manera que se retome el rumbo perdido en estos últimos años y se encaucen los esfuerzos y las potencialidades de la ciudad y la Región hacia un posicionamiento progresivo y sostenido en un concierto mundial cada vez más competido. Debido a la importancia del tema, esta columna abordará temas de interés distrital, de cara a la construcción de una agenda pública, que sirva como punto de referencia para la contienda electoral que se avecina. En esta primera entrega, se presentarán algunas propuestas para potenciar la competitividad de la ciudad, a partir de la educación.

Según la Revista América Economía, en el 2010 Bogotá ocupó el puesto 8 en el listado de las mejores ciudades para hacer negocios en América Latina[1]. Si bien es cierto que nuestra ciudad aún se encuentra en el top ten de tal medición, es innegable que se viene presentado una tendencia de retroceso en múltiples de las áreas y factores de competitividad analizados, lo cual indica que muy seguramente en los próximos años, Bogotá perderá posiciones con otras ciudades que están efectuando esfuerzos considerables por insertarse de manera inteligente en el mundo. De acuerdo con tales planteamientos, es necesario fortalecer la posición competitiva de la ciudad, potenciando los factores diferenciadores y mejorando aquellos aspectos críticos que se presentan, sobre todo en lo que respecta a los servicios ofrecidos a empresas y a ejecutivos, la infraestructura y la conectividad física y la sustentabilidad ambiental, entre muchos otros. En este orden de ideas, el debate sobre la competitividad de Bogotá debe enmarcarse en el reconocimiento de la necesidad de profundizar y avanzar en el proceso de integración regional entre Bogotá y Cundinamarca y que hoy se expresa a través de la gestación de la Región Capital.  

Según tales reflexiones, es clave visualizar a la Región Capital como una plataforma territorial para potenciar la competitividad entre los dos entes territoriales, garantizar la resolución de problemáticas de interés común, formular y ejecutar proyectos en diferentes áreas y aprovechar y generar economías de escala, con el fin de hacer frente a los retos que plantea un mundo en pleno proceso de globalización. Teniendo presente tal premisa, en este artículo se plantearán algunos elementos susceptibles de ser tenidos en cuenta en la definición de políticas para mejorar la competitividad de la Región Capital Bogotá – Cundinamarca.

1.    Potenciar el rol estratégico del Aeropuerto El Dorado, principal infraestructura para la Región.  En el 2010, el Aeropuerto El Dorado (AED) movilizó cerca de 19 millones de pasajeros, situándose como el quinto terminal aéreo más importante de Suramérica. Así mismo, el AED ocupa el primer lugar en movilización de carga en la región suramericana de acuerdo con el número total de toneladas transportadas. Estos hechos demuestran la importancia de esta infraestructura y son una razón más que suficiente para diseñar intervenciones integrales, en el marco de las cuales se garantice el aprovechamiento de las ventajas que ofrece el AED como uno de los principales factores de competitividad en la región. En tal perspectiva, es necesario que el nuevo gobierno distrital incorpore como prioridades fundamentales de su gestión, las recomendaciones emanadas en el Documento CONPES 3490, el cual enfatiza en la posibilidad de emprender un abordaje comprehensivo e integrador en el AED y su área de influencia directa a partir de la concreción del Macroproyecto Urbano Regional del Aeropuerto (MURA). En tal sentido, resulta importante emprender la articulación de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) de los municipios colindantes con el AED, de tal forma que se asegure la disposición de suelo urbanizado para la ubicación y consolidación de infraestructuras y equipamientos de soporte a la actividad aeronáutica como Zonas Especiales de Logística, centros de formación y capacitación, bodegas y zonas de almacenamiento, todo ello bajo un enfoque de sostenibilidad ambiental.

2.    Crear una alianza pública privada para la promoción de la Investigación y el Desarrollo (I+D). En el marco de la economía del conocimiento, la innovación, la ciencia y la tecnología son los principales factores de competitividad de los países. Las naciones que han sido exitosas en sus procesos de inserción internacional y posicionamiento global le han apostado a generar mayor conocimiento e innovación a partir de la inversión sostenida en actividades científicas, investigativas y educativas. Ello implica, no solo identificar patrones de especialización en sus economías, sino también generar mayor valor agregado a las actividades productivas tradicionales, bien sea explorando nuevos sectores o desarrollando técnicas más novedosas y eficientes. En tal coyuntura, las regiones juegan un papel crucial en la promoción de la investigación y el desarrollo, como medios fundamentales para aumentar el crecimiento económico y la generación de ingresos. Una de las experiencias más significativas es la conformación de la Red “Madri+d” en la Comunidad de Madrid, la cual se configura como un escenario de articulación y coordinación entre empresas, universidades y entidades públicas dedicada a promocionar y explotar sectores y actividades productivas con alto valor agregado, lo mismo que identificar potenciales inversores para el desarrollo de nuevos bienes, productos y servicios.

Es posible desarrollar un esquema similar en la Región Capital, a través de la creación de un ámbito de concertación público privada, a través del cual se promocione la I+D y se dinamice la prestación de servicios como una de las principales apuestas productivas de Bogotá y su entorno. Esta Red o Alianza podría no solo promover el desarrollo de patentes en Universidades y Empresas, sino también implementar esquemas de financiación de investigaciones y nuevos desarrollos en sectores estratégicos para la Región, muchos de los cuales ya han sido identificados por la Comisión Regional de Competitividad (CRC) en el proceso de construcción de las apuestas productivas regionales.

De la misma forma, la Red podría desarrollar labores de inteligencia y vigilancia tecnológica, lo cual comprende el análisis y revisión de las principales patentes que se han presentado y formalizado en el mundo, en aquellos sectores en los que la Región Capital pretenda especializarse, en procura de conocer qué posibilidades se pueden explorar y desarrollar. Por último y no menos importante, es el fomento al emprendimiento y a la creación de empresas de innovación (start-up) en la Región, con especial énfasis en el tema de servicios. Es clave que esta Red dinamice y canalice la inversión, por medio de esquemas de capital de riesgo.

3.    Invertir en el desarrollo de programas técnicos y tecnológicos. Si uno de los temas estratégicos para garantizar el desarrollo de la ciudad está referido a la prestación de servicios de alto valor agregado, es importante flexibilizar y mejorar los programas de formación técnica y tecnológica. En asocio con el SENA, las Instituciones de Educación Superior (IES) y las instituciones de educación no formal, es importante diseñar programas académicos acordes con las nuevas exigencias del mercado, sobre la base de una preparación constante y una formación permanente. En tal sentido, uno de los primeros pasos para lograr la dinamización de la oferta de educación técnica y tecnológica, debe estar referido a la diversificación de la educación media y media vocacional, con el fin de que ésta incluya diferentes énfasis según los patrones y las tendencias del mercado laboral de la ciudad. Es clave, así mismo, lograr la continuidad en la formación y la inclusión pronta al mercado laboral, a través de la certificación de competencias y otros mecanismos para la promoción del empleo juvenil o el primer empleo.



[1] http://rankings.americaeconomia.com/2010/mejoresciudades/ranking.php

miércoles, 2 de marzo de 2011

Componentes negativos en el capital intelectual social

Colaboradores
Octavio Ramírez Rojas (*)


Componentes negativos en el capital intelectual social
 
The end of the era of cheap food has coincided with growing concern about the prospects of feeding the world. Around the turn of 2011-12 the global population is forecast to rise to 7 billion, stirring Malthusian fears. The price rises have once again plunged into poverty millions of people who spend more than half their income on food. The numbers of those below the poverty level of $1.25 a day, which had been falling consistently in the 1990s, rose sharply in 2007-08. That seems to suggest that the world cannot even feed its current population, let alone the 9 billion expected by 2050. Adding further to the concerns is climate change, of which agriculture is both cause and victim. So how will the world cope in the next four decades? ... ”The Economist,  24 02 2011

Los procesos de cambio, actualización y crecimiento socio-organizacional, son inmanentes a los procesos de desarrollo de las competencias y capacidades del capital intelectual de los individuos, las empresas,  las sociedades y las regiones, el cual tiene en sus componentes valores tanto positivos como negativos o perversos.
Ese acervo de capital intelectual social, por supuesto, contiene en muchos casos, como mencionado en el párrafo anterior, factores de formación y tendencias negativas o inicuas,  por ejemplo: los esquemas corruptos de contratación privada y pública, los cuales en todas las regiones y países se han entronizado desde períodos anteriores, con la aceptación tácita de sus costos por parte de la sociedad misma. 
Y en ese ámbito se han gestado capacidades y competencias perversas que, en juegos de suma cero, incorporan a sus actores valores económicos importantes en detrimento de grandes sectores sociales pasivos.  Son múltiples y conocidas las razones para la presencia convivida de estas inicuidades que, dependiendo de los países o regiones, rondan los rangos del 0,5 al 1,5% del producto nacional bruto, indicadores que justifican acciones de liderazgo para apuntalar el cambio frontal en procura de su erradicación.
Y este aspecto de la contratación corrupta es, por ende, uno de los múltiples que se configuran como factores de liderazgo perverso dentro los componentes  del capital social en general.
Como para reflexión sobre los alcances del liderazgo requerido para actuar en casos como los implicados en la cita del epígrafe, amén del de la corrupción contractual referida, R. H. Schaffer  en su recientemente publicado trabajo “ Four Mistakes Leaders Keep Making ”, presenta  los que considera, luego de más de 35 años de investigación y atención profesional, los cuatro factores recurrentes que tipifican los errores corrientes de los líderes socio-empresariales en general, los cuales se resumen de la forma presentada a continuación:
1.     Falencias al definir las propias expectativas, al no precisar en términos claros y cuantitativos lo que se espera de los encargados de ejecutar las acciones requeridas.  En otras palabras más populares, “ instrucciones con aguas tibias ” .  “ … ser claro requiere pensamiento considerable y es mucho más difícil que hacer afirmaciones generales … ” expresa el autor.  E identifica los que denomina siete pecados mortales al dar instrucciones: 
·       Establecer demasiadas metas.
·       No requerir planes de acción con las definiciones de cómo, quién, cuándo.
·       No exigir avances significativos por temor a que la gente esté “ saturada ” de tareas.
·       No precisar la persona responsable de alcanzar el objetivo.
·       Dejar en el ambiente un “ si usted posiblemente puede ”.
·       Aceptar cambios sin argumentos sobre las asignaciones efectuadas.
·       Definir metas sin tiempos de respuesta, ni indicadores de sus avances y resultados.
2.     Justificar acciones de dependientes que no alcanzan las metas generales, con todas las implicaciones que este comportamiento alcanza a lado y lado.
3.     Llenarse de asesores externos y consultores que “… proponen soluciones sin asumir responsabilidad por los resultados …”
4.     Esperar mientras los incumbentes preparan …preparan … preparan. procesos eternos de preparación crean la ilusión de progreso pero realmente quedan a medio camino ... ”.
Al agregar los alcances de estas falencias recurrentes en el gestionar socio-organizacional, se pueden visualizar las raíces y bases de los procesos perversos que destruyen valor social en el capital intelectual de personas, familias, empresas, ciudades, regiones y países.
Santo Domingo, 1 de marzo de 2011

* Octavio Ramírez Rojas es administrador de negocio de la Universidad EAFIT de Medellín y MBA de Rochester University. Ha sido gerente y presidente de organizaciones empresariales como Cabarría s.a. del Grupo Corona, Lógica OTM, Expreso Bolivariano y en la actualidad lidera la organización acerera del Caribe Kinnox s.a. Como profesor e investigador ha estado involucrado con su alma mater, la Universidad de La Salle y la Escuela de Administración y Negocios.